• El héroe olvidado de las vacunas

    Hilleman fue el padre de la triple vírica, presente en el calendario vacunal infantil

    El Autor

    Juan Javier Andrés

    Periodista económico

    La vida se vive hacia delante pero se entiende hacia atrás”, escribió una vez el padre del existencialismo, el danés Soren Kierkegaard. Lástima que haya fenómenos o modas, que a base de ignorancia, se empeñen en no aprender de los errores y se afanen en despreciar grandes avances de la Humanidad. Ahora que prende de vez en cuando esa delirante mecha de no vacunar a los niños, con el consiguiente y grave riesgo para su salud, conviene volver esa mirada hacia atrás para agarrar con firmeza el futuro.

    Hilleman
    Fotografía: The New York Times

    Algunos estudios señalan a Hilleman como el científico que más vidas humanas salvó en el siglo XX

    Más allá de aquel médico rural, Edward Jenner, y su primera vacuna a finales del siglo XVIII, tampoco sin dejar de resaltar la gran contribución del francés Pasteur con la pasteurización y el desarrollo de vacunas, se pierde muy a menudo entre los escombros de la Historia la figura y, sobre todo, la providencial obra del microbiólogo estadounidense Maurice Ralph Hilleman (1919-2005), un gran desconocido para el público en general y el héroe olvidado de las vacunas.

    Tan alargada es su sombra y tan desconocida su figura que hoy día los grandes pilares del calendario de inyecciones tienen su sello e impronta. Las vacunas contra el sarampión, paperas, hepatitis A, hepatitis B, varicela, meningitis y la Haemophilus influenzae son obra del tesón de este irascible científico estadounidense que, sorteando los desatinos de una desgraciada infancia y rebelándose contra su propio destino (iba a trabajar en JC Penney, una cadena de supermercados), salvó la vida a millones de personas con sus creaciones de laboratorio elaboradas durante los años sesenta y setenta. De hecho, algunos estudios le señalan como el científico que más vidas humanas salvó en el siglo XX, en parte gracias a su vacuna estrella, la triple vírica, que protege a la vez contra el sarampión, las paperas y la rubeola.

    Merck y su equipo

    A base de un trabajo incansable, rehuyendo los focos del protagonismo y siempre con la obsesión por la seguridad y la eficacia de sus inyecciones, este microbiólogo llegó a desarrollar, con su equipo de la farmacéutica Merck, cuarenta vacunas experimentales y autorizadas para seres humanos, e incluso para animales. Las enseñanzas derivadas de su dura infancia de trabajo en la granja de sus tíos tras la prematura muerte de su madre le permitieron, incluso, desarrollar una vacuna contra el virus del Marek que afecta a las gallinas y revolucionar esa industria.

    Hace sólo medio siglo morían miles de niños al año en todo el mundo por estos virus

    Ahora que desde algún frente oportunista se pretende atacar las bondades de las vacunas, conviene recordar que hace sólo medio siglo morían miles de niños al año en todo el mundo por estos virus. Sólo estas inyecciones lograron acorralar y mantener a raya con gran éxito estas enfermedades. Y este héroe olvidado, que no recibió el Premio Nobel de Medicina, fue uno de sus grandes precursores.