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En esta ocasión, los andarines de Diario Sanitario queremos una ruta tranquila, para disfrutar de los paisajes de Alatoz y curiosear su Cueva de la Mora. Dejamos el coche enfrente del bar Pimar, donde pretendemos recompensarnos por el esfuerzo de la ruta. Pertrechados, subimos hacia la plaza, donde algunos lugareños toman café en la terraza del palomero. Bordeamos la iglesia y tras el Rincón de Bru, buscamos el Barranco del Reventón, que según el revestimiento de piedra que tiene debe sorprender de vez en cuando.
Esta zona del pueblo resulta interesante, con la disposición aterrazada de casas con huerto y bien orientadas al poniente. Al llegar a la altura del cerro de la Cruz giramos a la derecha. Preguntamos a un alatozano mayor por nuestro destino, la Cueva de la Mora. Orientados, seguimos el Barranco de Sancho, ascendiendo lenta y continuamente.
A nuestra derecha, el Cerro Fino y a la izquierda el de la Sapa. Una familia de cabras pastan confiadas. El macho cabrío exhibe una buena cornamenta. Pasamos el barranco de los Azagadores, por donde andaban en hilera las cabras y ovejas. Varias fuentes nos refrescan e hidratan con su agua fresquita a lo largo del camino. Es una zona de abundantes aguas, como indica el nombre de algunos parajes, hontanares.
Por fin avistamos la Cueva de la Mora, abrigo y majada de ganado en otros tiempos.
Regresamos un poco para reencontrar a una andarina que quedó reposando, y por una estupenda senda que recorre el Barranco de Valiente nos acercamos hasta el parque eólico de la Dehesa Virginia.
Los abundantes romeros en flor alimentan a las abejas, cuyas colmenas se esparcen por el barranco. También las aliagas se cubren de amarillo, y alguna plantitas moradas asoman su cabeza anunciando la Semana Santa, los frailes. Va siendo la hora del avituallamiento y buscamos un lugar con vistas y solecico.
La primavera despierta
La Punta de Gira Valencia, Mojinete, Malefatón, Mugrón, El Bosque, Chinar e incluso el Arabí, nos acompañan en tanto tomamos el te, las pastas y los frutos secos tradicionales. Retomamos cruzando la Vereda del Vallejo de la Mata (1070 m) y buscamos la ceja para bajar e ir retornando por los Hontanares, entre almendros en flor que huelen a miel, muchos de ellos envejecidos. Una nueva familia de cabras cruzan a la carrera el Vallejo del Hontanar o de La Lana, que comunica Alatoz y Alpera. Estamos ya en el kilómetro 9 de ruta.
Vamos pasando por tierras de labor y caseríos, Hontanares de Arriba y Abajo, Casilla del Titere, de Felipe.. en una de ellas visitamos a Carmina y a Loreto, enraizadas en estas tierras y protegidas por sus perros.
Quedamos en visitarlas detenidamente en otra ocasión. A la derecha el cerro del Cura y de Antonazo y tras un pequeño repecho y giro hacia el este, ya casi de noche divisamos el pueblo de Alatoz. Muy bien abrigado bajo el macizo, escalonando sus casas en una disposición de belen y rodeado de leñosos en flor. En la torre de la iglesia parpadean algunas luces, tal vez para recordar a sus 500 habitantes que pronto empezaran los oficios.
Las mejores croquetas
Ya en el bar, en el Pimar de Alatoz, nuestra relaciones públicas hace su trabajo, en tanto nosotros degustamos unas buenas tapas bien regadas y atendidos por amables camareras. Volveremos, que todo esta rico, rico, especialmente sus croquetas de jamón.
Han sido casi 15 kilómetros, en una tarde soleada y con el retorno de algunos senderistas que hacían novillos en los últimos tiempos. Un placerazo.
