• Travesía del Calar del Mundo

    “Cuando se ve la madroña, en cinco días llueve”

    El Autor

    Rigoberto López Honrubia

    Profesor de Psicología de la Salud en la Facultad de Enfermería

    La meta es disfrutar de la travesía del Calar del Mundo. A las 9 de la mañana, en el albergue de Riópar, se reúne el Grupo Sosquil para empezar la jornada montañera; cafetito, saludos y traslado hasta la Casa de La Noguera, campamento base, desde donde se inicia la marcha. Los coches nos esperarán en el Puerto del Arenal, punto final de la etapa.

    📍 Guía: José Ángel Martínez Cózar 📷Fotografías: Carmen Gómez

    Partimos de la Casa de la Noguera

    Los 18 andarines cruzamos el río Mundo y empezamos la subida. Ahí se inicia el GR 66 que seguiremos durante un buen tramo. Hoy es el bautizo de varios andarines, ya sea por subir por primera vez este coloso o por hacerlo con los sosquiles.

    Las primeras rampas son exigentes, y enseguida va sobrando ropa. Alguien reclama más resuellos. Y aprovechamos para ir contemplando Los Gallineros, la Dehesa de la Almenara, y algunos caseríos y aldeas. Entre todos, soleado, destaca Riópar Viejo con su castillo e Iglesia.

    Las prímulas van anunciando la primavera, aquí más tardía que en el resto. Las cotas van subiendo entre bosques de laricios, quejigos, encinas, arces, fresnos y espinos. Los musgos y enredaderas se maridan con árboles y piedras y dan un toque mágico al ambiente.

    Andamos sobre los 1.300 m cuando llegamos a la plataforma kárstica, amesetada, de más de 20 kilómetros de larga  y 5 o 6 de ancha. Nuestro guía nos dice que hay más de 900 dolinas y otras muchas estructuras geológicas, que se han ido tallando en el terreno calizo.

    Es la hora del almuerzo, y cerca del refugio de los pastores ponemos los manteles y van saliendo los manjares. El bocadillo de tortilla goza de mucho predicamento, pero también frutos secos, frutas naturales y hasta algunas barritas energéticas. Se echa de menos la bota de vino de Fernando, alguno lleva hasta una pequeña nevera para sus cervezas. No obstante, el agua sigue siendo el líquido elemento. Y un orujo de Plasencia también acude al hermanamiento.

    Repuestos seguimos la marcha. Saludamos a varios grupos de andarines que esta mañana trasiegan por aquí, tal vez expectantes de pisar la nieve caída en fechas recientes. Y aunque se puede ver, pisar y servir de proyectil, sólo son pequeñas pinceladas del cuadro, en el que predomina el manto vegetal, verde intenso, con alguna florecilla amarilla recién asomada, e innumerables matorrales espinosos, cojines de monja, y tiernas plantas de gamones que dentro de poco ejercerán de faroles de la pradera.

    Visitamos las fuentes del Espino y de la Media Fanega, y nos vamos acercando a la base del Argel (1699 m), cuarto pico más alto de la provincia. El aire fresquito nos agrupa, y nos regocijamos de lo que vemos, Las Cabras, La Sagra nevada, el Mentiras, La Albarda, Padrastro, Almenara, Almenarilla, Macho, Sarga-Padrón, Padroncillo…las praderas de los valles circundantes, y los abundantes picos de estas cuerdas de más de 1.600 m. Tras la foto sentimos el deseo de vibrar en grupo y nos ponemos a reír como posesos hasta atemperar el espíritu e iniciar la repetición de la silaba sagrada, OM, que empieza a ser seña de identidad sosquil. Para finalizar, sesión de abrazos espontáneos.

    Y renovados empezamos el descenso por la Cuerda de los Tornajos hasta la Cañada de las Yeguas, para dirigirnos al Pozo de la Bomba donde tenemos mesa reservada (hemos bajado a 1500 m). En el trayecto, entre un rebaño de ovejas que pastan a sus anchas, un posible tejo arranca la carrera de un andarín hasta traer evidencias virtuales del mismo.  

    Y tras la comida en este solarium, con bocaditos de mermelada de higos y chupito de orujo de Paquito, bombones y té de jengibre de Llanos, con el susurro del agua discurriendo por los meandros, algunos entran en un estado meditativo profundo, que otros confunden con mundanales ronquidos.

    Después del descanso reiniciamos la marcha siguiendo el arroyo hasta que desaparece en el sumidero. Alguien pensó que si arrojáramos aquí la gorra del sosquil podríamos recogerla en el rio mundo después de vomitarla en la Cueva de los Chorros. Y por si fuera verdad nos vamos hasta el Mirador del Calar, donde oímos el salto del agua y vemos una procesión de hormigas que juegan con cochecitos de colores en la vertical de nuestra posición. Y proseguimos.

    Por la Cañada de los Mojones el grupo va bullicioso, hasta romperse, los primeros tiran hasta el destino, y por detrás se entretienen buscando arácnidos, “cuando sale la madroña en cinco días llueve”, y puestas de sapos parteros. El Cordel de Andalucía indica que el Puerto del Arenal está cerca. Y se agradece poder quitarse las botas.

    Ha sido una ruta de 18 kilómetros, en 8 horas y pico, con 830 metros de desnivel. Una ruta preciosa en un ambiente de lujo.

    Calar

    📍Aquí puede seguir la ruta en Wikiloc

    ▶️ Puede adentrarse en la sección ‘Senderismo’

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