• Ayudar a los sanos a evitar la enfermedad

    ¿Puede la dieta prevenir la enfermedad cardiovascular? El Dr Rodríguez Padial explica cómo actuar para no tener que curar

    El Autor

    Luis Rodríguez Padial

    Jefe de Servicio de Cardiología del Complejo Hospitalario Universitario de Toledo. Profesor Asociado de Medicina de la UCLM. Académico de Número de la Academia de Medicina de Castilla-La Mancha

    A mediados del siglo pasado surgieron las primeras pruebas clínicas de la relación entre la dieta y la enfermedad cardiovascular. Inicialmente se observó una disminución de la mortalidad cardiovascular tras reducirse la ingesta de alimentos ricos en grasas animales en los países ocupados durante la Segunda Guerra Mundial.

    cómo actuar para no tener que curar
    Imagen de archivo.

    Una de las historias más brillantes de la medicina reciente

    Posteriormente, se evidenció una clara relación de la dieta con la mortalidad cardiovascular al comparar las dietas de distintos países y su relación con la mortalidad por esta causa (estudio de Siete Países). De forma casi simultánea, se iniciaron estudios con poblaciones de pacientes seguidas a lo largo del tiempo, como el famoso estudio de Framingham.

    Entre otros, este estudio ha demostrado que existen algunas características de los pacientes -edad, sexo, hipertensión arterial, hipercolesterolemia, tabaquismo, diabetes mellitus, etc.- que se relacionan con la aparición de patología cardiovascular a lo largo del tiempo, aumentando el riesgo de padecer enfermedades como infarto de miocardio, ictus, insuficiencia cardiaca, etc. Estos son los denominados factores de riesgo cardiovascular.

     Estudios posteriores en pacientes con diversos factores de riesgo han demostrado que el tratamiento adecuado de estos factores disminuye de forma significativa la patología cardiovascular o la aparición de nuevos acontecimientos cardiovasculares en sujetos que ya habían padecido un problema cardiovascular.

    En el primer caso, sujetos “sanos” pero con factores de riesgo cardiovascular, se habla de prevención primaria, mientras que, en el segundo caso, individuos que ya han tenido un problema cardiovascular, se habla de prevención secundaria. Durante décadas, los médicos hemos utilizado esta información, y el progresivo desarrollo de fármacos seguros y eficaces, para prevenir la enfermedad cardiovascular. Así se ha conseguido reducir la mortalidad cardiovascular a nivel mundial, de manera que la prevención cardiovascular ha escrito una de las historias más brillantes de la medicina reciente.

    Más vale prevenir

    Pero en el futuro, aunque debemos perseverar mejorando estas exitosas estrategias de prevención primaria y secundaria, especialmente utilizando biomarcadores para aumentar la precisión en la detección de los pacientes que pueden obtener un mayor beneficio, es decir, personalizándolas más, es evidente que debemos trabajar más con las personas sanas, y en especial con los niños y jóvenes, antes de que aparezcan los factores de riesgo cardiovascular. Esta es la denominada prevención primordial o promoción de la salud, que debe coexistir con los anteriores tipos de prevención para conseguir el máximo beneficio.

    Consecuencias en los jóvenes

    Las placas de ateroma en las arterias comienzan a aparecer en los jóvenes, por lo que deben reducirse los factores que influyen en este fenómeno, entre los que destacan la dieta inadecuada y el sedentarismo, ingredientes que conducen a la obesidad y la a diabetes.

    Aunque existe una susceptibilidad genética para padecer algunas de las patologías cardiovasculares, lo cierto es que hábitos cardiosaludables como la dieta y el ejercicio pueden modular el efecto de los genes, un proceso estudiado por la epigenética. Por todo ello, podemos concluir que la prevención cardiovascular, si quiere seguir su camino de éxito, debe ser más personalizada y enfocarse más en la población sana.

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