• Doctor Arnouk, un sirio en Albacete

    Sencillo, cercano y afable. Escucha al paciente, lo mira a los ojos y se dedica a él como si no pasara el tiempo. En su consulta no hay ni ordenador ni reloj. No se trata de un psiquiatra. Najwan Arnouk es internista, una especialidad que, en su opinión, lo abarca todo menos la Pediatría. Este médico sirio, de 67 años, hubiese ejercido toda la vida en Albacete, pero Sanidad lo jubiló en 2015 y él acaba de cerrar su consulta privada. Su historia comienza en un pueblo costero de Siria, un 4 de octubre de 1949.

    Después de todos estos años, Najwan tiene una imagen que permanece grabada en su memoria como si fuera ayer. Había aprobado la última asignatura. Se sentó en las escaleras de la Facultad de Medicina de Valencia y lo primero que hizo fue escribir una carta a sus padres. Pero detrás de esta fotografía hay una larga historia de esfuerzo y separación.

    Su padre era empleado de una compañía inglesa de petróleo, aunque pertenecía a una familia con amplia tradición médica. Arnouk sólo recuerda que le gustaba curar, que desde que tenía 8 años sólo daba una respuesta a lo que quería ser de mayor, médico, siempre médico.

    Sin embargo, cuando llegó la hora de dar el salto a la Universidad, en Siria no le daba la nota para entrar en Medicina. Las Matemáticas y su terrible relación con los números, con los que nunca ha podido, frenaban su sueño. Pertenecía a una familia de clase media. Él era el segundo de cuatro hermanos, por lo que salir fuera del país resultaba una solución complicada. Sin embargo, no le quedaba otra. Le propuso a su padre marcharse a España y accedió, aunque su estancia costaba la mitad del sueldo paterno.

    Interna supone todas las especialidades en una”

    Arnouk aprobó un examen que sólo superaron 22 de los 52 extranjeros que se presentaron, lo que le permitió ingresar en la Facultad de Medicina de Valencia. Perdió un curso porque cuando resolvió todo el papeleo corría el mes de abril, por lo que tuvo que estar de oyente. Eso sí, a partir de ahí se enfrentó al idioma y a todas las dificultades con tal esfuerzo que aprobaba siempre en junio.

    Aquel joven sirio empezó Medicina con la firme convicción de que lo suyo era la Cirugía, pero hubo un profesor, Miguel Carmena Villarta, “un apasionado de la Medicina”, que reorientó su vocación. “Se lo agradeceré siempre. Como internista he tenido lo que he querido, el trato directo con el paciente y estar al día en todo. Interna supone todas las especialidades en una, todas, menos Pediatría”.

    El doctor Carmena reorientó su vocación

    Hizo la residencia en el Clínico, precisamente en la cátedra del doctor Carmena. Fue la casualidad lo que le desligó de Valencia. Al mismo acabar la especialidad, le llamaron de Albacete para sustituir a la doctora Ascensión Rueda. Arnouk tenía entonces 31 años y empezó a encadenar contratos temporales hasta que en 1984 entró como interino en Sanidad. Tuvo una etapa, con el también médico José María Samaniego, en la que vio pacientes, pero acabó en tareas en las que perdía ese trato directo, por lo que abrió una consulta privada que ha mantenido hasta hoy.

    Y después de toda una vida dedicada a la Medicina, qué hará a partir de ahora Najwan Arnouk: “No desconectaré de los amigos ni de mi profesión. Seguiré leyendo a diario, como hacemos todos los médicos, pero, aunque me dé pena, no ejerceré. Es así y hay que aceptarlo”.

    También tendrá más tiempo para sus dos hijas, una estudió Telecomunicaciones y otra compagina Enfermería con la carrera de canto. Sacrificó su vocación médica para dedicarse también a la música.

    La última reunión familiar fue en Siria durante la Navidad de 2008

    Pero al margen de su día a día en Albacete, Arnouk no puede olvidar que es sirio. Llega la jubilación y se encuentra con que regresar a su tierra, aunque solo fuera de visita, sería imposible. “No tenemos ni embajada”, dice con nostalgia, al tiempo que recuerda la última Navidad con los suyos. En 2008, la familia Arnouk se reunió por última vez. Hoy Siria es “un horror, una calamidad“. En su opinión, nadie podía presagiar el infierno que se avecinaba. Arnouk no toma partido, no sabe a quién culpar ni se atreve a decir si Europa está actuando bien, sólo sabe que su familia ha tenido que huir de Alepo, que está provisionalmente a salvo, pero sigue en Siria y allí no hay ni un solo rincón fuera de peligro, sobre todo para los Arnouk, ya que pertenecen a la minoría cristiana.