• Garde, la investigación por bandera

    Abandera una cruzada en favor de la investigación que nunca antes se había visto en la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM). Dio la voz de alarma con el Gobierno del PP y ahora mantiene su advertencia con el del PSOE. Este catedrático, deportista de dormir poco y trabajar mucho, defiende a los suyos a capa y espada. Profesor de Farmacia y Agrónomos, Julián Garde no se cansa de repetir que hay una relación directa entre la riqueza de un país y su inversión en investigación, que la calidad de vida y los avances sanitarios pasan por las famosas tres letras I+D+i.

    Quijote

    Garde está al frente del Vicerrectorado de Investigación y Política Científica desde el año 2011. El cargo y su defensa de la universidad lo han situado en el objetivo mediático. Y es que se ha empeñado en abrir los ojos a una clase política que no acaba de abrir el grifo a las partidas para educación, innovación, desarrollo e investigación. Quién le iba a decir a este veterinario madrileño que acabaría siendo un quijote, en La Mancha, en el siglo XXI. Quizá haya tirado la sangre conquense de sus abuelos o que Albacete sea su tierra de adopción.

    José Julián Garde López-Brea nació en Madrid en 1966. Hijo de veterinario, decidió seguir los pasos de su padre y estudió en la Complutense. Acabó especializándose en Medicina y Sanidad Animal y, en cuanto se licenció, empezó lo que hoy define como “su drama vital”. Se dio cuenta, gracias a una beca, que la investigación le gustaba más que la veterinaria clínica. Así, después de su paso por el Instituto Nacional de Investigación Agraria (Inia), en 1993 leyó la tesis. Se encontró entonces con que era doctor y estaba en paro. Iniciaba el periplo del investigador, “siempre peleando por los recursos”.

    Como su tesis versaba sobre inseminación de ovino con semen congelado, acabó en Valdepeñas trabajando para una asociación de ganaderos. Pero aquello duró poco. Ya en Castilla-La Mancha, se enteró de que la Escuela de Ingenieros Técnicos Agrícolas preparaba el salto a la titulación superior. Como tenía el doctorado, Garde entraba en 1993 como ayudante en Agrónomos; en 1997 se convertía en profesor titular y en 2003 alcanzaba la cátedra. Desde 2007, es académico de número de la Real Academia de Ciencias Veterinarias de España y, desde 2016, de la Real Academia de Doctores de España.

    No fue buen estudiante hasta que llegó a la Universidad. De hecho, reconoce que entró en la Complutense por los pelos, pero con el tiempo fue aplicando en su vida lo que vivió con el deporte en la etapa universitaria. El waterpolo resultó ser como la investigación. Horas de entrenamiento, esfuerzo, trabajo en equipo, pero la satisfacción personal como única recompensa. Llegó a jugar en la liga nacional y aún hoy nada siempre que puede.

    La responsabilidad del cargo de vicerrector, la lucha por conseguir fondos, los tirones de oreja a los políticos regionales y las clases en Farmacia y Agrónomos le llevan a jornadas maratonianas como la del día de esta entrevista, que tuvo lugar a las once de la mañana y Garde se había acostado trabajando a las cinco y media de la madrugada. Pero también queda tiempo para la fundación “Una brazada un céntimo”, que creó con unos amigos para ayudar a niños que, por problemas económicos o de salud, no pueden acceder al deporte. Así, en 2012, llegó a cruzar el Estrecho de Gibraltar a nado.

    Dice que duerme poco, entre cuatro y cinco horas, pero “rápido y tranquilo”. La clave está en una filosofía de vida: “Darlo todo en lo que hagas”. De hecho, considera que, como funcionario, lo que debe tirar es el sentido de servicio público. Le han tentado a salir de Castilla-La Mancha, pero, a pesar del sacrificio personal, considera que investigar en esta región, por sus dificultades, “tiene muchísimo más valor para el beneficio de los ciudadanos de Castilla-La Mancha que hacerlo fuera”.