Los andarines de Diario Sanitario regresamos a Carcelén y, si el año pasado subimos a la Peña Negra, en esta ocasión nos atrevemos con Los Cuatro Mojones y el mismo frío que entonces. Pero las vistas de esta ruta de trece kilómetros merecen el sacrificio, que terminó casi a bajo cero.
Con vistas a Casas de Ves, Alcalá de Júcar, Alatoz y Carcelén
Fieles a nuestro lema: “Frente al sendentarismo, senderismo”. Y lejos de toda cordura, que todo hay que decirlo, cambiamos el sofá y el calor del hogar por el pueblo albaceteño de Carcelén y sus ‘Cuatro Mojones’. En esta ocasión, vamos el maestro, la redactora y el que suscribe, que hace las veces de brújula.
La fría etapa, circular de 13 kilómetros, se desarrolla con vistas a los términos municipales de Casas de Ves, Alcalá de Júcar, Alatoz y Carcelén, pero siempre con la mirada en Carcelén, término más próximo a la zona a andar. La divisoria va justo por la cuerda donde vamos a subir, al monte de los Cuatro Mojones, perteneciente a la Sierra de la Caballa.
Dejamos el coche a kilómetro y medio del pueblo de Carcelén, atravesamos el llano llamado de Las Cañadas y cruzamos la colada de Jarafuel para, a través de Los Navajos, ir subiendo hacia la sierra. Seguimos el camino llamado de Casas de Ves. En el collado, de 875 metros de alto, giramos a izquierda y ascendemos con varios sube y baja hasta llegar al punto geódesico Cuatro Mojones.
Merendamos con unas vistas de cine. Viendo Carcelén y su Piedra del Mediodía, bebiendo té y mojando con magdalenas de Panadería Ana de Albacete y con toñas del horno del Paseo de la Libertad. Finalmente y ya ateridos de frío, bajamos gracias a una senda por un paraje denominado Cueva Gorrino, que nos llevaría directos al coche.
Tres senderistas
📍 Aquí puede consultar la ruta en Wikiloc
Vamos tres senderistas porque dos no paran de trabajar y un tercero lo tenemos de baja. Nos acordamos mucho de Terto y de su rodilla, incluso le damos vueltas a la gota, que parece enfermedad de reyes pero también le puede dar a algún republicano.
La redactora recuerda una y otra vez lo bonito que es el pueblo, que por algo es embajadora de Carcelén. Tanta fue la insistencia, que subimos con el coche hasta el impresionante Castillo, pero la ausencia de bares abiertos en Carcelén nos llevó hasta Alatoz, donde el bar de los palomeros nos dio el colofón a una tarde que, aunque gélida, no nos quitó las ganas de regresar una vez más al pueblo. Además, tenemos pendiente la tradición de Los Montones.