• El día de “los olvidados”

    La presidenta de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer (AFA) de Albacete, Isabel Sánchez, advertía hace una semana de cómo la pandemia ha olvidado a unos pacientes que, solo por la edad, han sido y son los más castigados. El confinamiento aceleró los síntomas y el distanciamiento social no hace sino agravar la demencia. Así, este 21 de septiembre, el Día Mundial de la Enfermedad de Alzheimer cobra, si cabe, más fuerza.

    Día alzhéimer
    Imagen: Gudcan
    • Cuestación. Aunque los voluntarios de AFA no portarán las tradicionales huchas de cuestación, se podrán realizar donativos en las mesas informativas y AFA también ha habilitado para este fin un número de cuenta (ES96 2100 4322 8422 0017 2514), que también tiene la opción de operar a través de Bizum (00873).

    En España, y según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), 800.000 personas sufren alzhéimer, el tipo de demencia neurodegenerativa más común.

    La edad es el principal factor de riesgo para desarrollar esta enfermedad, y debido a la mayor esperanza de vida de las mujeres, actualmente su prevalencia es tres veces mayor en ellas. En todo caso, se prevé que el número de afectados de ambos sexos aumente considerablemente en los próximos años como consecuencia del envejecimiento de la población.

    Pero es que además, España es uno de los países del mundo con mayor proporción de casos entre las personas de más de 60 años: un 5% de las personas de 65 años padecen alzhéimer y en mayores de 90 años el porcentaje aumenta hasta el 40%. Como consecuencia del envejecimiento de la sociedad, en los próximos 20 años, se espera que la prevalencia de esta demencia se doble.

    Obesidad, sedentarismo y tabaquismo

    No obstante, aunque la edad constituye el primer y más importante marcador de riesgo para desarrollar alzhéimer, también influyen otros factores como la hipertensión arterial,  la  hipercolesterolemia,  la  obesidad,  el  sedentarismo, el tabaquismo o la diabetes.

    El haber sufrido traumatismos craneoencefálicos, también aumenta el riesgo de desarrollar demencia. “A diferencia de la edad, todos estos son factores de riesgo modificables, por lo que fomentar estrategias de prevención podría ayudar a reducir el número de casos que se producen cada año. Algunos estudios apuntan a que una reducción de al menos un 25% en estos factores de riesgo podrían ayudar a prevenir entre 1 y 3 millones de casos de Alzheimer en el mundo”, señala el Dr Juan Fortea, coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología.   

    Hasta una década en silencio

    Tanto en las formas genéticas -relacionadas principalmente con las formas de inicio de la enfermedad en edades tempranas-, como en las esporádicas, los cambios que produce la enfermedad en ciertos biomarcadores son detectables hasta dos décadas antes del inicio de los síntomas. Y es que, desde el punto de vista clínico, la enfermedad pasa por dos grandes fases: una fase preclínica, que puede extenderse más de una década y en la que no es posible objetivar alteraciones cognitivas; y una fase sintomática en la que los síntomas cognitivos y conductuales se hacen evidentes.

    En esta segunda fase, ya sintomática, los pacientes experimentan los síntomas de la enfermedad con una intensidad gradual: desde la mínimamente sintomática, en la que el paciente es plenamente funcional, hasta que el paciente pierde su autonomía.

    Sin tratamiento que la frene

    “Los fármacos disponibles actualmente para la enfermedad de Alzheimer mejoran los síntomas, pero no consiguen enlentecer la progresión de la enfermedad. Detectar la enfermedad precozmente permite una mejor planificación de los cuidados y una mejor calidad de vida. Por desgracia, se estima que hasta el 80% de los casos de Alzheimer en sus formas prodrómicas o más leves están sin diagnosticar”, destaca el Dr Juan Fortea. “Urge, por lo tanto, el desarrollo de políticas sanitarias destinadas a garantizar el adecuado diagnóstico para el acceso temprano a los tratamientos disponibles. Además de que esto también ayudaría a disminuir el coste socioeconómico de la enfermedad”.

    Y es que los costes sociosanitarios atribuibles a la enfermedad de Alzheimer aumentan de forma correlativa  al deterioro funcional, cognitivo, la comorbilidad y la presencia de síntomas neuropsiquiátricos de los pacientes.

    Síntomas

    Hay que tener en cuenta que, paralelamente al desarrollo de los síntomas cognitivos que definen la enfermedad, la  mayoría  de  los  pacientes  presenta  también otro tipo de trastornos, siendo los más habituales los trastornos del sueño (hasta un 75% de los pacientes presentan algún tipo de alteración en el curso de la enfermedad) así como la depresión, apatía, agitación o agresividad (presentes hasta en un 50 % de los casos).

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