• Médicos: por y para nuestros pacientes

    Discurso de la XIX Promoción de la Facultad de Medicina de Albacete

    El Autor

    Guillermo García y Marta Moraleda

    Médicos de la XIX promoción de la Facultad de Medicina de Albacete

    No podemos empezar sin agradecer lo mucho que nos llena y lo afortunados que nos sentimos de poder estar aquí pronunciando estas palabras. Es inevitable sentir la presión sobre tus hombros cuando tienes que salir a un escenario detrás de dos personas con el carisma de Pedro Manuel y Abizanda, y sabiendo que vas a dirigirte a una promoción repleta de compañeros de los cuales muchos bien podrían optar para monologuistas, poetas e incluso cantautores. No sabemos qué podríamos hacer Marta y yo para ser capaces de dar un discurso a vuestra altura, pero esperamos que sintáis la cercanía, la sinceridad y el cariño que hemos puesto en cada frase. Que sepáis que este día y estas palabras son, ante todo, vuestras.

    Aun así, no queremos llevaros a engaño. Puede que hoy seamos los protagonistas, pero no podemos ni debemos olvidar que habría sido impensable recorrer este camino en solitario. Todos hemos llegado aquí gracias a nuestro esfuerzo personal, pero estoy segura de que en todos los casos hay alguien detrás que ha ayudado a hacerlo posible.

    “Tú haz lo que puedas”

    En primer lugar, gracias a nuestros padres. Papá, mamá, gracias. Por darnos la oportunidad de vivir esta aventura, por abrirnos la puerta a este camino que solo acaba de empezar, por apoyarnos en el esfuerzo diario de estos seis años de carrera. Gracias por aguantar nuestros días de mal humor, gracias por la llamada o el mensaje de “¿qué tal ha ido el examen?”, por los ánimos y el “tú haz lo que puedas”. Tanto si habéis podido estar cerca en nuestro día a día como si no, gracias por estar esperándonos siempre para cuando nosotros quisiéramos contaros que había ido bien, o que quizá no tan bien.

    Gracias a nuestros hermanos. Por aguantar escuchando las quejas del hermano que estudia Medicina, por hacernos ese favor el día que estábamos hasta arriba. Por cuidarnos. Gracias también a ese compañero de piso o de residencia, que se ha convertido en un hermano a lo largo de estos años, que nos ha visto en nuestros mejores y en nuestros peores días, cuando no teníamos el tiempo ni las fuerzas y solo necesitábamos reírnos un rato entre tema y tema.

    “Hoy no puedo, tengo que estudiar”

    Gracias a nuestros amigos y parejas que también nos han acompañado estos años. A los que han compartido nuestro camino y también a aquellos que, desde fuera, sin saber muy bien qué se estudia en semiología o el entusiasmo que se siente al encontrar un pijama de tu talla, nos han sacado la sonrisa, o a tomar una cerveza cuando más lo necesitábamos. A quienes han aguantado el “hoy no puedo, tengo que estudiar” más de una vez, y aún siguen ahí, impulsándonos a seguir creciendo como personas.

    Por supuesto, gracias a aquellos que habéis dedicado vuestro tiempo para hacer este y tantos otros eventos posibles, en especial a esa persona que ha trabajado por nosotros durante todos estos años, haciendo su camino más difícil para que el nuestro fuese algo más sencillo. A ti, Marta Garrido, por dar siempre lo mejor de ti como nuestra delegada, no queríamos dejarte ir sin darte las gracias y dedicarte este aplauso.

    A todos los que estáis aquí y también a los que no, gracias

    Y gracias, en definitiva, a todos los familiares, abuelos, abuelas, a todos los acompañantes, a todo aquel que nos ha sostenido en algún momento de la carrera, a los que nos han transmitido su orgullo y su confianza aun cuando nosotros no éramos capaces de sentirlo. A todos los que estáis aquí y también a los que no, gracias.

    Ese hilo invisible

    Para continuar, queremos hablar de ese hilo invisible que se ha ido tejiendo desde septiembre de 2016, entre todos los que estamos aquí. Entre tú y la persona que ahora mismo tienes a tu lado, con el que llevas tantos días esperando este momento, que a veces ha tenido que ejercer de padre, madre, amigo o hermano. Por esos hilos que han ido formando la red que hace que hoy estemos aquí. A esa persona que se ha convertido en tu soporte, porque de esta etapa nos llevamos grandes compañeros de camino, e incluso grandes compañeros de vida. Algunos han podido llegar a convertirse en ese compañero de vida único e insustituible que estábamos buscando. Seguro que, de una u otra forma, tú también tienes el tuyo.

