• Ansiedad, otro reto para el paciente con cáncer

    La ansiedad acompaña al diagnóstico de un cáncer, de ahí la importancia de conocerla

    El Autor

    Sara Manzano

    Periodista, profesora y ex paciente

    La ansiedad es una respuesta común entre aquellas personas a las que se les diagnostica un cáncer. La incertidumbre, colega fiel de este tipo de patologías, es la alidada perfecta para darle alas. Por ello, es importante conocer qué es exactamente la ansiedad y cómo trabajarla.

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    María Lezcano, psicóloga.

    “La ansiedad es una respuesta emocional adaptativa que se activa, automáticamente, ante la percepción de una amenaza o peligro”

    “Tengo ansiedad”. “Estoy sufriendo ansiedad”. “Eso que me cuentas seguro que es ansiedad”. Tienes que relajarte”. “Ayer fui a urgencias con un ataque de ansiedad. Me bloqueó la ansiedad…” Estas frases se repiten en nuestro día a día, no importa el ámbito en el que nos movamos. Son ajenas al contexto. Las escuchamos en el trabajo, entre amigos, en el entorno familiar… A veces, está claro el origen. Otras, es difuso, o es un cúmulo de pequeños detonantes.

    La psicóloga sanitaria, con formación específica en EMDR (terapia para tratar traumas y situaciones de estrés), María Lezcano, explica la ansiedad como una “respuesta emocional adaptativa que se activa, automáticamente, ante la percepción de una amenaza o peligro”. Entendida así, parece es algo normal e, incluso, “deseable”, insiste Lezcano, sentir esta emoción, la ansiedad, ante el diagnóstico de un cáncer.

    Si bien, cabe matizar que aunque se trata de una respuesta adaptativa, relacionada con la supervivencia, pues cumple la función de preparar nuestro cuerpo para huir de un peligro, deja de serlo cuando “se siente ansiedad ante situaciones que no suponen una verdadera amenaza o cuando se experimenta de una forma desproporcionada, llevándonos al bloqueo”.

    Pocas cosas hay más certeras que el hecho de que cada paciente oncológico u oncohematológico experimenta una vivencia única y personal, incluso ante igual diagnóstico. Una misma enfermedad, en un cuerpo distinto, es distinta. Esta premisa es tan conocida ya por la medicina que los tratamientos son cada vez más individualizados y personalizados. Psicológica y emocionalmente, sucede algo parecido. Nunca se vive de la misma manera una enfermedad de este tipo.

    La noticia del diagnóstico

    Hay ocasiones en las que la noticia del diagnóstico produce un bloqueo desde un primer momento. En otros casos, se transita el proceso con entereza y, cuando parece que todo comienza a remontar, aparece la ansiedad. Esto, comenta Lezcano, tiene su explicación en el hecho de que “en el momento en que se interrumpe la cotidianidad tal y como estaba planeada aparece el miedo, la incomprensión, se genera una ira emocional y esto puede conllevar la aparición de un trauma. Parte del trauma consiste en que nuestro cerebro no es capaz de digerir lo que está sucediendo y se produce un encapsulamiento”.

    De esta manera, cuando algo nos sucede, nuestro cerebro, en función de cómo hayamos vivido ese suceso, puede “entrar en estado de alarma” cada vez que aparecen sensaciones que nos recuerdan a ello. De repente, hay circunstancias en las que encontrándose el paciente en fase de estar superando la enfermedad, o con ella ya superada, “aparece algo que recuerda a algún momento, y esta sensación de alarma aflora. Y es en ese momento cuando quizá uno necesita ayuda. Ese momento en que aflora la sintomatología que no estaba apareciendo hasta entonces y uno no sabe por qué”.

    Sintomatología

    Ante la habitual pregunta sobre cómo saber si sufrimos ansiedad, la psicóloga insiste en que “no todo el mundo que la sufre, tiene los mismos síntomas y cada persona la experimenta de una forma” y aclara que la ansiedad se manifiesta tanto “a nivel fisiológico, como cognitivo, conductual y emocional”. A nivel fisiológico puede revelarse “en forma de taquicardia, palpitaciones, sudoración, dificultad para respirar, presión en el pecho, insomnio, mareo, cansancio, tensión muscular, indigestión, y náuseas, sobre todo por la mañana…”.

    A nivel cognitivo nos encontramos con “la preocupación excesiva, la anticipación, miedos irracionales, falta de concentración, dudas excesivas, cansancio mental, pensamientos catastróficos e intrusivos, sensación de amenaza y peligro e inseguridad”.

    Bloqueo o hiperactividad

    En cuanto a la conducta de quienes padecen ansiedad, es frecuente la tendencia a la “evitación de lugares, situaciones o personas”, así como la situación de “bloqueo” o “hiperactividad”. Se trata de una serie de síntomas que, pese a que se pueden separar por niveles para una mejor identificación, explica Lezcano que “suelen estar relacionados y no tienen a darse por separado”. En este sentido, resalta la importancia de identificar cuándo el nivel de ansiedad es “desproporcionada”, puesto que “no es normal tener ansiedad, pero ante determinadas situaciones lo adaptativo es sentirla, pues has de prepararte para un peligro real”.

    La incertidumbre

    Pruebas, esperas, plazos, resultados… con el diagnóstico y tratamiento de una patología oncológica todo se torna incierto. No se sabe cuál va a ser la evolución de la enfermedad, pues no hay certezas ni predicciones. A esto, se suma el hecho de que “cualquier mala noticia siempre va a tener mucho más impacto que cualquier noticia esperanzadora y esto va haciendo mella”, comenta Lezcano.

    De ahí que la incertidumbre, tan difícil de gestionar porque “e ser humano necesita la sensación de seguridad y control para mantener el equilibrio” y que va acompañar al paciente a lo largo de todo el proceso, tenga que ser “tolerada”, incluso una vez que este ha finalizado. Para ello, es importante ponerse en contacto con un profesional de la psicología si uno se ve desprovisto de herramientas y, sin lugar a dudas, es necesario que desde la Sanidad Pública se ofrezca este importante servicio a disposición de pacientes con este diagnóstico.

    “Una vez que el paciente entiende cómo funciona la ansiedad a nivel fisiológico, disminuye”

    La psicóloga Lezcano asegura que “una vez que el paciente entiende cómo funciona la ansiedad a nivel fisiológico, la ansiedad disminuye”. El desconocimiento asusta. Pero “a medida que se va comprendiendo la ansiedad, que se aprenden y practican técnicas de relajación, de conectar con el momento presente”, de parar y coger aire y respirar de forma pausada y consciente, el sistema nervioso que simpático que se había activado, comienza a desactivarse y se activa el parasimpático”.

    Existen técnicas más duraderas que se pueden aprender y manejar con el tiempo y con un mayor trabajo, pero esta es un ejemplo muy sencillo y práctico que puede servir como punto de partida, sin perder de vista la premisa de que “lo importante es entender la ansiedad como una aliada, si es adaptativa, y que de este modo los síntomas no asusten”.

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