• El ángel de Casas de Ves

    La enfermera María Pérez Valera se convirtió en el ángel de la guarda de Casas de Ves durante las peores semanas de la pandemia COVID. Este pequeño pueblo de Albacete, de apenas 600 habitantes, se enfrentó a un brote de coronavirus que llevó a parte de sus vecinos al Hospital General Universitario, donde esta enfermera se convirtió en la conexión entre las familias y los enfermos cuando todo era caos, miedo e incertidumbre. De hecho, la Asociación Cívica de Casas de Ves ha decidido reconocer la «labor humanitaria» de esta enfermera y nombrarla socia de honor.

    enfermera Casas de Ves
    María Pérez, segunda por derecha, junto a sus compañeras.

    La enfermera María Pérez hizo de enlace entre los pacientes COVID y sus familias

    Casas de Ves le rinde homenaje

    Hace tan solo seis meses, cuando un familiar presentaba síntomas de coronavirus se lo llevaba la ambulancia o se dejaba solo en la puerta de Urgencias. Entre marzo y abril, el caos y el colapso sanitario eran tales que podían pasar días hasta que había noticias del enfermo. En este contexto, la labor de la enfermera María Pérez Valera fue fundamental para el pueblo de Casas de Ves.

    Mientras los vecinos estaban confinados en sus casas, asustados escuchando las campanas de la iglesia, que a diario traían malos presagios, esta enfermera buscaba a los pacientes de su pueblo e informaba a las familias. Cuando terminaba su turno en el Servicio de Cardiología o tenía un respiro, protegida con las donaciones que recibió la sanidad albaceteña, trasladaba mensajes de ánimo a sus vecinos. Daba la mano a quien no podía ni hablar en la UCI, marcaba el teléfono a quien no tenía fuerzas ni para llamar y servía de puente, con mensajes de consuelo, entre Casas de Ves y Albacete.

    Y es que María Pérez estuvo en la primera línea aun cuando faltaban semanas para su jubilación. Hoy, con 63 años, recién retirada de la que ha sido su profesión durante más de 41 años, se emociona recordando las peores semanas de marzo y abril.

    Esta enfermera recuerda que en su servicio «trabajamos hechos una piña, todos a una, cuando enfermaron numerosos compañeros porque tuvimos, sin saberlo, un paciente contagiado a primeros de marzo, nos unimos aún más». Además, la UCI coronaria acabaría transformándose en UCI COVID. «Se trabajó con muchísimo coraje, protegiéndonos gracias a las donaciones. Fue muy duro. Todo era coronavirus», recuerda ahora una homenajeada con sentimientos encontrados, ya que agradece el reconocimiento de su pueblo, pero confiesa: «me da un poco de vergüenza».

    «Ha sido muy duro»

    «Cuesta recordar. Tengo mi huella imborrable de todo lo que pasamos. Ha sido muy duro», evoca la enfermera de Casas de Ves.

    Así, con el reconocimiento de su pueblo y una pandemia, María Pérez ha dicho adiós a más de 41 años de ejercicio. Ha pasado más de treinta años trabajando en Murcia, en La Arrixaca, pero los últimos 18 meses los ha pasado trabajando en su tierra, precisamente viviendo los momentos más duros de la historia del Hospital General.

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