• Sacerdotes en primera línea frente al coronavirus

    Cuando los pacientes se hacinaban en los pasillos de Urgencias para acabar ingresados en la soledad de una habitación de hospital, sin familia y con el miedo que daba un nuevo coronavirus que no dejaba de cobrarse vidas, el vicario de la Diócesis de Albacete, Julián Ros, pidió sacerdotes voluntarios para dar consuelo a quien lo necesitara. No faltaron manos y una de ellas fue la de Naeem Shoshandi, sacerdote iraquí que ya tiene dos guerras en su haber, la de Irak y la del coronavirus en Albacete, que aún se libra.

    coronavirus sacerdotes

    No han faltado sacerdotes voluntarios para hacer frente al coronavirus en los hospitales

    Los capellanes de hospital, sacerdotes disponibles las 24 horas del día en los centros sanitarios, eran muy mayores y faltaban manos. José Serrano, que se ordenó sacerdote después de jubilarse como enfermero, decidió, a sus 69 años, que seguiría al pie del cañón, pero llegaron refuerzos, como fue el caso de Naeem o del padre Álvaro. De hecho, este último ha cambiado su tranquila parroquia de San José por quedarse en el Hospital General Universitario de Albacete, lo que le ha llevado a vivir las tres oleadas del coronavirus.

    No tenían miedo al contagio, pero sí a sacar el virus del hospital, por lo que ambos sacerdotes han extremado tanto su aislamiento como las medidas de higiene hasta el día de hoy. No se han contagiado, pero no dudan en asegurar que se está librando una guerra que no da cuartel. Para el padre Naeem ésta es su segunda batalla, en la primera perdió a su familia y en esta segunda ha tenido que despedir a feligreses y compañeros sacerdotes.

    “El problema era la soledad. Te cogían la mano con fuerza y tú hacías lo posible por darles esperanza, por que perdieran el miedo. Cuesta recordar. Sobre todo el caso de una chica joven”.

    Para Naeem, la primera ola del coronavirus, con la población confinada, fue como revivir de nuevo la guerra de Irak. Recuerda las calles desiertas, el silencio y un hospital callado, con la entrada desierta, que parecía abandonado hasta llegar a Urgencias y a las habitaciones, donde la imagen era dantesca.

    Los pacientes de la tercera ola tienen acompañante

    En esta tercera ola el escenario, aunque igual de cruel porque ya se ha cobrado cientos de vidas en España y decenas en Albacete, es diferente. A los pacientes COVID se les permite tener un acompañante a cambio de que guarde la cuarentena junto al enfermo. La situación es complicada, porque hay casos de coronavirus en habitaciones triples, pero se ha abierto una puerta a la condena a morir en soledad del año pasado.

    Capellán de hospital

    Además, un capellán no se enfrenta sólo al coronavirus. El padre Álvaro lloraba esta semana junto a las enfermeras y los padres de un recién nacido sin esperanzas de sobrevivir. Celebraba un bautizo por peligro de muerte, el único consuelo para unos padres rotos.

    Albacete capital cuenta en estos momentos con cinco capellanes repartidos entre el Hospital General y el Perpetuo Socorro. La sanidad privada también dispone de este apoyo en los dos hospitales de Quirónsalud. Quien los necesite, sólo tiene que comunicarlo al personal sanitario.

    Hemeroteca

    Un enfermero, frente al coronavirus como sacerdote

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