    A pesar de todo, no vamos a negar que muchas veces no hemos estado de acuerdo y que en varias ocasiones hemos querido remar en direcciones distintas. Somos una promoción de personas muy diferentes que hemos tenido que adaptarnos al que teníamos al lado para que las cosas pudieran salir adelante, hemos tenido que aprender a ser compañeros cuando no éramos amigos. Y a pesar de la frustración que a veces nos haya podido suponer esto, yo quiero mirar atrás y quedarme con el aprendizaje.

    Muchas maneras de aprovechar el tiempo

    Porque no hay nada que pueda borrar lo bonito que ha sido habernos acercado un poco más los unos a los otros este último curso, y todas las veces que hemos escuchado a alguien decir “Ojalá nos hubiéramos conocido antes”. Resulta, cuanto menos, curioso, escuchar esta frase en boca de personas con las que llevas casi 6 años compartiendo facultad y cruzándote continuamente por los pasillos. Quizá sea ahí donde radique ese aprendizaje que nos llevamos: en la importancia de aprovechar el tiempo. Y no queremos referirnos a algo ligado a invertir tus horas en lo académico, en lo profesional. Porque si hay una cosa que también he aprendido, es que hay muchas maneras de aprovechar el tiempo.

    Aprovechar el tiempo es no perder la oportunidad de acercarte a gente maravillosa, a personas con las que quizá no te imaginarías compartiendo un café, una mañana de prácticas, un baile en el bindi al grito de “DJ, DJ, pon bombona” o un piso con seis camas y un solo baño. Es cierto que a nadie puede gustarle todo el mundo, que no todos pueden ser amigos íntimos, y que al final todos tenemos un pequeño rincón, ya se llame G6, las lobas, donut, parcela, pinkies, las shopping o ese grupo en el que tú te sientes en casa, y eso es tremendamente valioso. Sin embargo, nunca está demás echar un vistazo a nuestros propios prejuicios, a esas barreras que a veces nosotros mismos levantamos a nuestro alrededor.

    Nuestras diferencias son un regalo, y la diversidad, un tesoro

    Nuestras diferencias son un regalo, y la diversidad, un tesoro, y quizá darnos cuenta de esto es el primer paso para no volver a dejar pasar la ocasión de descubrir a nuevas personas, de aprender a aceptarnos y de comprobar cómo abrirnos a los demás puede hacernos un poco más ricos, un poco más maduros y, en definitiva, un poco mejores. Ojalá, de verdad, hayamos aprendido algo de esto, para que de aquí en adelante podamos dar y recibir sin mirar tanto a quién. Porque siempre queda algo por hacer y mucho que aprender.

    Promulgar ideales éticos y humanitarios

    Aprovechar el tiempo también supone a veces mirar algo más allá de nuestras obligaciones, ya sean los estudios o el trabajo, para encontrar nuevas formas de participar en el mundo que nos rodea.  Para ello no necesitamos irnos muy lejos, ya que varios de nuestros compañeros han participado en actividades de IFMSA y de otras asociaciones, invirtiendo su esfuerzo e ilusión en promover la cooperación entre estudiantes de Medicina, promulgar ideales éticos y humanitarios y fomentar el debate, la toma de conciencia y la actuación sobre temas tan relevantes como la salud, la educación, o aquellos aspectos más humanos de nuestra profesión que no siempre reciben la atención que merecen.

    Aportar algo a los demás

    También creemos que merece una mención la iniciativa de profesores como Pedro Tranque, invitándonos a participar en la labor humanitaria viajando hasta la isla de Lesbos, o en ocasiones sin siquiera tener que salir de Albacete. En general, queremos reconocer la importancia de todos aquellos que nos habéis enseñado que, con independencia del lugar o los recursos, siempre podemos encontrar a nuestro alcance la oportunidad de aportar algo a los demás.

