• Las farmacias se suman a la campaña “Menores ni una gota”

    La prevalencia del llamado «binge drinking» o atracón de alcohol entre la población entre 14 y 18 años de Castilla-La Mancha es del 40,7%, siendo más de 300 los jóvenes atendidos durante el pasado año sólo en el servicio de Urgencias del Hospital General Universitario de Albacete afectados de intoxicaciones etílicas. En este contexto, los farmacéuticos se suman a la campaña que va a llevar a cabo el Consejo General de Colegios Farmacéuticos junto con la Fundación Alcohol y Sociedad (FAS) y que lleva por nombre «Menores ni una gota», con la que se pretende prevenir el consumo de alcohol en adolescentes, que en los últimos años ha experimentado un crecimiento preocupante.

    Fruto de este acuerdo de colaboración entre el Consejo General de Colegios Farmacéuticos y la FAS, el farmacéutico comunitario podrá participar en la prevención del consumo de bebidas alcohólicas entre los menores de edad, para lo cual previamente podrá participar en la sesiones de actualización de conocimientos que se han programado vía on line.

    El objetivo de esta iniciativa es prevenir el consumo indebido de alcohol y colaborar en la resolución de los problemas sanitarios derivados, mediante una campaña de sensibilización dirigida a la población general, teniendo en cuenta que cada vez más los adolescentes inician consumos compulsivos de alcohol (los llamados atracones) a edades más tempranas.

    Sólo en Albacete, 300 jóvenes llegaron el año pasado a los servicios sanitarios con intoxicaciones etílicas

    Los farmacéuticos dispondrán de folletos informativos en sus farmacias y contarán con una guía de intervención para actuar con menores con problemas de adicciones al alcohol.

    Si bien en España la Ley no permite el consumo de bebidas alcohólicas a los menores de 18 años, crece la cifra de adolescentes que consumen alcohol. Sin embargo, los farmacéuticos recuerdan que existen diferentes razones por las que un menor no debe ingerir ni una gota de alcohol, como que el consumo de alcohol afecta a su organismo que está todavía en desarrollo; interfiere en su nutrición, crecimiento y desarrollo físico y psicológico; reduce su capacidad de aprendizaje y afecta a su desarrollo intelectual; y puede derivar en el futuro en problemas de consumo abusivo de alcohol.

    Por ello, los farmacéuticos pueden ayudar a los menores detectando si se encuentran en una situación de riesgo y ayudándoles a buscar atención sanitaria, así como advirtiéndoles de que el consumo ocasional de alcohol genera un aumento de las concentraciones de ciertos medicamentos, aumentando el riesgo de aparición de efectos adversos o bien una pérdida o disminución de su actividad. Por ejemplo, el paracetamol aumenta el riesgo de padecer patologías hepáticas; la insulina, si se consume alcohol, la cual puede generar una bajada de azúcar, o antihistamínicos, que aumentan el riesgo de padecer somnolencia y cansancio si se consume junto con bebidas alcohólicas.

    Riesgo de un coma etílico, dificultad de coordinación, familiaridad excesiva, visión doble o borrosa, lenguaje alterado, mareos y vómitos, irritabilidad, dificultad para mantener el equilibrio y comportamientos desadaptativos son los síntomas más comunes de una borrachera.