• ¿Cuál es la mejor bebida “deportiva”?

    El Autor

    Francisco Botella Romero

    Jefe de Servicio de Endocrinología y Nutrición

    Somos aproximadamente dos terceras partes de agua, por lo que este elemento es imprescindible en nuestra dieta. Se recomienda tomar entre 2 y 2,5 litros diarios de agua, aunque ciertas poblaciones especiales como las embarazadas, ancianos y niños tienen unas necesidades diferentes.

    La mejor forma de asegurar una buena hidratación es bebiendo agua, algo fácil y barato en nuestro medio. Las verduras y frutas también están compuestas en su mayor parte por agua, por lo que no deben olvidarse en una alimentación saludable, siguiendo el patrón alimentario mediterráneo, para optimizar nuestro estado de hidratación.

    En las últimas décadas, las bebidas especialmente diseñadas para los deportistas se han puesto muy de moda, llenando estanterías en todos los supermercados y buscando ofrecer esa “solución mágica” que nos haga mejorar en nuestro rendimiento o, simplemente, como una forma de hidratación. Las bebidas “deportivas” están compuestas por agua saborizada que suele contener carbohidratos, minerales, electrolitos y, en algunas ocasiones, vitaminas y otros nutrientes (sin estimulantes como la cafeína, a diferencia de las bebidas “energéticas”). Aportan entre 10 y 70 Kcal por ración, a expensas fundamentalmente de mezclas de glucosa, sacarosa, fructosa, jarabe concentrado de fructosa, de cereales y maltodextrinas; macronutrientes relacionados con el desarrollo de caries, obesidad y diabetes. El consumo de bebidas con carbohidratos simples incrementa la ingesta energética sin apenas un valor nutricional añadido.

    El uso de bebidas “deportivas” en lugar de agua durante, o después, del desarrollo de ejercicio físico suele ser innecesario. Las características de intensidad y duración del ejercicio físico que practica la mayoría de la población no precisa de medidas nutricionales adicionales; más allá de la pura rehidratación, y deberían estar limitadas a deportistas que desarrollen una actividad física prolongada y/o vigorosa con mecanismos de sudoración compensatorios que implican pérdidas importantes de sodio. Esta situación se acentúa durante el ejercicio en ambientes calurosos y se ve afectada por el nivel de entrenamiento y la aclimatación al calor. Por lo tanto, ante un ejercicio leve, o nulo, la pérdida de sodio no es un factor a tener en cuenta y el consumo de este tipo de líquidos puede tener incluso efectos perjudiciales. Nuestra alimentación, como ocurre con tanta frecuencia en nuestro medio, ya incluye cantidades excesivas de este mineral.

    Por lo tanto, las bebidas “deportivas” no deberían sustituir al agua que acompaña a la ingesta de alimentos sólidos durante las comidas principales del día ni consumirse en condiciones en las que no tenemos que reponer ninguna pérdida por la sudoración, como ocurre en general, tras ejercicios moderados que duran menos de una hora, en los que es suficiente beber simplemente agua antes, durante y después del ejercicio para conseguir una adecuada hidratación. El agua, en combinación con una dieta saludable, ya proporciona al organismo los niveles necesarios de electrolitos.

    Por otra parte, hemos de recordar que reponer pérdidas de otros líquidos biológicos (por ejemplo, en el caso de diarrea) requiere de un tratamiento médico específico y la composición en sales de estas bebidas no está diseñada para tal fin.

    Por todo lo anterior, el Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (parte de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética, FESNAD), se suma a la iniciativa anual del Día Nacional de la Nutrición bajo el lema “Hidratación también es salud” aconsejando que el consumo de bebidas “deportivas” se realice de forma informada y responsable.