Se recomienda el cribado de enfermedad renal crónica mediante analítica de sangre con cifra de creatinina y filtrado glomerular (porcentaje de funcionamiento de nuestros riñones). En conjunto, con una muestra de orina que determine la albuminuria (proteínas que pierden nuestros riñones) y sedimento (revisar las células que lleva la orina).
Esta recomendación aparece desde el año 2022 en el “Documento de información y consenso para la detección y manejo de la enfermedad renal crónica” de la Sociedad Española de Nefrología.
Y es que la detección de albuminuria le da un valor añadido por su relación directa con el riesgo cardiovascular, es decir, el riesgo de padecer ictus, infartos o muerte.
Este estudio básico puede realizarse desde cualquier centro de salud y si hay alteraciones relevantes comenzar o ajustar los tratamientos desde el mismo, considerando la derivación a Nefrología en casos concretos.
¿Quién debe hacerse una analítica de sangre para descartar enfermedad renal?
- Si eres diabético tipo 2.
- Si eres diabético tipo 1 desde hace más de 5 años (aunque seas joven).
- Si eres hipertenso (tomas fármacos para la tensión, aunque esté bien controlada).
- Si has tenido un ictus, infarto cardiaco o disminución de la circulación en piernas.
- Mayores de 60 años.
- Si tienes un índice de masa corporal [IMC] > 30-35 kg/m2, sobre todo si obesidad.
- Aquellos familiares de primer grado de pacientes con enfermedad renal o con enfermedades renales hereditarias.
- Si tienes o has tenido enfermedades obstructivas del aparato urinario o con alteraciones
estructurales (en ecografía u otra prueba). - Aquellos pacientes en tratamiento prolongado con fármacos nefrotóxicos (incluyendo inhibidores de la calcineurina –ciclosporina, tacrolimus–, litio, antirretrovirales y antiinflamatorios no esteroideos como ibuprofeno, naproxeno, dexketoprofeno).
- Si presentas otros factores de riesgo de enfermedad cardiovascular (fumadores, dislipemia (colesterol), síndrome metabólico).
- Si estás diagnosticado de infecciones crónicas, enfermedades autoinmunes y/o neoplasias (tumores).
- Si has tenido un fracaso renal agudo (es decir, tus riñones han sufrido un fallo durante un proceso/ingreso y luego han podido recuperarse).
Debemos estar al día
Las guías tardan en ponerse en práctica, por lo que para estar y seguir bien tenemos que formarnos en salud como usuarios y pacientes. Por lo que en estos casos es fundamental revisar y confirmar con tu médico de atención primaria u otros especialistas, que incluyan dichas determinaciones anualmente. Ya que, por ejemplo, actualmente el sistema informático de nuestra comunidad no avisa de cuándo ha sido la última solicitud ni salta ninguna alarma para recordar su petición.
Si siempre ha sido importante esta recomendación, en los últimos años es de mayor relevancia, ya que contamos con fármacos más modernos que pueden prevenir o disminuir el daño de los riñones: glucosúricos (iSGLT2), agonistas GLP-1, antagonistas del receptor mineralcorticoide…
Más vale prevenir
Hablaremos de esto y otros temas en la próxima charla organizada con ALCER, la Asociación para la Lucha Contra las Enfermedades del Riñón.
Otro punto de vista.
EN LUGAR DE MEDICALIZAR, EMPODERAR AL PACIENTE.
Considero que las autoridades públicas deberían poner freno a los delirios y fantasías que se observan desde varias áreas médicas por fomentar un uso inadecuado de los medios y recursos. Esto nos demuestra el exceso de médicos que se dan en nuestro sistema de salud regional. Se trata de justificar plantillas abultadas, cuya conveniencia, resulta más que cuestionable. Sobre todo, teniendo en cuenta los escandalosos déficits de otros profesionales clínicos.
Y claro, como no tienen otra cosa que hacer, se dedican a justificar su tiempo con teorizaciones, proyectos y fantasías. Su objetivo no es que las personas vivan de la forma más saludable posible, de acuerdo con los avances clínicos; por el contrario, persiguen mantener amarrados a los ciudadanos a una brutal práctica medicalizadora.
Nefrólogos, psiquiatras, cardiólogos, internistas, oftalmólogos, pediatras, neurólogos… parecen estar al acecho para poder captar nuevos miembros con las que engrosar, las no en pocas veces, artificiales listas de espera y demoras asistenciales. Cuanto más retraso crean, más importantes se sienten. En realidad, los avances clínicos y medios de diagnóstico deberían propiciar una menor necesidad de actos médicos.
Los ciudadanos empiezan a estar aburridos de tantas consultas médicas y pruebas innecesarias. La sanidad debería guiarse por otros fines que llevaran al empoderamiento del paciente. Es decir, a garantizar el derecho (incuestionable) de las personas para actuar activamente en la gestión de su propia salud. Para ello habría que considerar y valorar la importancia de los cuidados profesionales, como base para arraigar el auto-cuidado por parte del paciente. Pero claro, como esto cae fuera del área de intervención del médico, a la vez que afectaría a sus generosas plantillas, sencillamente, no interesa.
