• Retomamos el senderismo con la berrea

    El Autor

    Rigoberto López Honrubia

    Profesor de Psicología de la Salud en la Facultad de Enfermería

    ¡Hemos sobrevivido a la Feria de Albacete! Y ya es hora de darnos nuestros baños de campo, de retomar nuestras rutas semanales. En esta ocasión, debatimos entre visitar a las amanitas, por si acaso, o escuchar los tantanes del monte. Nos decidimos por la berrea.

    berrea

    Hasta el río Jardín

    Acudimos dos de los habituales, y vamos de estrena, la redacción de Diario Sanitario ha renovado su flota. Llegamos casi a Casas de Lázaro (AB-519, km 14) y en la cuesta de la Máquina giramos a la derecha, por una antigua vía romana, hasta el inicio del monte de pinos, entre el Espliegar y la Tala (cota de 992 m). Ahí está la finca de Las Alamedas, que vamos a bordear camino abajo, hasta el río del Jardín (o Don Juan), donde los ciervos campan a sus anchas.

    El camino de Las Alamedas discurre paralelo a un arroyo, uno de tantos que recoge aguas hasta la vega, entre pinos y carrascas  (La Tala y La Rozalera), y de vez en cuando algún pequeño clareo recién labrado donde sembraran algunos granos para las perdices.  

    Entre el olor a la tierra removida, a las plantas olorosas del campo y a pino, caminamos en silencio con las pituitarias y oídos sobre estimulados. Alguna sonrisa se escapa cuando orientamos el gesto para remarcar alguno de estos estímulos.  

    Caminos interiores que recorren la finca tienen aquí sus puertas de acceso. Lo que fueron caminos públicos, tras la desafección del Ayuntamiento de Casas de Lázaro, fueron privatizados y vallados. Como si leyeran nuestros pensamientos, las urracas y picapinos delatan nuestra posición con sus graznidos. Los conejos se esconden en los majanos y madrigueras con prontitud, y de cuando en cuando pequeños bandos de perdices cambian de lugar.

    La berrea la escuchamos e intuimos

    Como la finca es de caza mayor y está vallada, no vemos los ciervos, pero sí podemos escucharlos nítidamente. Dicen que las mejores horas para oír la berrea son la salida y puesta del sol, aunque como está nublado, no tenemos que esperarnos tanto. Los berridos y el crujir de las cornamentas empieza a escucharse por aquí y por allá, un concierto que en momentos se intensifica, tal vez motivado por los encuentros sexuales o la próxima pelea entre competidores. Y es que los machos han salido de su aislamiento y buscan a las hembras para iniciar el ritual de seducción. Los más poderosos en esta competición tendrán como premio su harén.

    berrea

    Peña Bermeja (953) destaca a la derecha, con sus farallones orientados a la puesta del sol, que desde esta posición ha de seguirse con primor. Un águila salta desde su atalaya y va a posarse, tras su planeo majestuoso, en una carrasca cercana.

    Un poco más adelante, en la ladera del valle, están las casas de Peña Bermeja, compendio de pasado agrícola-ganadero y en la actualidad caza-recreo. Llegamos a la Vía Verde y seguimos a la derecha. Ahora las tierras de labor de la vega, almendros y barbechos que esta mañana están siendo labrados, y el río, con frondosa vegetación y escasos altos chopos.

    berrea

    Detrás, la general de Jaén (N 322) con el ir y venir de motores, y las Casas de Miramón en lo alto. Tras pasar el túnel de Peña Bermeja llegamos a las Casas de Las Alamedas, cuyos restos delatan raigambre y desidia. Habría podido ser un lugar ideal para motelito de la vía verde.

    Ensimismados en nuestras fantasías damos con una construcción que nos provoca sonrojo, encementó y abandonó los restos de la antigua estación del ferrocarril, y ni terminó ni quitó. No sabemos de la autoría de este mamotreto, pero se lució. Aprovechamos para descansar y tomar unos frutos secos y un poco de melón. Pero un par de aviones, se han encaprichado de esta zona y realizan una y otra vez sus irritantes pasadas. Si el campo cantaba ahora calla.

    Buitres, ciervos y hasta un jabalí

    Avanzamos a la derecha, buscamos la Hoya de Juan Cano y subimos el Haza de La Liebre hasta caminar paralelo a la valla. Un poco más adelante, entre Garravacas y Las Corralizas, nos espera el avistamiento de más de 50 buitres que pacientemente esperan su turno para limpiar la zona de carroña. Y ahí permanecen.

    Seguimos andando y se reinicia el concierto con nuevos y potentes tenores. Y tenemos la suerte de estar en el sitio oportuno para oír la berrea en todo su esplendor, y a uno de los actores, con una buena cornamenta. Y justo en medio del acto se cuela un jabalí, que va tranquilamente buscando bellotas en las carrascas y chaparros. Una gozada. Y así, en concierto hasta el final del viaje, no muy lejos de la Casa de Navarrete, donde la luz del Pardal.

    Solo nos queda llegar a Las Vegas, en San Pedro, para festejar, y que Adela nos obsequie con su potaje y Juanina con sus tomates rosas. Y es que el día, aunque ahora se pone gruñón, para  nosotros ha sido una bendición.

    📌Aquí puede seguir la ruta en Wikiloc

    ▶️ Puede adentrarse en la sección ‘Senderismo’

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