• El Berrueco, seis años después

    El Autor

    Rigoberto López Honrubia

    Profesor de Psicología en la Facultad de Enfermería

    Los andarines de Diario Sanitario regresamos hasta El Berrueco en el año 2024 marcados por los recuerdos de la misma ruta, que hicimos en marzo de 2018. Repetimos los incombustibles, Manu y yo. Por la carretera de Murcia, nos desviamos a Patagorda y seguimos hasta la Casa del marqués de Bernabejos para continuar a la izquierda hasta el Charco del Lobo.

    Han pasado los años, pero nada ha cambiado. En aquella primera ocasión fuimos con ‘El Infiltrado’, pero ahora regresamos con Cesi y Dolores, que llevan camino de superarnos. La tarde también está soleada, el aire ofrece resistencia a nuestros pasos. A la izquierda, la era, con un par de pinos que darían buena sombra durante la trillanza. Muy pronto abrimos cremalleras. Pretendemos abordar de nuevo El Berrueco (monte pedregoso, y/o con yacimientos arqueológicos) por la izquierda, crestearlo y bajar por la derecha. Vamos por el camino de Las Quebradas teniendo al frente la Casa de Balsaín de Arriba.

    Entre pinares, a la derecha del cerro de los Pachecos vamos dirigiéndonos al punto de inicio de la subida. Pero nos sorprende un camino a la derecha que no viene en los planos, que nos seduce y decidimos seguirlo hasta la cuerda del Berrueco.

    Tenemos una buena subida, 1.045 m. Casi al inicio de este camino una sima de envergadura, aunque en el curso de la etapa comprobaremos que esta montaña esta hueca y respira por muchos poros de estas piedras rojizas.

    Las imágenes de 2018

    El regreso de 2024

    📍Aquí puede consultar la ruta en Wikiloc

    El mapa nos identifica el Corral del Carrascal, Casa Nueva, los Búhos, La Losa y, en planos superpuestos las habituales, hoy nítidas  Ontalafia, Campillo de las Doblas, San Juan, la Peña del Roble, la Albarda, el Padrastro, vigiladas por el guardián del llano, el Castillo de Las Peñas. “No me dejáis tiempo para gozarlo”, dice uno;  “que nos quedan 200 metros por subir” responde otro, y el tercero sonríe, anda y se escaquea para mirar.

    Etapa corta, pero intensa

    Llegamos hasta la Morra del Berrueco, donde proliferan restos de cerámica y piedras de sílex. Tal vez pusieron aquí el punto geodésico y posteriormente lo trasladaron, de tal manera que ahora no es el más alto. En las cercanías elegimos un carasolete con buenas vistas para  la merienda. Echamos de menos los traguitos de vino del principio. Visualizamos nuevos territorios por conquistar, en tanto empatizamos con nuestros antepasados y comprendemos algunas de sus razones para elegir estos enclaves, defensa y vigilancia. También imaginamos su fortaleza para subir y bajar con frecuencia a ellos.

    La puesta de sol nos va reteniendo una y otra vez, hipnotizando, ¡estos atardeceres de la mancha! Tal cromatismo nos emboba, rojos, naranjas, amarillos, lilas, azules, grises… Por fin llegamos hasta el pozo del charco del lobo, e iniciamos el regreso.

    Terminamos en Albacete, en Amelie, antiguo Copete, otro bar que nos hipnotiza por el trato, las buenas tapas y el precio, más que razonable.

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