Frente a la “facultativa” letanía que nos lanza la nefróloga, el aludido empoderamiento del paciente, en este caso, estaría basado en fomentar su interés por seguir una dieta baja en sodio; controlar la ingesta de grasa y promover una alimentación saludable; disminuir la ingesta de alcohol; eliminar el tabaco; llevar una actividad física adecuada; vigilar su peso; dormir lo suficiente… Obviamente fomentar la salud y prevenir la enfermedad no redunda en los negocios farmacéuticos, pero tampoco aporta nada crematístico al brutal movimiento medicalizador y especulativo que llevan a cabo muchos médicos. Es más, ni siquiera es el médico el personal clínico más indicado para levar a cabo tales tareas de fomento de la salud.
La excesiva especialización de la medicina, sin ton ni son, está llevando a colapsar nuestro sistema de salud. Aparte de fomentar la inseguridad del paciente que se siente desbordado por tantas micro-especialidades que pretenden utilizarle para dar rienda suelta a los infinitos ámbitos de poder galénico. Estos últimos, se asemejan a las medievales taifas, actuando de forma descoordinada y obcecados por mantener su espacio dictatorial.
En resumen, si hacemos caso a la (interesada) opinión facultativa de hoy, junto a las de otras de sus colegas, nos pasaremos la mitad de los días del año en consultas de médicos. A esto es a lo que aspira una medicina desfasada y que es incapaz de velar por el interés del paciente. Yo me planto. Iré al médico cuando lo necesite, no cuando le apetezca al médico. Y en todo caso, al hilo del remitido publicitario de hoy, en un único análisis se me harán todas las determinaciones necesarias y convenientes para el control de mi salud.
Buenos días, si hubiera acudido a la charla del viernes 29 hubiera podido apreciar que mi intención precisamente era empoderar al paciente y dar recursos y consejos sobre mejorar con cambios del estilo de vida nuestra salud. Aún así, y por desgracia hay determinadas enfermedades renales o daños renales que no se previenen con esos buenos hábitos (malformaciones, enfermedades genéticas, infecciones, tratamientos crónicos para otras patologías o enfermedades autoinmunes). Y si no te haces análisis el riñón no da síntomas hasta que ya vas directo a ingresar muchas veces en la UCI o acabas conectado a la diálisis…
Mi intención es intentar evitar ver tantos pacientes que hoy aún terminan de golpe y de forma inesperada en diálisis o en trasplante, sobre todo si podemos evitarlo con algunos tratamientos.
Así que siento si a usted esto le molesta. Entiendo que disfrutando de buena salud si prefiere no vigilar su función renal con los parámetros recomendados es libre
Le agradezco que haya leído mi opinión sobre su propuesta de generalización de analíticas protocolarias que propone en su artículo.
Veo que en su irrazonable grado académico de 6 no le han explicado en que consiste este movimiento medicalizador que menciono, promovido por los negocios farmacéuticos y las industrias tecnológicas sanitarias. Muchos médicos, fascinados por sus ansias de poder y afán crematístico, se ven seducidos por el. En realidad, convertidos en auténticos peleles.
Por supuesto, que mucho menos, le han advertido de tal fenómeno medicalizador en su acceso a la vorágine de especializaciones médicas de las que forma parte. Opino que con una tercera parte de tales líneas de especialización existentes quedarían sobradamente suplidas las necesidades y demandas asistenciales. Las otras dos terceras partes solo sirven para medicalizar y hacer inviable nuestro sistema sanitario.
Si le parece bien, dada su ignorancia sobre este tema, le recomiendo que comience con el artículo de Ricard y Meneu (“La medicalización de la vida y sus protagonistas”), que a pesar de haber sido publicado hace más de 20 años, sigue muy vigente ( https://pss17.wordpress.com/wp-content/uploads/2009/01/medicalizdf.pdf ). Después podemos seguir con otras materias más específicas, como la medicalización de la vida de las mujeres, de la infancia, del parto, de síntomas, de posibilidades y probabilidades… Continuaremos, con el empleo de pruebas y tratamientos clínicos que poco aportan a mantener la salud de los ciudadanos. Y finalmente, si lo desea, le intentaría explicar como todo ello contribuye a crear falsas listas de espera y demoras asistenciales. Quedo a su disposición.
Eso sí, para abordar el tema propuesto, tiene que hacer un pequeño esfuerzo: en lugar de tratar a «riñones», intente tratar a personas en su contexto social y cultural. En vez de aspirar a captar muchos «riñones» para la justificación de su especialidad, aspirar a intervenir en el menor número posible de personas sanas. No se obsesione con los instrumentalizados parámetros que menciona.
Dudo mucho de que pretenda tener menos pacientes, como refiere. Son las artificiales consultas actuales las que enmascaran el exceso de médicos que hay en nuestro país.
Creo que a las personas mentirosas e interesadas, se les pilla rápido. Me quedo con su último párrafo. Usted pone en duda que aún gozando de buena salud, haya que dejar de hacerse la prueba que recomienda. O dicho de otro modo, y trasladado a otro ámbito clínico, cada día del año nos deberíamos realizar un TAC de “cuerpo entero”, según usted, para prevenir la posible aparición de un tumor. ¡Que prodigiosas cosas les enseñan en su inadmisible formación de 11 años! Más que molestarme por ello -como usted alude-, me “troncho de risa” (acepción reconocida en el DRAE).