• Del centro de salud de Perú a las mariposas

    El Autor

    Rigoberto López Honrubia

    Profesor de Psicología de la Salud en la Facultad de Enfermería. Crónicas de un caminante

    Día A. (Perú)

    Desde Iquitos, capital de la región de Loreto en el corazón de la amazonia peruana, viajó con mi amigo Don Mario y dos estudiantes de Enfermería a un centro de salud rural, la Posta de Paujil, a 40 km de la ciudad, por la única carretera en 100 km a la redonda. Atiende una población de 6000 personas,  población flotante de parejas jóvenes con una media de entre 4 y 5 hijos.

    Estos estudiantes están haciendo su proyecto local participativo como actividad final de carrera, en su quinto y último año. Han organizado una chocolatada para, aproximadamente, 300 niños menores de 5 años, y me han pedido colaboración para planificar algunas actividades. En la posta hay un médico general, un odontólogo, dos obstetras que a veces atienden allí los partos, dos enfermeras y dos estudiantes (Enrique y Diego) y 6 técnicos/auxiliares. El médico gerente me cuenta que realizan actividades de nivel 1 y 2, promoción y prevención de salud (embarazo, crecimiento y desarrollo, enfermedades infecto contagiosas…). Otro equipo se desplaza al interior de la selva para visitar poblados y comunidades más distantes y detectar casos que requieran intervención.

    Las enfermedades más frecuentes son la malaria y el dengue; también hay  bastante anemia entre embarazadas y niños, por carencias nutricionales ya que se alimentan sobre todo de arroz y pescado. Me cuenta que la población está muy desinformada, por ejemplo, creen que la malaria se transmite por beber agua contaminada (picadura de un mosquito). Los pacientes acuden a la posta desde el interior de la selva, a veces después de varias horas andando por sendas embarrizadas (llueve torrencialmente con frecuencia), o portando a sus bebés en brazos. El éxito de las convocatorias en el centro para realizar actividades preventivas depende de incluir en la programación alguna recompensa, siendo muy eficaces la chocolatada y  juguetes para niños. “El control de la salud esta funcionando bastante bien, desplazando a la ciudad solamente urgencias graves y embarazos planificados”. No tienen conflictos con chamanes y hombres medicina de la zona, coesixtiendo ambos modelos entre la población, especialmente entre los más mayores.

    Día B.

    Después de un trayecto en lancha rápida por el Amazonas, de 45 minutos, llego a la comunidad de San Rafael. Tras el desembarco, un largo puente de madera entre vegetación, perros que me acompañan y “vikis” (Victoria Regia, grandes hojas flotantes) llego a una plaza central que resulta ser un campo de fútbol con césped natural, rodeado de cabañas de madera con tejados de hojas de palmera o de  calamina.

    Es la hora del colegio y no se ven niños, solo las gallinas campan a sus anchas por la cancha. Y algunas personas mayores me saludan, “qué hay amigo”. Me indican la casa donde me recibe Carmela, amable y de conversación fluida, y tras los saludos me muestra mi cuarto, con mosquitero y todo y otras dependencias, incluida la zona de baño en el río, una quebrada con agua color chocolate en la que hay un barco (es verano, 30 grados y mucha humedad). En la dependencia central, una gran mesa, fogón de carbón donde hierven cacerolas, ¡por cierto huele muy bien! y conviven perros, gatos y gallinas; también sirve para almacenar panochas de maíz, y una puerta que da a un porche con barreños llenos de agua para el baño casero. Al momento llega Pedro, su marido, y almorzamos juntos (huevos fritos, pescado en salsa, maduro, ensalada de cebolla y palta con ají (¡me encanta!), frutas variadas (toronjas, manzanas, piña, mango…) y café. No falta los ricos zumos de frutas tropicales.

    Después del almuerzo viene un guía para llevarme al mariposario donde voy a conocer paso a paso la crianza de las mariposas: plantas hospederas, puesta de huevos debajo de las hojas, larvas y pupas (crisálidas) camufladas y preciosas mariposas revoloteando. Después en la casa de la cría conoceré 10 especies identificadas en un proyecto de investigación de la Universidad Nacional de la Amazonia Peruana. Por la noche un nuevo guía me lleva a una reserva comunal de bosque primario con diversidad de especies y flora para oír como respira, incluyendo la chacra del chuyachaqui, el demonio local, un ser escurridizo que engaña a la gente y les hace perderse o portar desgracias.

    Todos a los que he preguntado lo han visto, o son conocedores de sus habilidades, entre las que sobresale el disfrazarse de cualquier cosa. Uno de sus pies es más pequeño que el otro. No nos lo hemos encontrado. Solo sonidos de monos, pájaros, ramas crujientes y la fantasmal imagen de árboles milenarios de impresionantes troncos, raíces aéreas y casi tocando el cielo. Me sorprendió una liana, de la muerte, conocida como ayahuasca, muy utilizada por chamanes en sus ritos de curación. Al día siguiente regresamos para continuar visitando árboles y plantas medicinales. Mis guías, Goyo y Herman, eruditos rastreadores de la selva, identificaban su nombre técnico y vulgar, usos y propiedades y me sorprendían con curiosidades y tradiciones. Me dieron a beber, comer, oler y hasta buenos augurios para el futuro.

    Día X.

    En el árbol de Navidad de mi casa en Albacete, junto a las bolas y luces, penden algunas crisálidas. A la vuelta de la excursión del día, mis hijas sobresaltadas gritan que “han salido y están aleteando”. El milagro se está produciendo, dos mariposas están emergiendo de la pupa e intentan estirar sus alas después de 40 días (huevo, larva, prepupa, pupa, y adulto).

    Pedro me preparó cuatro crisálidas para que emergieran la madrugada de año nuevo y los más jóvenes pudieran empezar el año con ilusión. Pero una de estas especies se ha adelantado y tal vez no haya podido retenerse estando la ciudad de celebración navideña. Nos hemos emocionado ante tal espectáculo y los vídeos caseros han empezado a proliferar entre las redes familiares y de amigos. Una vez que las mariposas hayan endurecido sus alas las liberaremos, aunque somos conscientes que su viaje va a ser corto dado las condiciones climáticas y que aquí no tienen sus plantas hospederas, donde exclusivamente ponen sus huevos y de las que se alimentan. Pero el milagro ya se ha producido. Los ojos de nuestras hijas, sus gestos y expresiones lo confirman. Así pues, ¡Que el próximo año sea de transformación y vivido con amabilidad¡