• Cervantes hubiese sido un buen médico

    El Autor

    Julio Antonio Virseda Rodríguez

    Jefe del servicio de Urología y profesor Titular de la Facultad de Medicina

    Artículo publicado en 2016

    Llegando al final del 4º Centenario de la muerte de D. Miguel de Cervantes (22 de abril de 1616) me permito el comentario de la importante vinculación personal y familiar con los hechos médicos  de nuestro significativo autor capaz de poner a La Mancha en el conocimiento geográfico y literario universal a través de “El Quijote”.

    Es sorprendente y llama sin duda la atención del que lee “El Quijote” la gran cantidad de material acumulado con referencia a materia médica, y una explicación podría ser que Miguel de Cervantes, en la primera etapa de su vida, aquella en la cual comenzó a devorar todo libro o papel impreso que caía en sus manos. Tal era su afán de ilustrarse que no desecharía los libros de Medicina de su tiempo ya que su padre, Rodrigo el sordo, los poseyera ya que era cirujano menor de oficio. No serían muchos los textos disponibles por la condición de cirujano no universitario del padre y la relativa escasez de medios familiares. ¿Cuál sería la biblioteca médica de un practicante en el siglo XVI? Desde luego no muy abundante a pesar de la proximidad de la Universidad de Alcalá de Henares y la importancia de los estudios médicos en ella.

    Y por bastante tiempo no es extraño pensar que la familia del joven Miguel acariciara la idea de que siguiera el camino de su padre así como de su bisabuelo materno, D. Juan Luis de Torreblanca, componente de una ilustre saga de médicos cordobeses.

    El padre

    El oficio del padre le obligó en su infancia a continuos cambios de domicilio desde su lugar de nacimiento en Alcalá de Henares (hacia 1570). Desplazamientos familiares a Valladolid, Córdoba, Sevilla y Madrid. En la época el oficio de cirujano-barbero obligaba con frecuencia, para ganarse la vida, a un camino itinerante alejándose de la ciudad natal en la que podían contarse por cientos los estudiantes en general y de Medicina en particular.

    La concentración de médicos es puesta de manifiesto por Cervantes en “El coloquio de perros” al escribir: “Infiero, dirá Berganza, o que estos dos mil médicos han de tener enfermos que curar (que sería harta llaga y mala ventura), o ellos se han de morir de hambre”. La tradicional separación entre médicos y cirujanos seguiría siendo realidad hasta bien entrado el siglo XIX no siendo nada fácil la vida profesional de los que ejercían el “arte de manos” emparentados frecuentemente con los empíricos de actividad consentida por todos.

    cervantes

    Combatiente mutilado

    La vida de Cervantes estaría marcada, como la de cualquier otro humano, por sus padecimientos y enfermedades propias, especialmente en la proximidad a la vejez. A pesar de todo debió de gozar personalmente de una excelente salud que le permitió ser el combatiente mutilado de Lepanto, el cautivo de Argel durante casi cinco años y medio, autor literario de fama y un viajero-aventurero que no se libraría, en sucesivas ocasiones, de ser encarcelado. Nuestro autor perdió el uso de la mano izquierda en la batalla de Lepanto y de esta forma le escribe a Mateo Vázquez: “El pecho mío, de profunda herida/sentía llagado, y la siniestra mano/estaba por mil partes ya rompida” o bien en su “Viaje del Parnaso”: “En fin, has respondido a ser soldado/antiguo y valeroso, cual o muestra/ la mano de que estás estropeado./ Bien sé que en la naval, dura palestra, perdiste el movimiento de la mano/ izquierda para gloria de la diestra”.

    Melancólico

    Miguel de Cervantes debió tener, al menos al mediar su vida, un cierto carácter “melancólico” en función de sus múltiples desengaños de todo tipo y ello podría explicar la personalidad de su “hijastro” Alonso Quijano “El Quijote” desde su nacimiento literario: “Pero yo, que aunque padre, soy padrastro de D. Quijote. Y así, ¿qué podría engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío sino la historia de un hijo seco, avellanado, antojadizo, y lleno de pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno, bien como quien se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y  todo triste ruido hace su habitación?

    Salud Mental

    Finalmente los conocimientos médicos de Cervantes en relación con los trastornos mentales, centro de su novela más famosa, han sido explicados a través de su posible lectura del conocido libro del doctor Huarte de San Juan “Examen de Ingenios” (1ª edición, Baeza 1575), motivo por el cual D. Quijote recibe el calificativo de “ingenioso”, “que no loco”. El libro reseñado fue uno de los primeros tratados de psicología pedagógica que intenta explicar la relación entre lo físico y lo intelectual y de esta forma se definen las causas de la locura de Alonso Quijano con arreglo a la teoría de las “destemplanzas”. Huarte proponía que el predominio de algún “humor” (destemplanza), producía las diferencias de ingenio, y la locura según esta hipótesis, era “un modo de ingenio”.

    El cariño y comprensión del buen psicólogo Cervantes, hacia su hijo literario hace que el hidalgo manchego recupere la razón en los momentos finales: “Tuvo a todo el mundo en poco./ Fue el espantajo y el coco/ del mundo en tal coyuntura,/ que acreditó su ventura,/ morir cuerdo y vivir loco”.

    Sin duda, Miguel de Cervantes, hubiera sido un buen médico.