
Desde el inicio del calor este verano, estoy asistiendo a una sintomatología frecuente como es la disuria. Cierto que por estas épocas del año es más corriente, pero cuando se observa que suelen ser mujeres jóvenes, que tienen una actividad laboral que se asemeja y se añade el comentario que no pueden ni orinar durante la jornada de trabajo, pues ya uno se pone en alerta y comienza a preguntar.
El asunto está muy claro. Infecciones del tracto urinario inferior en mujeres jóvenes y casi todas cara al público. Dependientas, informadoras, cajeras…es decir, dar la cara y estar en el sitio y en el momento. No tienen tiempo ni autorización para la micción.
El instinto primario se reprime y las consecuencias pueden depender de la frecuencia y la magnitud con la que se mantiene la vejiga llena. Aguantarse las ganas de orinar de forma ocasional no va a tener consecuencias apreciables para la salud. Que el retrasar la micción sea algo más habitual y cotidiano, sí. Hay riesgo apreciable y un aumento del riesgo de padecer infecciones urinarias de la vejiga, es decir, cistitis.
Las necesidades fisiológicas forman parte de la vida misma y son necesarias para el buen funcionamiento del organismo. Evitar o inhibir el reflejo de la micción puede traer consecuencias.
Se podría dar explicaciones científicas sobre los motivos por los que no se debe aguantar la micción y las consecuencias de ello, pero esta nota de denuncia es para recordar que hay una obligación y un derecho, evacuar vejiga y cumplir en el trabajo van innatos, no pueden separarse, forma parte de un todo y si se debe ausentar unos minutos por algo tan vital como es evacuar la vejiga, hágase.
Trabajar nunca debe perjudicar la salud. Debemos concienciar a las empresas, sindicatos y las mutuas de esta necesidad vital y derecho irrenunciable. Tiene que ser reconocido y si hace falta especificarlo en el contrato, hágase.