Las frutas son un alimento sano y recomendable, ricas en vitaminas, minerales y fibra. Esta última, contribuye a ralentizar la absorción de los azúcares naturales presentes en la fruta y se pierde al tomar un zumo, por lo que, en ningún caso, beber un zumo equivale nutricionalmente a comer una fruta. Es muy frecuente que los niños pidan zumo en lugar de fruta. En este caso, el mensaje de los padres ha de ser muy claro: El zumo “no vale” como fruta.
Desde la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) insistimos en que lo saludable es comer la fruta. No obstante, una cantidad moderada de zumo, acompañando a la comida es mucho más sano que un refresco azucarado. Por otra parte, no hemos de olvidar que el zumo tiene valor energético, por lo que su consumo en grandes cantidades supone un aporte de calorías “extra” que no es muy adecuado si lo que pretendemos es perder peso.
La absorción de los azúcares del zumo se realiza de forma más rápida que en la fruta. Además, solemos tomar una cantidad mayor (por ejemplo, es fácil beber el zumo de tres naranjas, pero no es tan fácil comer tres naranjas de una vez). Particularmente, en el caso de los pacientes diabéticos, no recomendamos la ingesta de zumo de forma aislada, ya que supone un pico de glucosa notable, a menos que el paciente se encuentre en estado de hipoglucemia.
La fibra contribuye a ralentizar la absorción de los azúcares naturales presentes en la fruta y se pierde al tomar un zumo
Los zumos más recomendables son aquellos que no llevan azúcares añadidos. Lamentablemente, en la mayoría de bares y restaurantes, cuando pedimos un zumo, lo que nos sirven es un néctar, con un contenido real de zumo que suele estar alrededor del 50%, mientras que la otra mitad no es más que un refresco azucarado camuflado. Con mucha frecuencia, el envase muestra imágenes de muchas frutas y los nombres comerciales pueden ser equívocos, pero cuando leemos los ingredientes nos llevamos muchas sorpresas.
Otro ejemplo aún más lamentable lo constituyen los preparados con zumo + leche. El principal ingrediente en estos preparados suele ser agua en más de un 50% del total. Recientemente se comercializan zumos con mezclas de distintas frutas y verduras, con mayor o menor contenido de una u otra vitamina o más o menos contenido en potasio o magnesio, pero que, en general, no suponen una gran ventaja dentro de una alimentación saludable, que ya debería aportar cantidades óptimas de éstos nutrientes. Un caso especial es cuando se añade “zumo” de remolacha”. Aquí el contenido en sacarosa se dispara, muchas veces bajo el reclamo “solo contiene azúcares naturales presentes en origen”, por lo que serían menos recomendables.
¿Qué diferencias hay entre un zumo natural y uno envasado?
Un zumo hecho por nosotros tiene el inconveniente de que hay que hacerlo y que es más caro. Además, si lo preparamos con mucha antelación, el contacto con el aire a temperatura ambiente y la luz puede mermar el contenido de vitamina C. Su ventaja, pues que desde el punto de vista gastronómico son insuperables y, además, podemos decidir qué cantidad de pulpa retiramos o añadimos. Los zumos industriales son más baratos, incorporan habitualmente vit C como antioxidante, por lo que su contenido en esta vitamina es, en ocasiones, superior al del zumo “natural” pero gastronómicamente dejan mucho que desear. Todo esto si hablamos de zumo (que comercialmente suele anunciarse como “100% natural), porque lo que suele ocurrir es que nos dan gato por liebre con mucha frecuencia (néctar x zumo).
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