
Si a alguien le apetece dar un paseo por el Jardín Botánico de Castilla-La Mancha en estos días, podrá ver cómo los cerezos ofrecen, de forma sugerente, sus rojizos frutos.
Contienen queracianina, altamente antioxidante
Las cerezas y sus primas hermanas las guindas, son un bien muy apreciado tanto por humanos como por pájaros. Tanto es así, que se crean verdaderas competiciones por ver quién es el más rápido en detectar estas deliciosas frutas en cuanto obtienen su estado óptimo de madurez.
Son frutas ricas en materias pépticas y tánicas y contienen igualmente queracianina, que es la que le da ese precioso color rojo, y que es altamente antioxidante.
De las cerezas se aprovecha todo, incluso los rabillos que actúan como diuréticos, habiendo quien los aconsejó incluso para los males de falta de memoria.
Kirsch
Pudiendo tomarse en mermelada, crudas o escarchadas, quizás la forma más curiosa para ingerirla es la fermentación de su pulpa y hueso. Dicha fermentación produce el aguardiente llamado Kirsch, famoso en Alemania; o el marrasquino que procede de Dalmacia, siendo ambos clasificados durante largo tiempo como estimulantes de las funciones digestivas.
«Engaña hambrientos»
Decía Leclerc en sus obras de fitoterapia de principios del pasado siglo, que las cerezas » administradas en abundancia, como fruta fresca, convienen especialmente a los tragones insaciables” proponiéndolas como solución para la obesidad, tanto por su acción diurética como por ser una fruta saciante, o en sus propias palabras «engaña hambrientos».
En este sentido también comentaba Andrés de Laguna en el siglo XVI que las cerezas «confortan mucho el estómago, templan el encendimiento de vientre y adelgazan los humores viscosos y gruesos».
Reducen la resistencia a la insulina
Estudios actuales han demostrado que efectivamente la queracianina reduce de forma significativa la ganancia de peso corporal, la resistencia a la insulina y la acumulación de lípidos en ratones a los que se les había alimentado con una dieta rica en grasas. Aunque estos estudios requieren de su validación en humanos, vendrían a refrendar lo que ya observaron Leclerc y Laguna.
La naturaleza dadivosa del cerezo nos regala una fragante floración a finales de marzo y las excelentes, digestivas y saciantes cerezas en mayo. Quizás para ayudarnos a preparar la llamada operación bikini de junio. Eso, si somos más listos que los pajarillos.