• Desde Cañada Juncosa, caminar nos libera

    El Autor

    Rigoberto López Honrubia

    Profesor de Psicología de la Salud en la Facultad de Enfermería 

    “Todo lo que me libera del tiempo y del espacio me aleja de la velocidad”.

    Gros. Libertades (Andar es una filosofía, 2014)

    A las 9 de la mañana, Cañada Juncosa, pedanía de San Pedro, recibe a un contingente de senderistas para iniciar la etapa, circular de 15 km, que tiene la subida a un yacimiento del bronce entre sus atractivos.

    Al iniciar la marcha, respiramos el húmedo y fresco silencio, impregnado de aromas de la zona, pino, romero, tomillo, espliego, aliagas, carrascas, chaparros, almendros, oliveras, algunas higueras, olmos y juncos que delatan  el discurrir del agua.

    Entre capas de agua, la etapa transcurre en su mayor parte por Oriñuela, entre los llanos de Albacete y las primeras estivaciones de la Sierra de Alcaraz, una finca de gestión pública que recibe su nombre de una aldea abandonada, a la izquierda del camino que va desde Cañada Juncosa a la carretera del Sahúco, por donde andan de noche los devotos del Cristo desde San Pedro. Entre su fauna, realmente rica, se cuenta con cabra montesa, jabalí, ciervo, perdiz, conejo, ardilla, pájaro carpintero, herrerillo…Y un par de parejas de águilas que anidan por aquí y que hoy fantaseamos con su exhibición majestuosas ante nuestros ojos.

    ¡La libertad que ofrece la marcha!

    Hacia mitad de la etapa llegamos a la Morrica, yacimiento del bronce que deja al descubierto abundantes restos arqueológicos, presentados por la arqueóloga del grupo, entre los que sobresale un molino de mano, cerámicas con diferentes ornamentaciones y restos de la fortificación. Es un asentamiento en altura, pequeño, y cercanía de agua y tierras cultivables. Otros yacimientos de iguales características se encuentran en el valle del río Quéjola y en las laderas de la Sierra del Roble, morras y abrigos veraniegos, respectivamente. Ya en el Robledillo, ¡próxima aula de la naturaleza!, nos comemos el bocata y conjuramos para que en la próxima edición nos esperen unas parrillas con unas tajadas de panceta doradicas.

    ¡La libertad es ahora un bocado, un trago, un tomate!

    Y proseguimos, descendiendo hasta el camino del Berro y, mirando atrás, observamos como la niebla nos impide ver el Cabeza de Mahoma (1286m), desde el que podríamos avistar los llanos de La Mancha, numerosos pueblos y aldeas y un sinfín de picos entre los que fácilmente se identificaría La Almenara. Después de pasar por  Fuente Lipe, entre pinos, paralelos al Barranco del Poyo, descubrimos una calera aún conservada, en tanto vamos retornando a Cañada Juncosa, donde nos espera su ermita, de San Antonio, y Rufina, Luisa y un puñado de Rosas, que nos obsequian con su peculiar canto a capé la de “los pajaritos”, novena cantada en honor del santo por los cañicoseros.

    ¡La libertad es ahora una sensación, un regocijo!

    Ya deleitados, nos espera un vino en honor de tan amables visitantes, en tanto nos dirigimos hasta el lugar convenido para dar cuenta del atascaburras, los gazpachos y hasta del orujo, mientras nos recreamos y hasta inventándonos la próxima jornada, con un poco más de caña, que se ha quedado corta.

    ¡La libertad es ahora una sonrisa, un cantar, un pernales!

    Las fotografías que ilustran este artículo las ha cedido @senderismoalbacete.es