• El ozono torna el aire irrespirable

    El ozono está al límite y el índice ultravioleta llegará este fin de semana al nivel 11. Si a esta situación se le añaden temperaturas de hasta 38 grados y falta de lluvia, el resultado es que el aire de Albacete, bastante aceptable, se vuelve este verano irrespirable. Los pacientes con problemas respiratorios están acusando un junio seco. Y es que si los niveles de ozono de Albacete no suelen pasar de 40 µg/m3, ahora, en la última medición de junio, están en 90 µg/m3, muy cerca de los límites que establece la Organización Mundial de la Salud (OMS), que los sitúa en 100 en ocho horas.

    Y es que el ozono a nivel del suelo ―que no debe confundirse con la capa de ozono en la atmósfera superior― es uno de los principales componentes de la niebla tóxica. Éste, según explica la OMS, se forma por la reacción con la luz solar (fotoquímica) de contaminantes como los óxidos de nitrógeno (NOx) procedentes de las emisiones de vehículos o la industria y los compuestos orgánicos volátiles (COV) emitidos por los vehículos, los disolventes y la industria. Los niveles de ozono más elevados se registran durante los periodos de tiempo soleado, de ahí que Albacete haya pasado de niveles de 46 µg/m3 en febrero a 90 µg/m3 en junio.

    Efectos sobre la salud

    El exceso de ozono en el aire puede producir, según explica la Organización Mundial de la Salud en su web, efectos en la salud humana, como problemas respiratorios, asma, reducción de la función pulmonar u originar enfermedades pulmonares. Actualmente se trata de uno de los contaminantes atmosféricos que más preocupan en Europa. Diversos estudios europeos han revelado que la mortalidad diaria y mortalidad por cardiopatías aumentan un 0,3% y un 0,4% respectivamente con un aumento de 10 µg/m3 en la concentración de ozono.

    Estos datos proceden de la Estación de Calidad del Aire de Albacete, que se encarga de vigilar las partículas en suspensión, el dióxido de azufre, el monóxido de carbono, el dióxido de nitrógeno, el monóxido de nitrógeno y el azufre. La ciudad suele dar valores normales, pero el calor y la escasez de lluvias ya disparó en febrero las partículas en suspensión, que llegaron a los 151  µg/m y los valores de junio hacen prever un verano con problemas en los niveles de ozono.