• Salud y ¿feria?

    El Autor

    Alberto Nájera López

    Profesor de Radiología y Medicina Física en la Facultad de Medicina de Albacete

    El Autor

    Carlos Fernández Escobar

    Médico Interno Residente de la especialidad de Medicina Preventiva y Salud Pública en el Instituto de Salud Carlos III (Madrid)

    De nuevo arranca el mundo en Albacete tras el largo periodo estival que culmina con 10 días de actividades, conciertos, manchegas pero también grasa, azúcar, alcohol y ruido. En estos 10 días hemos estado midiendo la exposición personal a radiación de antenas de telefonía móvil que tanto preocupan a ciertas personas. Y aunque la evidencia actual, a los niveles de exposición habituales son concluyentes y parecen descartar todo efecto severo, seguimos midiendo para que esa evidencia sea lo más robusta posible.

    Pero no vamos a hablar de la exposición a la radiación electromagnética sino de otros factores que sí sabemos que son muy perjudiciales para la salud y que, para una gran mayoría de los visitantes del Recinto Ferial son el eje fundamental que dirige su diversión: alcohol, grasa, azúcar, tabaco y ruido. Vaya por delante que no es nuestra intención amargarle la Feria a nadie además lo hacemos una vez ha terminado y esperando que, el año que viene, nuestras recomendaciones estén en el baúl de los recuerdos. Así queremos llamar la atención y despertar conciencias, sobre todo políticas, para en el futuro, poder contar, que se puede, con una Feria saludable.

    Hago un pequeño paréntesis en mis artículos sobre pseudoterapias pues, como suelen decir, la actualidad manda. Terminada la Feria y antes de volver a la rutina ¡al fin! creo que es momento de hacer un breve análisis de si estamos ante una Feria saludable o no y para ello cuento con la ayuda de un antiguo alumno, Carlos Fernández Escobar, actualmente formándose en el Instituto de Salud Carlos III en la especialidad de Medicina Preventiva y Salud Pública.

    Alcohol: En la Feria somos testigos de una exaltación total del alcohol, omnipresente en todo el recinto: mojitos, sidra, cubatas, etcétera. La reciente “tradición” ferial del botellón congrega a miles de jóvenes, muchos de ellos menores, dispuestos a emborracharse con un consumo intensivo de alcohol, el llamado binge drinking o “atracón”. Sabemos que beber alcohol es perjudicial para la salud, incluso en pequeñas cantidades, y esto es especialmente cierto para los adolescentes y jóvenes. El alcohol causa más de 200 enfermedades, como cánceres, alcoholismo y trastornos mentales, problemas cardiovasculares y cirrosis de hígado. Sus efectos inmediatos son tristemente habituales en Feria e incluyen la intoxicación, el coma etílico y el aumento de las conductas impulsivas y arriesgadas: peleas, agresiones sexuales, consumo de otras drogas (marihuana, cocaína… menos visibles, pero también presentes en Feria), relaciones sexuales sin protección y accidentes de tráfico. A pesar de que el alcohol es la quinta causa de discapacidad y muerte prematura en nuestro país, y que nos supone 9 millones de euros (¡al día!) en costes sanitarios y sociales, la Feria sigue siendo un paradigma del consumo excesivo de esta droga.

    Comida insana: Comer sano durante la Feria es misión imposible. Al festival de carnes rojas y procesadas, tales como chorizo, morcilla, guarra, panceta y hamburguesas, se le unen los dulces en forma de Miguelitos, gofres y helados. Tal vez se salven las mazorcas, berenjenas y los puestos de coco partido, que están en franca minoría en un panorama donde la fruta y la verdura ni están, ni se las espera. Estos alimentos insanos están en el núcleo de la llamada “epidemia del siglo XXI”: la obesidad y sus consecuencias, diabetes y enfermedades cardiovasculares. Es llamativo que, en un país que se enorgullece de su “dieta mediterránea”, la obesidad y la mala alimentación sean la tercera y la cuarta causas de enfermedad y muerte, respectivamente. Los expertos culpan al “ambiente alimentario tóxico”: la presencia constante y abrumadora de comida insana en todas partes, que dificulta las elecciones saludables y que castiga especialmente a los niños. No sabemos si dicho término se acuñó tras pasar unos días en la Feria intentando comer sano, pero bien podría ser el caso.

