• Esmaltes de uñas, tan corrientes y tan peligrosos

    Tras la popularización de los esmaltes de uñas permanentes, la «dermatitis de contacto alérgica» por acrilatos se ha convertido en una epidemia

    El Autor

    Osane Romero Pardo

    Médica, egresada de la Facultad de Medicina de Albacete, ganadora del certamen ‘CuenTFGéame’

    Los esmaltes de uñas permanentes, semipermantes o de gel son cada vez más corrientes, pero no por ello menos peligrosos. La manipulación de esmaltes permanentes con acrilatos requiere unas medidas de prevención concretas para evitar la sensibilización a estas sustancias.

    ¿Cuándo surge el verdadero problema con los esmaltes de uñas permanentes?

    En las últimas décadas se han popularizado los esmaltes de uñas permanentes, semipermantes o de gel por varias razones. Primero, permiten lucir una manicura impoluta y atractiva durante quince días. Segundo, su precio es asequible para cualquier usuario y, por último, su realización es breve, entre quince y treinta minutos. Todas estas características han motivado la normalización de este tipo de manicura, incluso en el ámbito doméstico.

    El aspecto impecable y bello de estos esmaltes se debe a que contienen acrilatos o metacrilos. Estas sustancias son plásticos derivados del ácido acrílico o metacrílico y sus cualidades hacen que estén presentes en infinidad de productos. Su presentación en los esmaltes es en forma de monómeros, sustancias muy pequeñas capaces de atravesar la piel fácilmente.

    Al entrar en contacto con la luz de la lámpara de manicura se produce un proceso conocido como polimerización, que hace que los monómeros se unan entre sí y adopten una forma mayor que no atraviesa la piel.

    ¿Cuándo surge el verdadero problema con estos esmaltes? La realización frecuente de esta manicura sin unas medidas adecuadas de prevención por parte del esteticista o manicurista supone un riesgo de sensibilización a los acrilatos para el cliente y para el propio trabajador.

    Respuesta del sistema inmunitario

    Se denomina sensibilización a la activación de nuestro sistema inmunitario para atacar de forma específica y directa a una sustancia que reconoce como extraña. En este caso, el monómero de los acrilatos presente en los esmaltes permanentes es reconocido por nuestro sistema inmunitario como algo impropio y se desencadena un ataque contra esta sustancia. Una vez producida la sensibilización, las consecuencias son variadas.

    El efecto más evidente es la aparición de lesiones en la piel que ha estado en contacto con el esmalte, estas lesiones son denominadas «eccemas o dermatitis de contacto alérgica». Por otro lado, el contacto con cualquier producto que contenga acrilatos también generará una reacción.

    ¿Dónde podemos encontrar acrilatos?

    ¿Dónde podemos encontrar acrilatos? La presencia de estos es muy diversa, pero quizás lo más llamativo es su presencia en algunos dispositivos sanitarios como: empastes dentales, prótesis ortopédicas, lentes de contacto y lentes intraoculares, sensores de las bombas de insulina, audífonos, monturas de gafas, pegamento de esparadrapos y apósitos, etc. También en productos de higiene diaria, como los cosméticos, los pañales y las compresas femeninas.

    La pregunta que habría que plantearse ahora es: si me sensibilizo por los esmaltes de uñas, ¿me hago alérgico a todos los demás productos? Desgraciadamente, la respuesta es sí. Por este motivo la prevención del desarrollo de estas alergias es de gran importancia.

    Minimizar el riesgo un 56%

    Mediante la formación de estudiantes de estética y manicurista, llevada a cabo por el servicio de Dermatología del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete (CHUA), se ha demostrado que es posible mejorar la percepción del riesgo y, por tanto, las medidas de protección frente a estas sustancias en un 56%.

    Las medidas de prevención incluyen un uso adecuado y específico de guantes que resisten la entrada de los monómeros acrílicos, la utilización exclusiva de material para este tipo de manicura, el uso de papel protector de la mesa para cada cliente y el recambio cada dos o cuatro meses de la bombilla de la lámpara de manicura, entre otras. Por último, creemos que la implantación obligatoria de esta formación en profesionales de belleza sería muy beneficiosa tanto para su sector como para sus clientes, así como la prohibición de la venta de kits de manicura caseros.

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