• Vacunas de ilusión para la sanidad pública

    El Autor

    Juan Jesús López Pérez

    Presidente regional de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia. Coordinador del Centro de Salud de Navahermosa (Toledo)

    En el momento actual que nos ha tocado vivir:

    La estructura básica de la Atención Primaria se creó, clarificó y unificó hacia los años 80. ¡Ya han pasado más de 35 años!

    Se inició con aquella consulta en la que se atendía a demanda a los pacientes que llegaban a los centros sanitarios. Posteriormente, se implementó con programas dirigidos a la prevención y al control de crónicos y continuó su crecimiento con programas para estos últimos.

    Todo lo anterior implica un aumento de la presión asistencial diaria en las consultas, generado por ser la Atención Primaria el único referente sanitario global de todo proceso de salud desde el inicio del mismo hasta su resolución o seguimiento estandarizado de los pacientes crónicos. Sin embargo, ¿de qué herramientas se ha dotado el primer nivel asistencial que configuramos los profesionales de Atención Primaria?

    ¿Qué cambios estructurales se han llevado a cabo para la propia salud del sistema en la
    Atención Primaria después de estos 35 años de actividad?

    Ninguno de gran calado. Seguimos en el mismo nivel de actividad asistencial. Eso sí, con mayor presión, frecuentación y absorbiendo todo aquello que el sistema sanitario no sabe resolver por ineficaz.

    ¿Para cuándo una reforma profunda de este sistema caduco que no deja contento a nadie?

    El hecho de que no se visualice un futuro prometedor invade a los profesionales de incertidumbres que se transforman en desmotivación, no hacia el paciente sino hacia nuestra actitud personal.

    Es necesario dar un giro global a nuestro sistema sanitario actual y en especial a la Atención
    Primaria. Utilizar las nuevas tecnologías para facilitar o eliminar burocracia, tomar decisiones clínicas con el uso apropiado de pruebas diagnósticas que a día de hoy se nos ha negado solicitar para que podamos ser más resolutivos, crear agendas sin presión asistencial sobreañadida y más dinámicas enfocadas a procesos patológicos monográficos.

    Dotar por parte de nuestra Administración Pública a la ciudadanía de conciencia y criterio “justo”, que se eduque en la comprensión de que el sistema de salud es de todos y para todos, que no es gratis, que goza de gran calidad y que hay que cuidarlo en el momento actual y para el futuro de nuestros hijos.

    Se debe iniciar una educación dirigida a la reflexión que comienza en los colegios y donde se ponga empeño en el respeto y la utilización correcta de toda la configuración sanitaria.

    Debemos iniciar una revolución del sistema sanitario a nivel nacional ya. No podemos perder más tiempo contemplando el devenir del tiempo. De lo contrario, estaremos abocados al fracaso continuado del sistema sanitario y a la inoperancia, lo que de por sí ya lo hace insostenible ¿Cuándo empezamos a cambiar esto?