• Martínez Riaza, un médico con medallero

    El albaceteño Luis Martínez Riaza encontró la fórmula para unir sus dos vocaciones, la medicina y el deporte. La carrera, que cursó en Murcia, le obligó a dejar los juveniles del Albacete Balompié, equipo en el que llegó a jugar como portero en la División de Honor. Sin embargo, se licenció en 1985 y en 1991 ya era especialista en Medicina de la Educación Física y el Deporte. Décadas de estudio y trabajo le han llevado a lo que es hoy, el médico de la Selección Española de Fútbol Sala, equipo con el que ha conseguido dos oros, un bronce y la última plata de un subcampeonato de Europa que supo a oro.

    Hijo del doctor Anselmo Martínez Cuervo y con tres de sus ocho hermanos médicos, Luis Martínez Riaza quería ser facultativo desde que tuvo uso de razón, pero debía especializarse en una disciplina que no lo alejara del deporte. Así, después de terminar la carrera, trabajó tres años becado en el desaparecido hospital albaceteño de Los Llanos, el antituberculoso, donde se acercó a la Neumología y la Cardiología, pero en 1988 decidió especializarse en Medicina de la Educación Física y el Deporte, en la Universidad Complutense de Madrid.

    Después de tres años en Los Llanos y cuatro especializándose en Madrid, Martínez Riaza optó por opositar para entrar en el Instituto Municipal de Deportes de Albacete (IMD). Empezó a trabajar en el Centro de Medicina Deportiva del IMD en 1991, sacó la plaza en 1993 y, en 2012, tras dos décadas de trabajo, se enfrentó, junto a su compañero Vicente Ferrer, al cierre. Con 50 años tuvo que plantar cara a la inestabilidad que supone perder una plaza que, aunque de personal laboral, se consideraba fija. A raíz de aquel revés, aumentó su apuesta por la Real Federación Española de Fútbol, con la que había empezado a trabajar en 2008.

    Este médico ha elegido un camino que le ha llevado a disfrutar del deporte por todo el mundo, desde Nigeria hasta Brasil, Colombia, China, Argentina o Tailandia. Reconoce que esta senda no es la más lucrativa, pero sí la más gratificante. Durante los partidos sufre tanto o más que el entrenador: “En el banquillo se pasa fatal”. Y es que después de cuidar la alimentación de los futbolistas; estar pendiente de cada jugador para que se recupere en cuestión de días; valorar las lesiones o lidiar entre las exigencias de los clubes y las del seleccionador, las medallas le saben al médico como si hubiera estado en la pista.

    El doctor Martínez Riaza reconoce que el fútbol sala no es excesivamente agresivo, pero esguinces de tobillo y sobrecargas están a la orden del día, sin olvidar lo que supone enfrentarse a una lesión fuera de tus fronteras, lo que te obliga a planificar todo tipo de vacunas, a evitar el agua del grifo hasta para lavarse los dientes o a tratar de descifrar una resonancia en esloveno.

    Cuando no está recorriendo el mundo con la Selección Española, Martínez Riaza es médico Valorador del Daño Corporal, coordinador de la Unidad de Medicina Deportiva del Hospital Quirónsalud de Albacete y asesor médico externo de Mafpre.

    También ha sido médico de las selecciones regionales de fútbol de Castilla-La Mancha (en categorías juvenil y cadete), integrante del servicio médico del Circuito de Velocidad La Torrecica de Albacete, integrante de los Servicios Médicos del Albacete Balompié y del Albacete Futbol-Sala y profesor de la Escuela Castellano-Manchega de Entrenadores de Fútbol.