
Seguramente, en los últimos años, algún conocido le haya comentado que está “estresado” con su situación actual o que sufre de “estrés”. Generalmente, el término “estrés” se atribuye a los cambios psicofisiológicos que se producen en nuestro organismo frente a una situación que nos genera una demanda excesiva de nuestros recursos y energía. También se utiliza para hacer referencia a estímulos o situaciones que nos generan malestar, ansiedad o emociones intensas difíciles de manejar.
El estrés es una reacción natural del organismo con una función adaptativa. Ante una situación transitoria que nos resulta incontrolable, impredecible o amenazante, nuestro cuerpo se prepara para la acción: aumenta el pulso cardiaco, se contrae el estómago, nuestros músculos se tensan, la respiración se acelera, aumenta nuestra percepción, atención y capacidad de razonamiento… Estos primeros cambios se conocen como fase de alarma y nos permiten adaptarnos a estas circunstancias que evaluamos como amenazantes o estresantes, sea real o no.
Sin embargo, cuando mantenemos en el tiempo este estado de activación es cuando el estrés puede convertirse en un problema, pudiendo producirse alteraciones fisiológicas como úlceras, alteraciones dermatológicas o trastornos cardiovasculares. A nivel psicológico, aparecen dificultades en la capacidad de concentración y atención que afectan a nuestra memoria a corto y largo plazo; alteraciones en el sueño, sentimientos de frustración, desánimo y ansiedad; aparecen cambios en la conducta como evitación, absentismo laboral o escolar, y/o incapacidad para disfrutar de las actividades con las que sentíamos satisfacción. Es frecuente que una persona que convive con estrés tenga fluctuaciones del estado de ánimo, desde un ánimo irritable hasta depresivo o ansioso, pudiendo afectar en muchas ocasiones a su entorno social y familiar.
Al hablar de estrés no podemos dejar de lado la evaluación e interpretación que hacemos sobre los distintos acontecimientos del día a día, pudiendo ser una situación neutra estresante para ciertas personas y no para otras. Los pensamientos juegan un papel importante en este proceso, al igual que la propia percepción de nuestra capacidad de afrontamiento. Los pensamientos negativos alrededor de un evento que nos produce ansiedad, malestar o miedo pueden bloquear o prolongar la acción para su resolución eficaz, disminuyendo nuestra percepción de control, autoestima y sentimiento de autoeficacia.
Como se expone, son diversos factores los que confluyen en la formación y el mantenimiento del estrés. En muchos casos, no existe una única causa que explique este fenómeno; más bien es una relación dinámica entre persona y ambiente. La persona no es una víctima pasiva del estrés, su interpretación de los acontecimientos y de sus propios recursos para afrontarla puede determinar, en gran medida, la magnitud de la experiencia.
El tratamiento del estrés comprende la prevención e intervención en estrategias de afrontamiento para reducir los niveles de ansiedad, aumentar el control emocional y nuestra propia sensación de control. La terapia cognitivo-conductual, centrada en la modificación de los pensamientos desadaptativos y en nuestras creencias sobre nosotros mismos, los demás y el mundo, es la corriente que más eficacia ha demostrado científicamente.
Se recomienda combinarla con técnicas de relajación, como el entrenamiento en la respiración profunda o la relajación progresiva de Jacobson, técnicas que aumentan el control sobre nuestras reacciones corporales y nos ayudan a relajar nuestra mente y cuerpo de una forma natural y eficaz. Mantener un equilibrio entre las actividades que “debemos que hacer” y las que “queremos hacer”, como conciliación entre las tareas obligatorias o exigentes y las de nuestro tiempo libre, con una adecuada planificación y dosificación de nuestros recursos y energía, nos ayudarán a aumentar nuestra sensación de control y nuestro sentido de la autoeficacia, que se verá reflejado en un mayor bienestar y salud física y mental.
Desde Lassus trabajamos a través de talleres grupales, charlas y sesiones individuales con personas que conviven con estrés para ampliar la información que existe alrededor de este fenómeno, dotar de herramientas a quienes lo necesiten y crear una fortaleza que permita manejar nuestras emociones, sensaciones y reacciones frente a situaciones que nos generan un malestar significativo.