• El calvario de la hemodiálisis empieza en la ambulancia

    El paciente Antonio Manzanares enviaba su última queja horas antes de morir

    Antonio Manzanares, conocido fotógrafo de la naturaleza y escritor, se había convertido en el defensor de los agotados pacientes de hemodiálisis de Castilla-La Mancha, denunciando sin descanso las deficiencias del transporte sanitario. Pedía acercar los tratamientos a los enfermos y mejorar unas ambulancias que se convertían en su calvario tres veces a la semana. Enviaba su última queja horas antes de morir.

    Antonio Manzanares hemodiálisis

    Antonio Manzanares enviaba a Diario Sanitario una imagen de él, dentro de una ambulancia, manchado de sangre, después de su penúltima sesión de hemodiálisis. Para regresar a su casa en ambulancia, terminado el tratamiento que deja exhausto al paciente, recorría, desde Albacete: Chinchilla, Horna, Pétrola, Las Anorias, Fuenteálamo, Ontur, Albatana, Mora, Cordovilla y, finalmente, Hellín, alargando el calvario. De hecho, un bote del vehículo en un bache en Fuenteálamo hacía saltar la pinza de la fístula por la que recibía el tratamiento. Decía en su última denuncia que «nos tratan como cerdos que llevan al matadero».

    Y es que en el mejor de los casos, el enfermo renal que necesita hemodiálisis se pasa doce horas a la semana conectado a una máquina que tiene que hacer las funciones de sus dañados riñones. El tratamiento, junto con la ambulancia, se puede transformar en nueve horas al día tres veces a la semana, lo que ‘roba’ 1.400 horas al año al paciente.

    Más puntos de hemodiálisis que acorten los viajes

    Durante años, Antonio Manzanares ha denunciado las situación de pacientes que, como él, han pasado más de dos horas esperando la ambulancia, un servicio concertado por el Sescam, después de un tratamiento o han dado la vuelta a la provincia retrasando el regreso. Ha advertido de las averías, de las olas de frío y calor sin calefacción ni aire acondicionado. También ha pedido un servicio de hemodiálisis en Hellín que diera una respuesta a los pacientes de la Sierra. Pero la realidad después de su muerte es que, si bien ya es un secreto a voces, sólo hay hemodiálisis en Albacete capital y el transporte sanitario, donde los pacientes pasan horas a la semana, deja mucho que desear.

    «Cojamos la antorcha de la mejora del sistema que él defendió hasta el último día»

    En su entierro, en la localidad albaceteña de Tobarra, su amigo, el médico Juan Valiente, pedía emocionado «que cojamos la antorcha de la mejora del sistema que él defendió hasta el último día para que otros pacientes se beneficien de lo que él no pudo disfrutar».

    Sólo en Castilla-La Mancha, más de un millar de pacientes depende de la hemodiálisis. Este tratamiento, que suple la insuficiencia renal como si de un riñón artificial se tratara, tiene consecuencias tanto físicas como psicológicas. Para el paciente supone estar conectado a una máquina que limpia su sangre durante una media de doce horas semanales en tres sesiones. El gran problema es que esta región tan extensa apenas tiene puntos para dializarse, lo que obliga al paciente a viajar continuamente hacia el tratamiento.

    Hemeroteca

    Abusos en las ambulancias del Sescam

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