¿Cómo acaba una boticaria de pueblo convirtiéndose en escritora? Responde la autora de dos libros con la farmacia como escenario
Hace ya más de diez años empecé a trabajar en la farmacia de manera provisional. Mi idea no era acabar allí, yo quería trabajar “de lo mío”. Así comencé pasando un verano, unas Navidades, otro verano… hasta que me di cuenta de que ya estaba en “lo mío”, sin darme cuenta, pero ya estaba.
La farmacia ha acabado por ser mi segunda casa, ese lugar en donde te sientes útil y puedes ayudar a prácticamente a todo aquel o aquella que cruza la puerta de la botica.
Así, pasaron los años, y he ido acumulando vivencias, anécdotas, historias… (porque toda boticaria tiene algo de “escuchadora” profesional) y, de repente, me encontré de lleno con un cúmulo de circunstancias que me rodeaban y, una vez más, me estaban pasando desapercibidas: mi afición a la escritura desde niña, una década tras el mostrador y un buen consejo.
De este modo, casi sin querer, nació Boticaria de Pueblo, mi primera novela, que cuenta las anécdotas de una farmacéutica urbanita que se muda a un pueblo pequeño de Galicia, en donde acabará sintiéndose como en casa. Bueno, a la que le pasó un poco como a mí: estaba en casa y aún ni ella lo sabía.
Entre Boticaria de Pueblo y Boticaria Confinada
A Boticaria de Pueblo la “pilló” el confinamiento, salió a la venta el 1 de mayo del 2020. Fue toda una aventura a la que hubo que añadirle que en la botica estábamos viviendo una situación surrealista, muy diferente a lo que todos estábamos acostumbrados, tanto a un lado como a otro del mostrador. Fue entonces, entre todo este caos de acontecimientos, comencé a escribir Boticaria Confinada porque quise reflejar que este gran cataclismo que fue la COVID hizo sacar también lo mejor de las personas y permitirme contar historias bonitas, además de las negativas evidentes.
De este modo que os cuento, acabé trabajando como técnico de Farmacia y escritora de dos novelas en las que hablo de lo que sí ya reconozco que es “lo mío”, y muy orgullosa.