• Acebal, el otorrino de tres generaciones

    El doctor Acebal, en primer plano.

    Albacete ha despedido a una institución de la Otorrinolaringología. Manuel Acebal Luján ha sido el médico de tres generaciones. Con 250.000 amigdalectomías en su haber, aún hay quien recuerda a aquel especialista que le recetó tomar polos después de arrebatarle las anginas, lo que salvó a sus pacientes de las temidas fiebres reumáticas. El Domingo de Resurrección moría, a los 94 años, un médico empeñado en “curar, aliviar y consolar”.

    Trabajó hasta los 85 años y, nueve años después, una neumonía ponía fin a una salud que pendía de un hilo. Y es que la vida de este médico avanzó paralela al sufrimiento. Era el octavo de doce hermanos, pero cuatro perdieron la vida en la infancia víctimas de hambrunas y tuberculosis. El hijo de Ricardo y Casilda fue el único médico de una familia ligada a la magistratura. Desde muy pequeño, Manuel fue un sufrido paciente otorrinolarongológico, ya que se sometió a una tardía operación de vegetaciones e incluso pasó por una trepanación de oído y una intervención de tabique nasal.

    La muerte de sus hermanos por causas que hoy se habrían evitado y las dolorosas intervenciones a las que fue sometido pudieron encender, en opinión de la familia, la chispa de la vocación médica. El caso es que, nacido en Manzanares, donde su padre estuvo destinado como juez, estudió en Madrid porque fue donde se trasladó la familia también por motivos laborales.

    Manuel Acebal recordaría la Guerra Civil con nitidez durante toda su vida, ya que la sufrió con 13 años, sin su padre, que tuvo que huir de Albacete, viendo a sus hermanos enfermos y pasando hambre.

    Fue médico y sufrido paciente durante toda su vida

    La etapa de Madrid sería más dulce. En la capital de España acabó la carrera de Medicina, aquí conocería a su mujer, Avelina Lucia, en la cátedra del doctor Guillermo Núñez, en el Hospital Clínico San Carlos. Y es que mención aparte merece la viuda del doctor Acebal, que hoy tiene 91 años. Su compañera inseparable durante más de medio siglo también es otorrino. Fue premio extraordinario de carrera en una época en la que una mujer en Medicina era una excepción.

    Acebal y Lucia se casaron en Madrid en 1954, enlace al que invitarían incluso a Gregorio Marañón. No obstante, el matrimonio se instalaría en Hellín hasta 1958, año en el que Manuel Acebal abrió la clínica de la Plaza de la Constitución, un tercero sin ascensor donde estuvo hasta el año 1997. Se trasladó al Sanatorio de Santa Cristina por sus pacientes, ya que para muchos las escaleras eran un problema, aunque él siguiera subiendo con la energía de un veinteañero.

    El doctor Acebal siempre tuvo un trato cercano con quienes sufrían

    Manuel Acebal se jubiló de la sanidad pública en 1992, a los 69 años, pero ejercería hasta 2009 cuando, con 85, dejó definitivamente el testigo a su hijo Manuel, también otorrino, con quien compartió consulta en la última etapa. De sus cuatro hijos, tres siguieron sus pasos en la medicina, pero sólo Manuel escogió la especialidad de sus padres.

    Tuvo una infancia dura por las penurias de la Guerra Civil y por su falta de salud, pero el sufrimiento no lo acompañó sólo en aquella etapa. Con 44 años estuvo al borde de la muerte por múltiples úlceras que obligaron a quitarle gran parte del estómago. Fruto de aquella generación de médicos que vivía por y para su profesión o consecuencia de su experiencia como paciente, el caso es que el doctor Acebal siempre tuvo un trato cercano con quienes sufrían. Recurría al humor para quitar hierro a diagnósticos que no siempre eran fáciles de asumir.

    De profundas creencias religiosas, quizá morir en Domingo de Resurrección fue una señal para un médico convencido de que esta vida, en la que ha estado 94 años, sólo era un puente hacia otra.

    El Autor

    Dolores Carcelén  Periodista