• Enfermería, no hay acciones pequeñas

    El Autor

    Mía Marín-Barnuevo Fabo

    Enfermera (discurso para la V Promoción de Graduados de Enfermería)

    Hoy, voy a hablaros de las expectativas… una búsqueda simple en la red (la hice sólo por curiosidad, tenía muy claro lo que quería intentar deciros hoy) nos sorprende con innumerables artículos sobre lo que las mismas suponen… realmente terrorífico empezar a leer la mayoría de estos artículos, esas expectativas de vida que ahora mismo tenemos todos, de repente se representan como el motivo “per sé” del fracaso y la frustración aseguradas.

    Decidí insistir a ver si encontraba alguna opción que se ajustase algo más a lo que para mí significan, y encontré el polo opuesto… esa lectura que nos asegura que, “Todo aquello que deseamos con intensidad se hará realidad por que el universo al completo se aliará con nosotros para conseguirlo”.

    Es lo que tiene Google… pone a nuestro alcance tantas opciones sobre lo mismo como seamos capaces de buscar…

    Ahora bien, qué son para cada uno de nosotros esas expectativas que según algunos destrozarán nuestra vida o por el contrario otros nos aseguran que nos harán poco menos que ¿volar?

    Es cierto que todas las apuestas que hacemos sobre nosotros o nuestra vida, si no se materializan, nos pueden hacer flaquear, e igual de cierto es que si superan con creces lo que esperamos, nos llenarán de euforia, entonces… ¿cuál sería la fórmula? …

    Todos y cada uno de nosotros somos maravillosamente diferentes, únicos, especiales, y cada uno de nosotros responderemos de una forma completamente distinta al mismo estímulo, o a la misma adversidad.

    Lo que para algunos será una minucia, para otros supondrá un esfuerzo titánico, y lo que muchos considerarán banal, para otros será lo más excepcional.

    Quizás se pueda pensar que es fácil hablar cuando ya se llevan muchas horas de vuelo, y en cierta forma lo es, cada día descubrimos cosas que nos sorprenden, y las sensaciones y los sentimientos ocupan espacios que antes no ocupaban, cambiando el sentido a aquello que en su día fijábamos como principio imposible de modificar.

    Pero si algo creo por encima de todo, es que necesitamos esas expectativas para todo, para levantarnos, para mantenernos firmes…  para poder avanzar. Hoy, mi idea posiblemente sea que he nacido para ser la nueva Marie Curié o para  formar parte del equipo que encuentre la cura definitiva de todos los tipos de cáncer, y ese ha de ser mi empeño y mi empuje, pero… el “secreto” está en que cuando mis pasos, las circunstancias, la vida… me lleven hacia otro lado yo me siga reconociendo en ese rinconcito… pequeño o inmenso… donde esté en ese momento,  porque a ese será al que esté poniendo todo mi interés, toda mi atención y toda mi capacidad.

    No hay acciones pequeñas, creo que es el mayor descubrimiento al que he conseguido llegar, descubrir la trascendencia del gesto mínimo, es uno de esos grandes placeres que todos deberíamos saborear.  Es normal que pensemos que la trascendencia va unida al reconocimiento, que imaginemos a los medios haciéndose eco de aquello que hicimos y que los aplausos por los logros nos parezca que tienen una música especial, pero, cuando alguien de repente te para y te cuenta, o te recuerda lo que un acto, un gesto o una palabra tuya pudo llegar a significar en su vida, es cuando realmente tienes claro el concepto de lo que es grande, de lo que es valioso, aunque quizás llegaste a pensar que alejarte del descubrimiento de esa anhelada cura te había hecho fracasar.

    Hay que abrir los ojos cada día llenos de expectativas, vitales, personales, profesionales… hay que lanzarse al vacío miles de veces si es eso lo que creemos necesitar, o hay que caminar despacio por senderos tranquilos, no es menos importante, eso forma parte de nuestra maravillosa diferencia e individualidad.

    En una entrevista reciente a Howard Gardner (psicólogo, investigador y profesor en la universidad de Harvard conocido por sus investigaciones en el análisis de las capacidades cognitivas y por haber formulado la teoría de las Inteligencias Múltiples, y por ello Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2011) dice algo que para mí sería el cierre de lo que os puedo llegar a desear…

    “Una mala persona nunca llega a ser un buen profesional”

    Y dice más, “las malas personas no pueden ser profesionales excelentes, no llegan a serlo nunca. Podrán tener una gran pericia técnica, fama, éxito, pero no son, esto exige ser comprometido y ético. No alcanzas la excelencia si no vas más allá de satisfacer tu ego, tu ambición o tu avaricia. Si no te comprometes con objetivos que van más allá de tus necesidades para servir las de todos, y eso exige ética, y sin principios éticos podrás llegar a ser rico, técnicamente bueno… pero no excelente”.

    Aquí y ahora, y de todo corazón, os deseo que viváis llenos de expectativas, que sepáis adaptarlas y moldearlas a cada uno de vuestros momentos, que sepáis con elegancia cabalgar las crestas de las olas y caer y curar vuestras heridas para reiniciar una y otra vez, todas las necesarias, y,  sobre todo, y con todo lo que eso supone, lleguéis a ser excelentes profesionales y, por tanto, grandes personas.