• Padrastro, el balcón de Bogarra

    El rocoso balcón se yergue orgulloso sobre sus 1.502 metros. Casi nada. Poderoso. Impresionante. Inalterable al paso del tiempo. Con un mirador idílico, y unas vistas, paradisíacas, que lo otean todo sobre la sierra del Segura y la sierra de Alcaraz. Cerca, por así decirlo, la Almenara. Y a lo lejos de todo. El Calar del Mundo, la Sima, el Pardal, el Alto del Gallinero, el Argel y otros muchos picos antológicos de la provincia. Y, al otro lado, cobijado, Bogarra. Estamos en el Padrastro, otra de las míticas cumbres de estos lares, en uno de los rincones más bellos y altos de la provincia.

    Una ruta que engancha

    Puede consultar la ruta aquí

    Dos andarines de Diario Sanitario, la expedición sabatina, por así decirlo, tenemos entre ceja y ceja conquistar este pico. Y a ello nos ponemos una agradable mañana primaveral en pleno noviembre otoñal. Dejamos el coche en el camino forestal que, partiendo de Bogarra, nos conduciría a una de sus pedanías, Yeguarizas. Mucho, mucho antes, empezamos a andar.

    Siempre abrumados por la hipnótica naturaleza, acogotados por semejante e intenso verdor, emprendemos una subida inmisericorde. Sin descanso. Por momentos la senda, de cuento de hadas, se estrecha, por momentos se bifurca, por momentos da un respiro. Y el suelo, llamativamente arenoso, hace las veces de colchón para nuestros sufridos andares. El camino no tiene pérdida. La ruta está bien marcada.

    Tras poco más de dos kilómetros de ascenso alcanzamos un claro, echamos pie en el Collado de las Crucetas y ponemos, por primera vez, el ojo en nuestra pieza. A lo lejos, majestuoso, contemplamos el Padrastro. Nos quedan casi tres kilómetros, meridianamente empinados, en ocasiones zigzagueantes. De camino nos entretenemos con el Cortijo del Padrastro, o mejor dicho, con las ruinas de lo que un día fue. Todo para que acabemos atacando el ascenso al Padrastro.

    Las vistas, el entorno, todo han merecido la pena. Tras un sencillo almuerzo en lo más alto de Bogarra volvemos por donde subimos para rematar una ruta idílica con unos buenos guarismos. Casi 10,5 kilómetros de distancia. Un desnivel de 472 metros. Casi tres horas en movimiento.

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