• Sanidad entre recuerdos

    El locutor Nacho García ha abierto una tienda en la calle San Julián de Albacete, que, bajo el nombre de Ayeres, permite viajar en el tiempo.

    Una receta del mismísimo Gregorio Marañón, las caricaturas de Alberto Mateos a toda una generación de médicos, el laxante Bescansa en versión latón o aquel maletín con el que facultativos y practicantes recorrían las calles sin horarios ni descanso. El locutor Nacho García ha abierto una tienda en la calle San Julián de Albacete, que, bajo el nombre de Ayeres, permite viajar en el tiempo. Entre los recuerdos que atesora, también hay espacio para publicaciones, utensilios y curiosidades de una sanidad olvidada.

    El locutor Nacho García ha abierto una tienda en la calle San Julián de Albacete, que, bajo el nombre de Ayeres, permite viajar en el tiempo.

    Ayeres, una tienda para viajar en el tiempo

    La tesis de un médico con el doctor Gregorio Marañón como miembro del tribunal, escrita a máquina y encuadernada en un formato irreconocible; un sello de anatomía o un tratado que se mueve entre lo divino y lo humano. Este cobijo de coleccionistas y amantes de las antigüedades no está especializado en sanidad y, sin embargo, hay objetos, incluso, de la primera botica que hubo en Albacete.

    Y es que Nacho García lleva un cuarto de siglo viajando, investigando, conservando y comprando todo tipo de curiosidades, muebles, recuerdos, artículos de colección o simplemente caprichos con los que se pueden recorrer hasta tres siglos de historia. Entre la Catedral y la calle de la Feria, hay una puerta al pasado que siempre está abierta.

    Entre juguetes del siglo pasado, cerámica, espejos o lámparas antiguas, se encuentran las pastillas de la tos del Doctor Andreu o un microscopio con el que aún se puede trabajar, igual que con las viejas máquinas de fotos, que están en perfecto estado, pero sólo para quien se atreva a recuperar el carrete y el revelado en laboratorio.

    Aquellos que se sientan tentados por el Museo de Medicina de Chinchilla, no podrán resistirse cuando visiten Ayeres, con la diferencia de que aquí, además de mirar, se puede comprar.