Los ‘andarines’ de Diario Sanitario proponen Cabeza de Mahoma desde El Sahúco para desterrar el sedentarismo
Este ha sido un objetivo deseado que no llegaba: Cabeza de Mahoma. Algunos andarines no lo habían subido y le tenían ganas. Hoy hemos hecho pleno. Nos planteamos subirlo desde El Sahúco. Llegando, un águila imperial nos obsequia con su planeo, intuyendo que vamos a tener una buena ruta.
Partiendo de El Sahúco, con morra de por medio, alcanzamos Cabeza de Mahoma
Aparcamos junto a la fuente, frente al santuario, y cada uno con sus enseres ocupamos espacios indicativos de los fervores que profesamos. Resulta llamativo el nuevo saquito de Juan para guardar sus botas, que motiva un poco de cachondeíto. Bebemos y llenamos agua y empezamos la andada por el camino junto al cementerio, asomándonos para ser conscientes de la oportunidad que estamos teniendo esta tarde.
Antes de llegar al hotel, por la rambla de Las Canales, de un emparrado penden uvas de mesa que nos llevan a soñar con su sabor, con el dulzor tan oportuno para seguir la marcha. Así, vamos subiendo y mirando atrás para ver las torres, la aldea, la Sierra del Sahúco con su Atalaya y los cortados de la Peña del Roble.
Mientras, un poco más de campo a través por una vaguada aterrazada, cuando un estropicio nos alerta. Bajo unas juncadas, inicia su estampida un jabalí que estaba dándose su baño de barro. “Mi madre haría buen embutido con él” dice una andarina.
Un esbelto chopo amarillo y una caseta de madera para esperas, inutilizada desde hace tiempo por las avispas que cobija en su interior, son característicos de este bonito rincón.
Morra del Roblecillo
Tranquilamente, cruzamos las tierras de labor de Los Majanos y seguimos por medio del monte buscando la Morra del Roblecillo (1172), muy cerca del Arroyo de las Cañas Viejas y del Camino de Cañada Juncosa.
Unas vistas sorprendentes y la riqueza de restos arqueológicos animan nuestra conversación al son fantaseado del Campanario, en el monte de enfrente. Un molino manual y arcillas con adornos nos retrotraen varios miles de años. Y con cuidado proseguimos hasta el cortafuegos donde se inicia el camino que nos llevará a la cumbre, Cabeza de Mahoma, punto geodésico de San Pedro (1276 m) que comparte término con Casas de Lázaro y Peñas de San Pedro.
Oriñuela
En un clareo vemos el refugio del Roblecillo y La Casa de Lipe, ambos en la finca pública de Oriñuela. Después de un pronunciado repecho y abrigándonos porque refresca, buscamos un carasolete junto a unos chaparros. Sacamos los tés rojo y blanco, fruta, pasas y nos recreamos con unas de las mejores vistas de la comarca.
Mientras, nos acordamos de que en este mismo lugar merendamos con Lucía, hija de Manu, hace varios años. Iniciamos el descenso y, tras una calera, giramos a la izquierda buscando la Rambla de las Canales, que seguiremos hasta la carretera que une el Sahúco con el Berro a la altura de La Almecía.
Aunque está oscureciendo, aún queda luz, pero la próxima semana será de noche, por lo que tendremos que adelantar la hora de inicio. Si vinimos desde el Madroño ahora regresamos por Peñas, a una hora propicia a la vista de animales. Y sí, una cabra y su cría, dos ciervas, otras ciervas más y un zorro. Se confirma la premoción inicial: Buena Ruta (8 kilómetros en 3 horas, 230 de desnivel) y buena gente. Y la dicha de poder estar disfrutando de estos parajes, aunque nos demos algún culatazo y pinchemos con las aliagas.
Y así, sin prisa, detrás de un tractor si se tercia, llegamos a El Salobral y nuevamente en El Canal probamos sus patatas asadas y otras delicias. En tanto, vamos hablando de Las Hurdes y de quien no va a conducir por allí.