• La odisea de viajar con niños alérgicos

    El Autor

    Pilar Morón

    Madre y delegada de la Asociación Española de Personas con Alergia a Alimentos y Látex en Castilla-La Mancha (Aepnaa)

    Llega el verano y con él las ansiadas vacaciones estivales. Elegir destino, buscar un apartamento o un hotel, preparar las maletas y… ¡a disfrutar! Pero, cuando viajas con una alergia alimentaria, las cosas son un poco más complicadas.

    La mayoría de las veces prescindes de buscar un hotel, porque pese a la puesta en marcha del RD 126/2015 y el Reglamento UE 1169/2011, son muchos los establecimientos hosteleros que no los aplican con corrección, ya que detectamos que hay un gran desconocimiento de lo que son las trazas y la contaminación cruzada.

    En los bufet, por muy bien indicados que aparezcan los alérgenos contenidos en cada plato, olvídate de comer con tranquilidad, puesto que la mayoría de los usuarios (totalmente desconocedores del tema) utilizan cualquier cubierto para servirse y, por ejemplo, una ensalada apta puede aparecer “contaminada” con mayonesa, con el riesgo que conlleva para un alérgico al huevo.

    Es cierto que en muchos de los hoteles, que no en todos, se ofrecen a preparar un menú aparte, pero en estos la variedad es bastante reducida, limitándose en la mayoría de los casos a carnes y pescados a la plancha con diferentes guarniciones.

    Ir a un apartamento es más sencillo, aunque no son pocos los veraneantes alérgicos que viajan con su “menaje seguro” (por ejemplo, los alergólogos no recomiendan usar la misma batidora a un alérgico al huevo, leche…).

    Es importante tener localizado un supermercado en el que hagas la compra habitualmente, para que la ardua tarea de leer etiquetas se simplifique un poco.

    Si el viaje es fuera de España, aún es más complicado. En este caso, es frecuente incluir una maleta con comida apta, por lo que pueda pasar. Además, ir preparados con tarjetas que indiquen cuáles son nuestras alergias en el idioma del país que visitamos.

    En cualquier caso, no falta en el equipaje el kit de medicación de emergencia, compuesto por antihistamínico, corticoides y uno/dos autoinyectores de adrenalina. También solemos incluir la precaución de conocer cuál es el centro médico más próximo a nuestro emplazamiento.

    Con los niños el problema son las colonias de verano. Tal y como se refleja en un estudio reciente de SEICAP, la mayoría de campamentos de verano carece de personal formado para atender y tratar a los niños alérgicos. De aquí la importancia del campamento que cada año organiza AEPNAA (Asociación Española de Personas Alérgicas a Alimentos y Látex) de la cual formo parte, y que posibilita que decenas de niños y adolescentes disfruten en un entorno totalmente seguro para ellos.

    Y por último, salir a tomar algo por ahí, a vueltas de nuevo con el RD 126/2015 y su correcta aplicación.

    Por lo que veis, un viaje que bien puede parecer la misma “Odisea”.