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Empujados por las crecientes evidencias de la detección y el tratamiento en estadios tempranos de los cánceres colorrectales y de los pólipos adenomatosos, se puede reducir la mortalidad, por lo que en Castilla-La Mancha se ha decidido, por fin, hacer un programa que minimice los efectos de esta patología tan prevalente en nuestro país. Así nos sumaríamos a la Comunidad Vasca, que nos adelanta hasta por la derecha en este campo.
Cuando hablamos de cribados de cáncer, nos vienen a la mente el de mama y cérvix, con los excelentes resultados y acogida por parte de la población.
En el cáncer colorrectal (CCR), sin embargo, el éxito no se ha demostrado en cuanto a la aceptación de la población diana. Y es que genera mala prensa, porque las pruebas exploratorias, por las molestias que producen, resultan difíciles de aceptar. No obstante, el primer paso, que es el análisis de heces, no debería resultar problemático.
Serían necesarias campañas explicativas, didácticas y pedagógicas que faciliten la comprensión y aceptación. Una buena campaña es clave.
Desde la Atención Primaria y por múltiples razones, entre las que consideramos la proximidad, cercanía, accesibilidad y capacidad de captación, es donde se deben poner todo el empeño y los recursos para que este programa sea eficiente y rentable (por qué no) al servicio público sanitario.
Presupuestemos y capacitemos al personal para estas actividades que van a tener una gran repercusión social. Empecemos e identifiquemos aquellos pacientes con carga genética que tanto podemos hacer por ellos, ya que la herencia desempeña un papel relevante. Decir que ha evolucionado notablemente el desarrollo de las técnicas para identificar los genes que incrementan el riesgo de padecer la enfermedad, pero quedan muchos retos que superar antes de que se aplique en la prevención del cáncer todo el potencial del diagnóstico genético.
Si queremos ser equitativos es necesario dotar y planificar para evitar frustraciones.