    Para poder cuidar, hay que cuidarse

    Y, en ocasiones, aprovechar el tiempo no implica nada de esto. Hay veces que aprovechar el tiempo es simplemente dedicárselo a uno mismo. Por todas esas veces que sentiste que tenías que invertir otra hora más frente al escritorio, que podías prescindir del sueño, o que volviste a casa con remordimiento de conciencia por haber disfrutado de un rato con los tuyos en lugar de haber pasado ese tiempo estudiando. Porque nunca está de más recordar que a veces también está bien poner tus obligaciones en pausa y escaparte a hacer deporte, al cine, a ponerte al día con ese amigo que llevas tiempo sin ver, o sencillamente no hacer nada en concreto y detenerte a descansar. Porque siempre tengáis presente que, para poder cuidar, hay que cuidarse. Tú también te mereces tu tiempo.

    La humildad es una gran virtud que no debemos olvidar

    Por todo esto creemos que vale la pena pararnos durante un momento a recordar cómo hemos llegado hasta aquí. Decir que todos hemos tenido las mismas facilidades sería injusto, pero también sería faltar a la verdad insinuar que alguno de nosotros ha recorrido este camino sin esfuerzo, dedicación y sacrificio. Es momento de valorar todo lo que hemos invertido en esta carrera, incluso desde mucho antes de cruzar las puertas de la facultad. Y aunque estudiar Medicina no nos ha hecho mejores ni peores que nadie y la humildad es una gran virtud que no debemos olvidar, que esto nunca sea excusa para menospreciar el enorme trabajo que hemos realizado hasta ahora.

    “Yo un 5 lo firmaba”

    No obstante, quizá no sea tan importante mencionar lo que hemos conseguido gracias a nuestro esfuerzo como hablar de todas aquellas ocasiones en las que el esfuerzo no nos ha conducido a donde queríamos ir. Puede ser muy frustrante pasar de decepcionarte por sacar menos de un 9 en el instituto a encontrarte en la carrera el día de antes de un examen diciendo: “yo un 5 lo firmaba”. De acostumbrarte a saber todo a la perfección a pensar que no tienes ni idea de nada. De sentirte orgulloso por un buen resultado a quedarte estudiando en julio para recuperar aquella asignatura que se te resistió.

    Déjame decirte que no pasa nada. Está bien si no lo conseguiste la primera vez, si necesitaste algo más de tiempo, si no estabas en tu mejor momento, si este no era tu año o si en algún momento todo fue demasiado. Puede que sintieras que tu valor se basaba en un expediente brillante, en hacer un examen sobresaliente detrás de otro, que ser un estudiante modelo era tu principal razón de ser, que un fracaso en lo académico era un fracaso completo. Es por eso por lo que espero que nos perdonéis si en este discurso no queremos dirigirnos a vosotros simplemente como estudiantes, ni tampoco como futuros médicos.

    Madurez, generosidad, paciencia, perseverancia

    Las personas que aquí he conocido me han enseñado madurez, generosidad, paciencia, perseverancia. Me han deslumbrado con su talento y su pasión por la música, el deporte, el cine, la poesía, la fotografía, el baile. Me han transmitido su paz, su saber estar, una filosofía de vida o sencillamente han hecho mis días algo más coloridos. Sois muchísimo más que un expediente, sabed apreciarlo y no dudéis en dedicaros tiempo cuando lo necesitéis porque, repito, os lo merecéis. Y aunque fracases una y mil veces, porque no hay duda de que lo harás, sencillamente aprende de ello, sigue adelante, y recuerda que, a pesar de todo, sigues siendo tú.

    El valor de mantener la mente abierta

    Espero que recuerdes todo esto el día de mañana: el valor de mantener la mente abierta, de utilizar tus conocimientos sin dejar de mirar algo más allá, de reconocer la importancia de ese apoyo que no se aprende en los libros de texto, de saber cuándo es necesario dar todo lo que está en tu mano, o cuándo más esfuerzo no implica necesariamente mejores resultados. Recuérdalo cuando sea tu labor diaria, además de tu título, lo que te convierta realmente en médico.

    Ahora es el momento de ponerse manos a la obra para ello. Es el momento de seguir trabajando, de seguir formándonos, de poner en práctica todo lo que hemos aprendido estos años para que lleguemos a ser los médicos que hoy soñamos ser. Y espero, de todo corazón, que no se te olvide la ilusión que tuviste un día en acudir a las prácticas de esa especialidad que tanto te llamaba la atención, en los nervios y la emoción de esa primera vez que viste a un paciente tú solo.

