• Cifuentes le declara la guerra al sobrepeso

    Mide 1,68 y ha llegado a pesar 135 kilos. Este actor, director, escritor y tenor albaceteño, joven y con talento, ha estado a punto de convertirse en diabético por culpa de una enfermedad, el sobrepeso, que lleva aparejadas un sinfín de complicaciones. La última analítica encendió la luz de emergencia en la cabeza de Juanma Cifuentes. Pero no quería perder 40 kilos a una velocidad de vértigo para luego ganar 50. Recurrió a un endocrino y, hace tres meses, optó por cambiar de hábitos.

    La última analítica encendió la luz de emergencia en la cabeza de Juanma Cifuentes. Pero no quería perder 40 kilos a velocidad de vértigo.

    Todas las dietas del mundo

    Cifuentes reconoce que ha hecho todas las dietas sin sentido del mundo, desde la del sirope, con la que aguantó tres horas, hasta el método Montignac, el régimen paleolítico o el de los hidratos de carbono. Perdía una barbaridad de kilos en un tiempo récord y los recuperaba con intereses. Ha pasado años hinchándose y deshinchándose, pasando hambre para regresar una y otra vez al punto de partida.

    Fue un niño más bien enclenque hasta que un severo tratamiento de corticoides cambió su fisonomía a los 14 años. Desde entonces, engordaba y adelgazaba en función de los fármacos para controlar el asma. Sin embargo, la situación se le fue de las manos en el año 1992. Adolfo Marsillach lo llamó para actuar con la Compañía Nacional de Teatro Clásico en «Fuenteovejuna», pero le preguntó que si se atrevía a engordar para estar acorde con el personaje. Dicho y hecho, pasó de 62 a 95 kilos. Y un año después volvió a adelgazar para engordar de nuevo, ya que Marsillach le amenazó con quitarle el personaje.

    De 62 a 95 kilos


    La última analítica encendió la luz de emergencia en la cabeza de Juanma Cifuentes. Pero no quería perder 40 kilos a velocidad de vértigo.

    Con kilos y sin ellos, su voz era la misma, tampoco cambiaban la capacidad para escribir o dirigir de este polifacético actor, pero los papeles de gordos, como Sancho Panza, le llovían. Aquel fue el pretexto con el que mantuvo el peso durante años, hasta que hace tres meses su médico de cabecera le advirtió que el azúcar había pasado de 300. Acudió a él porque no se encontraba bien y los análisis le demostraron que debía parar. El problema fue que el enfermero le dio una dieta de 1.500 calorías. Al ver aquel régimen tan severo, Cifuentes optó por ir al endrocrino para cambiar sus hábitos bajo el control de un especialista.

    El paciente Juanma Cifuentes empezó a comer con cabeza y a hacer una hora de ejercicio al día hace tres meses, cuando pesaba 124 kilos. Ahora pesa 112 y sigue perdiendo, despacio y convencido de que no se trata de una dieta sino de un cambio de mentalidad y costumbres. Si antes, en el bufé de rodaje, se iba a los macarrones y las patatas fritas, ahora su plato se llena de fruta, ensaladas, verduras y carne y pescado a la plancha. También ha cambiado la barra de pan diaria por dos biscotes y sigue fiel a las legumbres.

    Los análisis volvieron a la normalidad a las dos semanas del cambio, han cesado los dolores de estómago y la espalda, que también daba signos de alarma, mejora por momentos. A sus 49 años, Juanma Cifuentes está convencido de que llegará y se mantendrá, como mínimo, en los 90 kilos.

    El cambio lo verán sus admiradores en las Fiestas de Bogarra, su pueblo, de las que será pregonero Juanma Cifuentes el 19 de agosto; en la obra de teatro «Desconcierto de una noche de verano», que estará esta Feria en las tablas de la Posada del Rosario, o en la serie de televisión de la que está pendiente y en el proyecto internacional que ultima con la compañía Yllana. La pérdida de peso no le está restando trabajo, pero sí que le da cada día más vitalidad.