Homenaje de sus compañeros a Enrique Ibáñez Pérez
Cuando pensamos en la figura del celador, imaginamos a esa persona que empuja una camilla, una cama o una silla de ruedas, pero su labor va mucho más allá de trasladar a los pacientes que no pueden desplazarse por sí mismos.
Son esas personas que ayudan a la TCAE en la limpieza del paciente, aquellos que sujetan al enfermo mientras el médico realiza esa técnica tan complicada en la cual la posición que mantiene el enfermo es fundamental.
Los celadores son aquellos que tienen que llevar al mortuorio a un paciente que acaba de fallecer mientras intentar animar a esos familiares que no encuentran consuelo.
Todas esas funciones y muchas más son las que realizan los celadores, como destacan en una carta remitida a Diario Sanitario los compañeros de Enrique Ibáñez Pérez, un experimentado celador que se jubila en el Servicio de Urgencias del Hospital General Universitario de Albacete.
Y es que, a todas las tareas que lleva a cabo un celador, hay que sumar, en el caso de Enrique, «que lo ha hecho siempre con la mayor disposición y la mejor sonrisa, motivo por el que vas a dejar un recuerdo maravilloso a los que han trabajado contigo», subraya la carta.
De hecho, aunque se vaya, quedará su impronta: «Ese maravilloso recuerdo que vamos a tener todos los que hemos tenido la suerte de trabajar con Enrique durante tantos años».
Nacido en Villamalea, Enrique ha trabajado durante años en los hospitales de Yecla, Villarrobledo y Albacete.
Los últimos años ha estado trabajando en el Servicio de Urgencias del Hospital General Universitario, al que ahora le toca decir adiós «porque le ha llegado el momento de la jubilación y de comenzar a disfrutar de su merecidísimo descanso», apuntan sus compañeros.
«Antes de llamarlo ya estaba allí»
Todos, celadores, TCAE, enfermeras y médicos le van a echar de menos, así lo reflejan las frases que repiten cuando se refieren a él:
- “Siempre ha sido un gran compañero”.
- “Nunca le has oído quejarse por nada”.
- “Siempre con esa sonrisa que le caracteriza”.
- “Antes de llamarlo ya estaba allí”.
- “Una persona con la que es un lujo trabajar”.
- “Con él daba gusto estar, desinteresado, buena persona y muy, muy, muy buen compañero”.
- Una de sus frases más características: “No estoy aquí, pero ¿qué necesitas?”.
Sus compañeros le dedicaron una ovación el pasado 29 de noviembre. «Aplausos a una persona muy modesta que no quiere ni despedidas ni reconocimientos, pero al que es imposible despedir solo con un adiós sin decirle sobre todo ‘gracias’. Gracias por preocuparte siempre por los pacientes, gracias por tu ayuda a todos los compañeros y sobre todo gracias por trabajar siempre con esa sonrisa que hacia los turnos mas alegres».
«Ha sido un placer trabajar contigo querido compañero, mucha suerte en esta nueva etapa de la vida, disfruta como mereces y recoge todo lo que has sembrado».
Así termina la carta a un celador: «Con cariño de tus compañeros».
Enrique un trabajador de bandera. Puro nervio trabajando. Buen compañero y buena persona. Sencillo y campechano. Dejarás un gran vacío. Que disfrutes de tu tiempo libre. Un gran abrazo.