• La impotencia de afrontar la muerte

    El Autor

    Vicente Calatayud

    Jefe del Servicio de Neurocirugía del Complejo Hospitalario de Albacete

    En estos días, y en concreto hoy, la muerte está de fiesta, Día de los Difuntos, se celebra Halloween (contracción de All Hallows´Eve, víspera de Todos los Santos), también podemos asistir a la representación don Juan Tenorio. Pero no hay nada más terrible que te notifiquen la muerte de un hijo, ningún día es bueno para recibir esta noticia, no estamos preparados para ello.

    Hoy, una vez más a lo largo de mi vida profesional, he sentido el dolor de tener que notificar a unos padres, que a pesar de haber hecho todo lo posible, la evolución de las lesiones de su hijo no permitirían que  siguiera viviendo.

    He experimentado una vez más esa impotencia que por desgracia esta profesión nos hace sentir con más frecuencia de la que nos gustaría, pero la vida, como dijo alguien, no es justa ni injusta es La Vida.

    Esta sensación de impotencia, este dolor que se  experimenta cuando se tiene que dar una noticia de estas características, se transforma en rabia,  en cólera, en necesidad de pedir explicaciones cuando uno abandona el hospital y se encuentra con un camión resonancia, con una valla que esconde un aparcamiento inacabado, una valla que debía estar en el suelo hace meses, unos accesos hospitalarios mejorados, un hospital cacareado a bombo y platillo, por alguien que se dice presidente de los castellanomanchegos.

    El dolor se cronifica cuando uno ve las limitaciones de nuestro hospital

    Este dolor se agudiza y cronifica al mismo tiempo cuando uno piensa y es consciente de las limitaciones de nuestro hospital, que ya tantas veces hemos denunciado, dotaciones diagnósticas, material en quirófanos, posibilidades quirúrgicas, contratos basura, listas de espera quirúrgica y diagnóstica interminables y sin posibilidades de salir adelante.

    La distinta forma de interpretar las cifras de las listas de espera, los resultados de los rendimientos quirúrgicos por parte de la administración y los profesionales del Sescam, es algo crónico e independiente del gobierno de turno.

    Podemos hacer mil campañas con lazos, con propagandas, con programas, pero si no dotamos nuestros hospitales de personal, de medios técnicos, toda esa humanización de la que presumen nuestros dirigentes quedará en el papel de esos programas y en la buena intención de los lazos.

    Hoy festejamos la muerte, la festejamos porque es parte de la vida, pero no debemos olvidar que la muerte nunca está de vacaciones.