    Tabaco: En nuestro ranking de peligros para la salud en la Feria no podía faltar el asesino número uno en España: el cigarrillo y sus humos. El tabaco campa a sus anchas en la Feria, un lugar donde se incumplen de facto las normativas antitabaco. Es rutinario ver fumar dentro de las carpas, locales con paredes y techo donde el humo se acumula. También lo hace en los redondeles, donde se reúnen cientos de personas en escasos metros cuadrados, por lo que es habitual que la ropa, y el interior de los pulmones, acaben impregnados en olor a tabaco. Conocemos desde hace décadas que el humo del cigarrillo es cancerígeno para el fumador y para quienes le rodean y, sin embargo, las autoridades hacen la vista gorda en Feria frente a este importante problema de salud.

    Ruido: El ruido es otro de los factores que hacen de la Feria de Albacete un lugar tremendamente peligroso para la salud. ¿Es preciso estar inmerso en niveles que pueden llegar a los 90 dB, incluso niveles superiores cerca de los inmensos altavoces que se sitúan por todas partes, para divertirse? Además de daño en el sistema auditivo que puede derivar en una sordera, el ruido puede provocar alteraciones del ritmo cardíaco, riesgo coronario, hipertensión arterial y excitabilidad vascular por efectos de carácter neurovegetativo. También afecta al sistema endocrino, con alteraciones hipofisiarias y aumento de la secreción de adrenalina, al aparato digestivo provocando un incremento de enfermedad gastroduodenal por dificultar el descanso, así como otras afecciones por incremento de estrés, aumento de alteraciones mentales, tendencia a actitudes agresivas, dificultades de observación, concentración, rendimiento y facilitar los accidentes. No podemos dejar de pensar en los trabajadores que pasan muchas horas en los puestos y carpas ni olvidar a los vecinos de la zona que durante estos 10 días se verán maltratados con niveles superiores a los 55dB cuando no deberían superarse los 30dB.

    Como decíamos al principio, no queremos aguarle la fiesta a nadie, sólo llamar la atención sobre ciertos hábitos que sería preciso cambiar o al menos ir modificando poco a poco y donde el Ayuntamiento, último responsable de todo esto, debería tomar nota y apostar por medidas e incentivos a hábitos saludables. Como sugerencia ¿qué tal ceder un local de forma gratuita para la venta de fruta fresca pelada y cortada y que, además, fuera gratis para los niños? ¿Por qué no aprovechar la Feria para promover hábitos de vida saludables? ¿Qué tal prohibir el consumo de tabaco en el interior del Recinto Ferial y a los responsables de las atracciones y en sus alrededores por ser espacio destinado al juego y esparcimiento de menores? ¿Qué tal controlar en el Recinto Ferial el nivel sonoro y que éste no supere en ningún momento los 80dB, que ya estaría bien?

    Pero no queremos terminar sin destacar los aspectos positivos, que los hay, pues todo en la vida tiene luces y sombras, y la Feria no es menos. A pesar de los problemas que hemos comentado, la Feria es beneficiosa para la salud en al menos dos aspectos. El primero es la actividad física y es que el sedentarismo, esa epidemia moderna, no tiene lugar en una Feria de bailes, manchegas y paseos continuos. El segundo son las relaciones sociales, un aspecto fundamental en nuestra salud. Cada vez conocemos más la importancia de tener unas relaciones familiares y de amistad sanas para sumar años a la vida y vida a los años, y la Feria es, en definitiva, un lugar de reencuentro con nuestros seres queridos.

    Con todo lo dicho, cabe preguntarse: ¿somos capaces de imaginar y construir una Feria que, además de lugar de encuentro y diversión, fomente nuestra salud y no la perjudique?