• Una chinita en el zapato

    El Autor

    Mía Marín-Barnuevo Fabo

    Enfermera

    Es algo casi imperceptible, una ligera sensación que ni somos capaces de relacionar, de forma automática acomodamos ligeramente el pie y seguimos nuestro camino sin más…

    Ya hace seis meses que la enfermería dejó de poder trabajar sin la indicación y supervisión médica, en todo este tiempo las únicas medidas que se han tomado, han sido las de dar normas que pretenden convencernos de que podemos seguir trabajando como siempre sin que incurramos en ninguna situación de ilegalidad e insistiendo en que en todo momento estamos respaldados por los seguros corporativos…

    Todas y cada una de estas normas son una absoluta ilegalidad, todas y cada una de estas instrucciones lo único que dicen es que “No demos la lata y sigamos calladitos haciendo lo de siempre sin más”… pero lo cierto es que han conseguido su objetivo, la inmensa mayoría de los profesionales de enfermería están convencidos de que estas instrucciones son válidas y las han aceptado sin cuestionarse cuán vergonzoso es que tu administración te incite a cometer una ilegalidad.

    Cumplir la ley es de lo más impopular, y mira que, lejos de quitarnos trabajo, lo único que conseguimos es multiplicar tiempos y esfuerzos si lo que intentamos es mantenernos dentro de la norma sin perjudicar a nadie más.

    Así me siento, como una chinita en el zapato… esa ligera molestia que se ignora sin más, cubriendo continuamente como puedo esos descubiertos que provocarían a mi población problemas sin necesidad, y aguantando que se me increpe si en algún momento llego a molestar.

    Pero una chinita en el zapato que te hace torcer el pie, termina afectando a la rodilla, y a la cadera, y al final se resiente la espalda… Mejor no obviemos mucho más tiempo esas chinitas de nuestros zapatos, o nos costará demasiado recuperar la normalidad.