• Colegio, una ilusión frustrada

    El Autor

    Raúl Godoy Mayoral

    Neumólogo, presidente de la Sociedad Castellano Manchega de Patología Respiratoria

    Todo comenzó entre la  tarde de un viernes y una mañana de un sábado, entre el whatsapp y una llamada…

    El terreno estaba abonado, lo había hecho la desidia y el engaño de las últimas votaciones, la  captación de mi voto (la primera y única vez que lo había dado) con la promesa de que se haría  algo.

    Cuatro años después el único contacto era una revista que cada vez me costaba más abrir, por las arengas sindicalistas, cosa que yo no relacionaba con la idea de que eso representaba a todos.

    El terreno abonado, la promesa de nunca ir contra lo que yo pensaba, la ilusión que se me trasmitía, me convencieron de que merecía la pena.

    Sólo faltaba un escollo que me obligaba a no dar un rotundo sí, tenía que ver que esto no fuera en contra de los intereses de mi servicio, mi jefe estaba siendo tocado por la otra candidatura, con la que yo no comulgaba por las razones expuestas.

    Le pregunté.

    Me dijo que adelante.

    – ¿De qué vas?

    – De vocal, ¿y tú?

    Yo  iría de vicepresidente.

    Contesté que sí, quedé para firmar mi puesto. Discutimos los términos, éramos un grupo plural, con gentes de diferentes ideas políticas e incluso sin inclinación política alguna, así que juramos que nuestra opción era inclusiva, sin ningún tipo de compromiso político o sindical.  Ese fue el primer acuerdo al que llegamos, el segundo, que no utilizaríamos nuestra candidatura para enfangar, sino que sólo propondríamos nuestras ideas e intenciones, y que si empezaban con ese tipo de juego sucio no contestaríamos, sólo recordaríamos nuestro programa. ¿Nos equivocamos? No lo creo, ahora me miro en el espejo y estoy orgulloso de nuestro grupo, de lo que hicimos, de nuestras reuniones buscando propuestas, con ideas, ilusionados y con el objetivo de que los colegiados recuperen el Colegio, que el Colegio signifique algo en nuestra vida, que aunque no fuese obligatorio nuestros compañeros pensasen que merecía la pena pagar la cuota.

    Hicimos reuniones, hablamos con otros colegios, queríamos que nuestras propuestas fueran posibles y no se quedasen en sueños y promesas baldías.

    Sabíamos que estábamos comprometiendo nuestras vidas, nuestro trabajo y el poco tiempo que teníamos, pero era un reto que merecía la pena.

    Fuimos pesados propagando nuestro programa, pero jamás dijimos nada ofensivo de nuestros competidores, siempre hablamos de nuestras ideas e intenciones, de lo que queríamos hacer.

    Llegó el momento de la votación. Éramos novatos contra profesionales, no éramos políticos ni estábamos acostumbrados a eso.

    Antes de los resultados, alguien de los otros me dijo, mientras hablábamos amigablemente:

    • Se han dicho malas cosas por uno y por otro lado.

    No pude callarme y le contesté:

    • Se han dicho cosas por un lado, pero no por el otro. Nosotros teníamos la consigna de no entrar al trapo.

    Perdimos, pero quiero que los que nos votaron sepan que nuestras intenciones eran sinceras, que el ofrecimiento de nuestro trabajo no llevaba segundas intenciones, y que hubiéramos puesto todas nuestras fuerzas en la labor de recuperar el Colegio. Quiero que sepan que no se equivocaron al confiar en nosotros.

    A los que no nos votaron agradecerles por hacernos volver al mundo real, por obligarnos a dejar esos sueños que hubiesen supuesto tanto tiempo y esfuerzos personales, pero queremos pedirles que exijan que el Colegio vele y luche por sus colegiados, queremos que pidan a sus representantes que el Colegio se note, que no sea una cuota obligatoria y sin retorno. Ojalá lo hagan.

    Estoy triste. Nuestras ilusiones han sido frustradas, pero me quedan las caras, el trabajo en común, la ilusión y la fe  en mis compañeros. Aún hay personas que sueñan…