
Los médicos de Familia ya han alertado de que se espera una primavera complicada, sobre todo para las alergias a pólenes de olivo y gramíneas, lo que llevará a un aumento de la demanda de antihistamínicos, de ahí que los farmacéuticos tengan mucho que decir.

Calendario de pólenes
- Gramíneas. El polen de las gramíneas se da los meses de mayo y junio.
- Olivo. Produce trastornos importantes a lo largo de los meses de mayo y junio.
- Cipreses y arizónicas. El polen de estas plantas provoca alergias que se manifiestan desde rl mes de enero, teniendo su máximo en febrero y marzo.
- Plátano de sombra. El polen está presente en el aire a partir de la segunda quincena o la última semana del mes de marzo. Puede prolongarse hasta finales de abril y mediados de mayo.
- Ortigas y parietarias. Este tipo polínico se encuentra en la atmósfera de Castilla-La Mancha durante todo el año, pero se recoge en pequeñas cantidades, siendo más abundante durante los meses de marzo a junio.
- Llantenes. El polen de estas especies se encuentra en el aire a lo largo de los meses de abril, mayo y junio.
- Cenizos y amarantos. El polen de estas especies suele aparecer en la atmósfera a partir del mes de junio, prolongándose hasta el mes de noviembre.
- Fuente: Aerocam
Hay tratamientos de segunda generación
El tratamiento farmacológico más habitual lo constituyen los antihistamínicos de segunda generación, que puede ser con o sin receta médica, dependiendo del principio activo y la presentación del medicamento (bilastina, cetirizina, desloratadina, ebastina, fexofenadina, levocetirizina, loratadina, mequitazina, mizolastina y rupatadina).
“Conscientes del impacto que tiene la alergia al polen en la calidad de vida de las personas que la sufren, el Consejo General de Colegios Farmacéuticos recopila una serie de recomendaciones, que son las que cada día ofrecen los farmacéuticos comunitarios en esta época a las personas que acuden a ellos en busca de asesoramiento profesional”, indica Concepción Sánchez, presidenta del Consejo Regional COFCAM, quien añade que “uno de los servicios profesionales asistenciales que presta el farmacéutico tiene que ver con la dispensación de los tratamientos antialérgicos y con los consejos para asegurar el buen uso que se debe hacer de ellos”.
A diferencia de los antihistamínicos clásicos (o de primera generación), los de segunda son más selectivos y provocan menos somnolencia y reacciones adversas.
Un comprimido al día
Hay que recordar que en su mayoría se toman en una única dosis diaria por vía oral, en forma de comprimidos y es un tratamiento sintomático, que alivia el picor nasal y ocular, el lagrimeo, los estornudos y el goteo nasal, pero no actúa sobre la causa que origina la alergia.
Dichos fármacos pueden usarse de forma puntual o durante largos periodos de tiempo, según la indicación.
También existen otros tratamientos para el alivio de síntomas nasales, como los corticoides o antihistamínicos y sus combinaciones en espray por vía nasal (mometasona, fluticasona, budesonida, beclometasona o levocabastina y azelastina); síntomas oculares, como los colirios antihistamínicos (levocabastina, azelastina, olopatadina y epinastina), y para tratar el asma bronquial, como los inhaladores con broncodilatadores y corticoides, siempre sujetos a prescripción médica.
Inhaladores
Sobre los inhaladores, el farmacéutico, como experto en el medicamento, resuelve dudas relacionadas con el correcto uso de estos dispositivos, explicando las pautas necesarias para una correcta técnica inhalatoria y garantizando, así, la eficacia del tratamiento.
Prestar especial precaución en personas mayores de 65 años y niños y evitar tomar la medicación con comidas muy grasas o zumos de frutas, ya que pueden afectar a la biodisponibilidad del fármaco, optando mejor por tomar los comprimidos con un vaso de agua, son otros consejos que el farmacéutico ofrece al paciente con alergia.
Interacciones
Asimismo, hay que estar atentos a las posibles interacciones, por eso es importante conocer toda la medicación que toma el paciente para minimizar el riesgo de que se produzcan. Precisamente, hay que evitar sustancias que causan somnolencia (como el alcohol, los sedantes y los hipnóticos) o que se metabolicen por la misma vía (como algunos antibióticos, antidepresivos o antifúngicos).
En algunos casos graves, se pueden administrar vacunas antialérgicas individualizadas de dosis repetidas lo largo de varios años de un extracto que contiene la sustancia alérgena, lo que restablecerá el equilibrio de la respuesta inmunitaria.
Prevención
A la hora de prevenir los procesos alérgicos provocados por el polen, o su mayor severidad, el farmacéutico explica que se debe limitar la exposición al alérgeno, evitando las salidas al campo y actividades al aire libre en los días de mayor pico de niveles de polen, según zona geográfica y especialmente en las horas de luz.
Además, es recomendable el uso de gafas de sol y mascarilla en exteriores, utilizar purificadores de aire en casa y filtros antipolen para mantener un ambiente húmedo y, cuando se viaja en coche, hacerlo con las ventanillas subidas.
Por el contrario, se desaconseja cortar el césped y podar en los días de máxima polinización.
Catarro
El farmacéutico también puede ofrecer información sobre los síntomas de la alergia y del resfriado para evitar que ambos procesos se confundan, teniendo siempre en cuenta que corresponde al médico la facultad de diagnosticar y discernir si se trata de una enfermedad u otra. Así, conviene tener presente que el resfriado puede cursar con fiebre y tos acompañada de expectoración, sin producir conjuntivitis; además, no mejora con los días de lluvia, ni empeora con el viento ni tiene carácter estacional, como sí sucede en la alergia.
Médico
También hay situaciones en las que el farmacéutico, en su línea de colaboración con otros profesionales de la salud, deriva al paciente al médico, sobre todo cuando hay sintomatología compatible con alergia, pero no hay un diagnóstico previo. El médico no solo establecerá ese diagnóstico, sino que también identificará el alérgeno responsable.
Además, conviene acudir al médico si existe sintomatología severa, asma bronquial, empeoramiento o mantenimiento de los síntomas a pesar del tratamiento.
Igualmente, es necesario que el paciente consulte con su farmacéutico o con el médico si no nota mejoría con el tratamiento o ante cualquier sospecha de reacción adversa.