• Una guardia dura y difícil

    El Autor

    Ángel Losa

    Médico y gerente de la GAI de Hellín

    Un día cerramos la puerta de casa para no abrirla hasta no sabemos cuándo. Y entonces empezaron a agolparse los sentimientos en la garganta, sentimientos que ayer volvieron a mi mente. Incertidumbre, miedo, ansiedad, enfado… hechas bola, que tragué para cambiar la cara y convivir con la nueva situación.

    Enfado. Por la inevitable sensación de que pudimos hacer las cosas antes. Que no supimos leer lo que estaba pasando en otros lugares para estar mejor preparados. Debimos haberlo hecho.

    Enfado. Porque recibimos una constante tormenta de datos que sabemos que son una pequeña, muy pequeña muestra, poco representativa de la realidad. Porque cualquier sombra de uso político de esta situación es tan repugnante que nos resta fe en quienes deberíamos confiar para superar esta situación.

    No queremos heroicos sanitarios luchando sin descanso ni condiciones ni protección

    Enfado y tristeza porque no queremos este tipo de héroes. No queremos heroicos sanitarios luchando sin descanso ni condiciones ni protección, ni manos que acarician al enfermo que sufre solo, al que su familia no puede acompañar, porque hasta eso se nos ha robado en estos días.

    No queremos heroicos niños en sus casas aguantando este encierro que no siempre entienden, que les desajusta y les desmonta sus vidas, que deberían estar cuajadas de aventuras bajo el techo de las aulas y sobre las piedras de los parques. Les hemos robado un trocito de vida.

    Que no nos digan más que recuperaremos la normalidad. No lo haremos, porque no estaremos todos

    No, tampoco a ellos les queremos héroes. Les queremos niños-trasto, gritando y corriendo, y llenando las calles de carreras, y las casa de los abuelos de besos y abrazos. ¡Sííí! Muchos besos y muchos abrazos, de los apretados, como alguno que seguro que sin saberlo anticipó estos días de distancia.

    Que no nos digan más que recuperaremos la normalidad. No lo haremos, porque no estaremos todos. Demasiadas despedidas precipitadas. Y los que estemos habremos cambiado. Saldremos de esto, por supuesto. Pero no recuperaremos la normalidad. Eso sí, seguro que nos abrazaremos mucho más.

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