• ¿Sería capaz de pasar 24 horas sin teléfono móvil?

    El profesor de la Facultad de Enfermería de Albacete, el psicólogo Rigoberto López, reta a sus alumnos, cada año, a que renuncien a su teléfono móvil durante 24 horas. Este curso, en una clase de más de 70 alumnos, sólo once han dado el paso. ¿Qué les ha pasado? El síntoma más repetido ha sido: ansiedad.

    La Facultad de Enfermería de Albacete ha retado a más de 70 alumnos a dejar el teléfono durante un día

    Y es que el móvil se mueve entre la utilidad como herramienta de comunicación y una droga que genera nerviosismo, ansiedad y mal humor cuando se echa en falta. Se ha convertido en un elemento tan unido al día a día de toda la población que la mayoría de los estudiantes reconoce dormir con él o bien debajo de la almohada o en la mesilla.

    Después de introducir los móviles en una caja, que no se abre hasta 24 horas después, los voluntarios tienen que confesar cómo ha sido su día sin teléfono. Pero los que no han renunciado a él, la mayoría, también deben explicar por qué no han sido capaces de dejarlo.

    En una tormenta de ideas, la palabra más repetida por la que la mayoría de los estudiantes de esta clase de Enfermería no ha podido renunciar al móvil es por “necesidad”, ya que se convierte en una herramienta de “comunicación”.

    De hecho, una de las alumnas que ha renunciado al teléfono ha reconocido que antes pensó si tenía que hacer algún viaje en coche, ya que, en caso de accidente, lo considera vital. Esta misma estudiante se ha encontrado durante sus 24 horas sin teléfono con que no tenía con qué entretenerse mientras hacía la comida, con que tenía una sensación contante de que le faltaba algo o con que ha tenido que recurrir a un despertador ‘analógico’ que no sabía ni cómo funcionaba.

    Adicción sin sustancia

    En el móvil están la familia, los amigos, el ocio, la comunicación y hasta el despertador y el reloj que se consulta continuamente. Detrás de un pequeño aparato del que dispone toda persona mayor de edad hay múltiples utilidades, pero también la adicción tanto a él como al mundo que abre, desde el juego ‘online’ o la dependencia a las redes sociales, a contarlo y saberlo todo. Es lo que se llama adicción sin sustancia. De hecho, hay quien ha confesado en esta clase el intento por ‘desintoxicarse’ de las redes sociales, pero ese mundo ‘irreal’ merece una clase monográfica.

    24 horas sin móvil
    Sólo once alumnos han estado 24 horas sin móvil, pero la mayoría reconoce que duerme con él o muy cerca.

    “Las primeras horas sentí liberación”

    “Las primeras horas sentí liberación (…) Al final del día, se empezaba a hacer más notoria la ansiedad. Sentí que me faltaba algo; estaba preocupada por si algo grave había pasado. Me sentí liberada, pero desconectada de todo, como si estuviera viviendo una vida distinta”, contaba otra de las futuras enfermeras minutos después de recuperar el teléfono.

    Salir a la calle sin teléfono genera inseguridad

    El psicólogo Rigoberto López ve todos los años entre sus alumnos de Enfermería de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) cómo el teléfono móvil se mueve entre la utilidad y una necesidad que genera inseguridad hasta por el mero hecho de salir a la calle sin él. “La clave está en el sistema de recompensa. Empezamos a sentirnos mal; nos enfadamos; tenemos una visión catastrófica de las cosas que nos pueden pasar; nos sobre pasa estar sin ese elemento. El móvil es útil para comunicarnos, pero la necesidad es una percepción de vacío”, explicaba este viernes a sus alumnos.

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