
La Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH), que integra a más de 1.200 médicos, enfermeras, investigadores básicos y otros profesionales sanitarios dedicados a la investigación y la atención de personas con enfermedades hepáticas en España, aprovechará la celebración mañana jueves 13 de junio del Día Internacional del Hígado Graso (Enfermedad Hepática Metabólica) para alertar en el Congreso de los Diputados del creciente impacto a edades cada vez más tempranas de esta enfermedad.

Una enfermedad que prácticamente no existía en España en niños hace diez años y que hoy afecta ya hasta al 3% de ellos, aupada por la hábitos de alimentación y sedentarismo. «El problema es que lo peor está por venir y casi nadie es consciente», explica el presidente de la AEEH, Manuel Romero. Ha advertido que estas cifras se van a ver exponencialmente incrementadas conforme se vayan manifestando en España las consecuencias de la epidemia de obesidad infantil que, como ya se está viendo en EE.UU, se extiende por todos los países avanzados de Europa. En España, un 30% de la población infantil tiene obesidad.
La gran dificultad, con esta patología, como en general con todas las enfermedades del hígado, es que es silente. Sus síntomas son inespecíficos y no se manifiestan hasta que el hígado presenta un daño elevado. En el caso de los niños, además, las pruebas de detección, a pesar de que han mejorado y simplificado enormemente la capacidad de diagnóstico, no se muestran tan fiables y precisas como en personas mayores.
La importancia del diagnóstico
Diagnosticar cuanto antes, y muy especialmente en niños y jóvenes, es sin embargo esencial. Pues un cambio a tiempo en la dieta y la actividad física en pacientes con enfermedad hepática metabólica permite revertir la enfermedad en más del 80% de los casos.
De hecho, en España el hígado graso se empieza a dar entre los 6-8 años y alcanza su mayor nivel de prevalencia ente los 10-12 años. Mejora en la adolescencia gracias precisamente a los mayores niveles de ejercicio físico que suelen darse en esas edades. «La irrupción de esta enfermedad en niños de 6-8 años es un fenómeno tan preocupante como inédito en nuestro país, donde la prevalencia del hígado graso siempre se ha concentrado entre los 40 y los 80 años. La aparición de una prevalencia de hasta el 3% en menores de edad augura una verdadera eclosión de esta patología en adultos», explica la Dra. Rocío Aller, secretaria Científica de la AEEH.
Se estima que el hígado graso afecta ya a más de 10 millones de españoles, de los que cerca de dos millones presentarían inflamación del hígado (esteatohepatitis) y, de ellos, 400.0000 presentarían ya una cirrosis hepática. Pero estamos muy lejos de haber tocado techo.
«Si no cambiamos los hábitos de consumo y los estilos de vida desde ya, y nos tomamos en serio esta cuestión, la obesidad y las tasas de diabetes se van a multiplicar y, con ellas, las de prevalencia de hígado graso», continúa. «Es duro decirlo, pero estamos fabricando enfermos, así que hay que tomar medidas», ha afirmado Manuel Romero.
Una petición al Congreso
Mañana pedirá a los diputados del Congreso que promuevan «no sólo un abordaje multidisciplinar por parte de diferentes especialistas y profesionales sanitarios, sino también un abordaje multiinstitucional, que abarque no solo a la Sanidad Pública, sino a todas las instituciones, los colegios, las familias, los medios…». «Tenemos que lidiar con un problema que es muy complejo en la medida en que no se puede abordar solo desde lo sanitario pero al mismo tiempo es también un problema muy sencillo, en la medida en que con ejercicio físico y una dieta mediterránea, el paciente tiene un 80-90% de posibilidades de quitarse el problema de encima», ha señalado.
El problema con el alcohol
Además del hígado graso, a los especialistas les preocupa particularmente el crecimiento de la enfermedad hepática relacionada con el consumo de alcohol. Ambas han desplazado a las hepatitis virales como principal causa de cirrosis, cáncer de hígado e indicación de trasplante, con la particularidad además de que la incidencia de estas dos patologías no sólo está avanzando, sino que lo hace a edades cada vez más tempranas, como se ha expuesto. Por ello, la AEEH propone desarrollar un Plan nacional con el foco puesto en la prevención y en la detección precoz.
Para la prevención, establece el objetivo fundamental de incidir en el cambio en los estilos de vida y comportamientos que están detrás del incremento de las enfermedades hepáticas no víricas. En particular, considera imprescindible abordar de forma muy seria el consumo de alcohol a edades cada vez más tempranas. Igualmente, estima imprescindible intervenciones decididas en prevención de la obesidad, que está detrás de la progresión del hígado graso.
En relación con la detección precoz, la AEEH incide en la necesidad de hacer un cribado de enfermedad hepática en todas las personas que presentan factores de riesgo como diabetes, obesidad o abuso en el consumo de alcohol.