• Como caminar es salud: El Berrueco

    El Autor

    Rigoberto López Honrubia

    Profesor de Psicología de la Salud en la Facultad de Enfermería. Crónicas de un caminante

    Por la carretera de Murcia nos desviamos a Patagorda y seguimos hasta la Casa del marqués de Bernabejos, de planta rectangular con tres alturas y patio delantero, y continuamos a la izquierda hasta el Charco del Lobo, donde  podemos imaginar su pasado esplendor. Esta ha sido una etapa deseada y temida. Dos perros, uno pastoril atado y otro ratonero suelto, pero que saca un ladrido como si de un mastín se tratara, nos avisan de que este es su territorio.

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    La tarde está soleada, el aire ofrece resistencia a nuestros pasos. A la izquierda la era, con un par de pinos que darían buena sombra durante la trillanza. Muy pronto abrimos cremalleras. Pretendemos abordar El Berrueco (monte pedregoso, y/o con yacimientos arqueológicos) por la izquierda, crestearlo y bajar por la derecha. Vamos por el camino de Las Quebradas teniendo al frente  la Casa de Balsain de Arriba.

    Entre pinares, a la derecha del cerro de los Pachecos vamos dirigiéndonos al punto de inicio de la subida. Pero nos sorprende un camino a la derecha que no viene en los planos, que nos seduce y decidimos seguirlo hasta la cuerda del Berrueco.

    Un pequeño descanso para repostar, agua y frutos secos, ya que tenemos una buena subida, 1.045 m. Casi al inicio de este camino  una sima de envergadura, aunque en el curso de la etapa comprobaremos que esta montaña esta hueca y respira por muchos poros de estas piedras rojizas. A la vez que vamos subiendo guiados por un rebaño de cabras, nos entretenemos, cada poco, con las vistas de zonas de cultivo, con productos que verdean, amarillean y otros marrones o chocolate, de tierras en barbecho o recién labradas, una de ellas con largos recorridos en ocho.

    El mapa nos identifica el Corral del Carrascal, Casa Nueva, los Búhos, La Losa y, en planos superpuestos las habituales, hoy nítidas  Ontalafia, Campillo de las Doblas, San Juan, la Peña del Roble, la Albarda, el Padrastro, vigiladas por el guardián del llano, el Castillo de Las Peñas. “No me dejáis tiempo para gozarlo”, dice uno;  “que nos quedan 200 metros por subir” responde otro, y el tercero sonríe, anda y se escaquea para mirar.

    Etapa corta la del Berrueco, de 9 km y 2,30 horas andando

    Llegamos hasta la Morra del Berrueco, donde proliferan restos de cerámica y piedras de sílex. Tal vez pusieron aquí el punto geodésico y posteriormente lo trasladaron, de tal manera que ahora no es el más alto. En las cercanías elegimos un carasolete con buenas vistas para  la merienda, bocadillo de jamón compartido, frutas variadas y té verde. Descubrimos que, uno por otro, esta tarde no habrá traguito de vino. Visualizamos nuevos territorios por conquistar, en tanto empatizamos con nuestros antepasados y comprendemos algunas de sus razones para elegir estos enclaves, defensa y vigilancia. También imaginamos su fortaleza para subir y bajar con frecuencia a ellos, casi como estas jóvenes cabras que se alejan montaña abajo.berrueco_palacete

    La puesta de sol nos va reteniendo una y otra vez, hipnotizando, ¡estos atardeceres de la mancha! Tal cromatismo nos emboba, rojos, naranjas, amarillos, lilas, azules, grises… Por fin llegamos hasta el pozo del charco del lobo, e iniciamos el regreso. Ha sido una etapa corta, de 9 km, 2,30 horas andando, 320 m de desnivel. Con ella salimos de la zona de Pozo Cañada para ahondar en el pozo.