    Somos lo que somos por y para nuestros pacientes

    Vamos a ser médicos y, por agotador que pueda llegar a resultarnos algún día, espero que siempre recordemos que somos lo que somos por y para nuestros pacientes. Y que estos pacientes con los que vamos a trabajar son personas, personas que vendrán a nosotros preocupadas, que quizá llevan meses esperando para poder acudir a una consulta. Ellos van a confiarnos lo más valioso que tienen: su salud, o la de sus hijos o sus padres. Y solo quieren una respuesta, una explicación clara al “qué me está pasado”, que quizá no siempre les podremos dar; y que en ese caso no nos olvidemos que también podemos ofrecerles un apoyo o un poco de calma.  

    Gracias al médico que ha sido docente

    Que no nos olvidemos de esa humanidad que algún día vimos en aquel médico, esa cercanía en el trato, o esa forma de comunicar y cuidar al paciente que una vez admiramos en las personas que nos han enseñado esta profesión. Por eso no podemos olvidarnos de dar las gracias a los profesores y todos los que se han entregado de verdad a nuestra formación, que han conseguido que algunas asignaturas se hicieran más bonitas o tan solo un poco más llevaderas, que nos han animado a esforzarnos para intentar saber siempre un poco más. Gracias al médico que ha sido docente, que nos ha hecho sentir que estamos en el camino correcto, con el que en una mañana de prácticas hemos aprendido más que en muchas horas de biblioteca y nos ha acercado a ver lo bonito y lo real de esta profesión.

    Ilusión renovada

    Así que, por el camino recorrido, pero también por el que queda por recorrer: enhorabuena. Hoy dejamos atrás la Facultad de Medicina de Albacete con un poco más de conocimiento, con ilusión renovada, con un puñado de nuevas personas a las que llamar compañeros, referentes y amigos, y, sobre todo, con muchas, muchas vivencias.

    Porque no ha sido fácil, pero al final del trayecto, lo cierto es que cuando uno recuerda su primer año y aquel parcial de anatomía que tuvo que posponerse, ya no piensa tanto en esos días extra de estudio, y sí en ese momento de dejar el Gray en la mesa para salir a disfrutar de una tarde de nieve en compañía. Esperamos que todas esas vivencias no se pierdan en el tiempo, que algunas de ellas puedan serviros en este futuro inmediato para ser mejores médicos, para ser mejores personas, y para no olvidar que no se puede lograr lo primero sin lo segundo.

    “Ojalá que vuestra alma vuele descalza”

    Y, como no podía ser de otro modo, a la emoción de una nueva etapa siempre acompaña esa sensación agridulce, ese momento, en ocasiones tan difícil, que son las despedidas. No cabe duda de que aún quedan muchas experiencias que compartir juntos, pero, en cualquier caso, hoy cerramos un ciclo. Quizá sería adecuado emplear esa frase que hemos escuchado tantas veces este año, “Ojalá que vuestra alma vuele descalza” pero por desgracia es Ana Campos la que tiene los derechos de esta canción. También habíamos pensado en ese verso de aquella canción de Nino Bravo que dice que “lo que nos es querido siempre queda atrás” … sin embargo, nosotros creemos que esto es algo que solo debería versionar Carlos Lumbreras.

    Así que hemos pensado despedirnos de otra forma.

    “Nos vemos en el camino”

    Porque las despedidas nunca son fáciles, porque siempre es más bonito ser optimista y mirar al futuro con ilusión y esperanza ante lo que está por venir. Creemos que esta otra cita, quizá más simple, pero en nuestra opinión igualmente hermosa, e igualmente honesta, resulta más adecuada para lo que os queremos transmitir hoy: “Una de las cosas que más me gusta de esta vida es que no hay un adiós definitivo. He conocido a cientos de personas por ahí, y nunca les doy un adiós definitivo. Simplemente digo “Nos vemos en el camino”.

    Así que, disculpad si nos negamos a pronunciar un adiós, y dejadnos decir simplemente:

    Muchas gracias.

    Mucha suerte.

    Cuidad mucho.

    Cuidaos mucho.

    Nos vemos en el camino.

    Comentar

    Su dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos necesarios están marcados *

    *