El fotógrafo Rafael Pradas retrata la esencia de este servicio en una muestra que aspira a recorrer las cinco provincias de Castilla-La Mancha
Los servicios de Cuidados Paliativos no tienen ni recursos suficientes para dar respuesta las 24 horas del día, pero el fotógrafo Rafael Pradas ha encontrado en ellos la esencia de la sanidad pública. Durante seis meses, cámara en mano, Pradas ha acompañado a personal sanitario y pacientes para tratar de captar “el poder de la medicina invisible”. “Dan un tratamiento de cariño y amor que no se vende en las farmacias”, repetía el fotógrafo mientras insistía en su compromiso con la muerte.
Rafael Pradas, fotógrafo.
Pradas ha sido la sombra del Servicio de Cuidados Paliativos de Ciudad Real durante seis meses
La muerte es un paso inevitable a la que aún en el siglo XXI cuesta mirar de cara, pero llegar a ella sin dolor, arropado y sereno, evitando las impersonales visitas a Urgencias, con un equipo sanitario que te acompañe, es vital. Así lo consideró el fotógrafo Rafael Pradas cuando su padre, que murió de cáncer, se enfrentó a los tres últimos meses de su vida. Fue entonces cuando adquirió un compromiso con los Cuidados Paliativos que espera que despierte conciencias y recorra hospitales y facultades de Medicina.
Durante seis meses, este fotógrafo ha sido la sombra del Servicio de Cuidados Paliativos de Ciudad Real. Quería reflejar la importancia de un equipo que va mucho más allá de lo que se espera de él. Rafael Pradas ha grabado conversaciones; retratado tratamientos y despedidas para plasmar en 40 fotografías, un vídeo y audios la esencia de una especialidad que, a su juicio, debería ganar peso tanto en las Facultades de Medicina como en la sanidad pública, de ahí que ya haya expuesto tanto en el Hospital Universitario de Ciudad Real como en la Facultad de Medicina, donde proyectó las imágenes y sonidos de esos seis meses que han marcado un antes y un después en su carrera profesional.
“Pretendía dar vida”
“No quería dar pena; pretendía dar vida; enseñar; mostrar la importancia de los Cuidados Paliativos”, explicaba este fotógrafo después de terminar un trabajo que ha hecho de manera altruista, por pura vocación, ya que su medio de vida son los trabajos para instituciones y bodas. Y es que en su exposición no se ven caras tristes, hay despedidas, pero el cariño sustituye al dolor. Ha visto como una paciente se levantaba de la cama, tres días antes de morir, para perfumarse y recibir con la mejor de las caras a su equipo de Cuidados Paliativos.
La muerte como un proceso más de la vida
Ha retratado la muerte como un proceso más de la vida, que puede durar tres meses, como en el caso de su padre, o veinte años, como le ocurrió a un niño con parálisis cerebral. “Se trata de una ayuda, un apoyo dando calidad de vida mientras llega un final de fecha indeterminada”.
“No veía ni tristeza ni angustia. Entraba, con mi bata blanca, con el personal sanitario a las casas y a las habitaciones del hospital. Veía que Cuidados Paliativos no debe ser un tabú. Debería ser un servicio del que todo el mundo hablara. Morir es un proceso de la vida y que te acompañen en el camino, un lujo”, reflexionaba Rafael Pradas.
El alma de la medicina que no está en las farmacias
Las fotografías se imprimieron el blanco y negro para “limpiar lo externo y llegar al alma” de niños, jóvenes y ancianos a los que Rafael Pradas ha cogido tanto cariño como al personal sanitario. “Es espectacular el cambio que provocan los Cuidados Paliativos, la fuerza de la medicina invisible”, repetía un fotógrafo que quiere “cambiar las cosas; sensibilizar; mostrar la medicina que no está en las farmacias”.