• Luz verde a la especialidad de Medicina de Urgencias

    El Consejo de Ministros ha aprobado este martes el Real Decreto por el que se crea la especialidad de Medicina de Urgencias y Emergencias, que carecía de título como tal pese a que en 2021 se registraron en España 21 millones de urgencias hospitalarias, nueve millones de demandas de asistencia urgente y emergente y 30 millones de urgencias en Atención Primaria.

    En estos momentos, la atención en urgencias hospitalarias y en emergencias la realizan profesionales con diferentes títulos de médico especialista en Ciencias de la Salud o personas tituladas en Medicina con habilitación para el ejercicio de la Medicina General.

    Dado que la atención en situaciones de emergencia y urgencia ha experimentado un aumento en su complejidad, para la que se necesitan competencias específicas, por el incremento de especialización y, además, para estar en consonancia con otros Estados de la Unión Europea, se ha dispuesto la creación de esta nueva especialidad médica.

    El objeto, por tanto, de este Real Decreto es: establecer el título de especialista en Medicina de Urgencias y Emergencias; actualizar, si así resulta necesario, la formación de Medicina Familiar y Comunitaria en cuanto se establece un periodo formativo común; y regular la obtención del nuevo título para especialistas en ambas disciplinas.

    Nuevo programa formativo

    Para ello, se va a crear un nuevo programa formativo para la especialidad de Medicina de Urgencias y Emergencias y la adaptación, en su caso, del de Medicina de Familia y Comunitaria, ya que contarán con un periodo formativo común de dos años.

    Además, se establece un procedimiento para que los facultativos, de una de las dos espacialidades, puedan obtener el título de la otra, mediante una prueba de evaluación y un periodo formativo.

    El Consejo de Ministros ha aprobado este martes el Real Decreto por el que se crea la especialidad de Medicina de Urgencias y Emergencias
    Urgenciólogos, así se bautizan quienes han demandado esta especialidad.

    Acceso extraordinario

    La norma también regula el acceso extraordinario, al título de especialista en Medicina de Urgencias y Emergencias, para profesionales que cumplan ciertos requisitos de experiencia y formación:

    • Acceso directo: las personas que acrediten una prestación de servicio durante, al menos, cuatro años dentro de los siete inmediatamente anteriores a la entrada en vigor de este Real Decreto.
    • Acceso tras superación de una prueba práctica: para las personas especialistas que acrediten un ejercicio profesional entre dos y cuatro años, en los cuatro años inmediatamente anteriores a la entrada en vigor de este real decreto.

    También tendrán que superar esta prueba las personas interesadas en la obtención del título de Medicina de Urgencias y Emergencias que a la entrada en vigor de este Real Decreto estén realizando una formación médica especializada y aquellas personas que inicien dicha formación tras la entrada en vigor de este real decreto y la finalicen antes de que concluya la primera promoción de especialistas en Medicina de Urgencias y Emergencias.

    Pruebas prácticas

    Las pruebas prácticas, que tienen la finalidad de comprobar que los aspirantes han adquirido las competencias necesarias para el ejercicio de la especialidad, van a consistir en el análisis de tres casos clínicos relacionados con el perfil profesional de Medicina de Urgencias y Emergencias, utilizando como referencia el programa formativo oficial.

    La norma aprueba, también, la creación de creación de la Comisión Nacional de la Especialidad de Medicina de Urgencias y Emergencias que se debe constituir en el plazo máximo de tres meses desde la entrada en vigor de este Real Decreto.

    Posteriormente, en el plazo de un mes, se formará la Comisión delegada de atención inmediata, conjunta con la Comisión Nacional de Medicina de Familia y Comunitaria y, en el plazo de seis meses desde la constitución de los órganos asesores, se elaborarán y publicarán los nuevos programas formativos de las especialidades de Medicina de Urgencias y Emergencias y, en su caso, de Medicina Familiar y Comunitaria.

    Un comentario

    1. Isidoro Jiménez Rodríguez

      Otro punto de vista.
      DISPARATE HABEMUS.

      Confío en que alguna vez nuestros representantes políticos tendrán que responder ante la sociedad de sus actuaciones arbitrarias e irracionales, tan ajenas al interés ciudadano. Deberán explicar porqué prefieren bajarse los pantalones ante el poder galénico y su repugnante medicalización de la vida, en lugar de procurar el bienestar y el progreso ciudadano.
      Hace un año cuando el proyecto de esta especialidad se sometió a la información para que ciudadanos, organizaciones y asociaciones pudieran hacer llegar sus opiniones, un servidor hizo llegar sus apreciaciones. Y partía de lo vivido en la pasada pandemia, donde a mi juicio, se demostró el inoportuno grado académico de 6 años del médico, o sus no menos injustificadas 49 especialidades existentes. Consideraba que los “problemas que se pretenden solucionar con la iniciativa” de crear una especialidad en Medicina de Urgencias y Emergencias, lejos de contribuir a dar una uniformidad y cohesión al ámbito asistencial de las urgencias y emergencias sanitarias, más bien puede contribuir a dispersar, aún más, la actividad médica, aumentando innecesarios recursos y medios sanitarios, además de personal médico. Y ello, sin ninguna repercusión positiva para el paciente.
      En cuanto a la “necesidad y oportunidad de su aprobación”, puntualizaba que no parece oportuno desmembrar nuestro sistema sanitario en infinitas “taifas” o espacios de poder médico, que solo contribuyen a entorpecer la verdadera finalidad del mismo. Todos los días, en cada uno de los 17 ministerios de sanidad (uno por cada autonomía) se realizan infinidad de pruebas y exploraciones clínicas, además de consultas de atención primaria y de especialistas, sin ningún tipo de control y/o pertinencia. Y ello se debe a que se ha fomentado en el ámbito facultativo médico, que la notoriedad o importancia de un profesional se mide por las listas de espera asistenciales y de consulta que genera. De esta forma, situaciones clínicas que se deberían resolver con una única consulta o exploración, requieren en ocasiones la asistencia a 4 o 5 especialistas. Manifestaba también que la pretendida nueva especialidad, iba a contribuir a ese uso irracional de recursos sanitarios, aumentando las demandas de exploraciones e interconsultas, e indirectamente, las listas de espera (asistenciales y de consultas).
      En lo referente a los “objetivos de esta norma”, como era el establecer la nueva línea de especialización para los médicos, advertía que lejos de facilitar una agilidad y eficiencia en la utilización de recursos y medios sanitarios, vendría a crear una indefinición de competencias entre las especialidades ya existentes (medicina interna, traumatología, ORL, oftalmólogos, neumólogos, etc.) y la nueva que se pretende crear. Esta invasión de competencias entre las especialidades (o ámbitos de poder), podría tener consecuencias imprevisibles.
      Por último, ante las “posibles soluciones alternativas regulatorias y no regulatorias”, me permitía señalar que tampoco resulta consistente y creíble la afirmación de que “no existen otras alternativas viables para la adquisición de las competencias necesarias para la atención de los problemas de salud urgentes y las emergencias médicas”. Consideraba que tal apreciación resultaba interesada y falta de rigor. En las áreas de urgencias cada día se hace más indispensable la labor de gestión de los casos que llevan a cabo las enfermeras, estableciendo el grado de urgencia para ser atendido un paciente o el especialista a que debe derivarse. Es esta figura enfermera la que puede aportar avances y mejoras, de forma coordinada, en la atención integrada de tales espacios asistenciales.
      Ya entonces, hace un año, seguro de que el pretendido despropósito, se llevaría a cabo, concluía mi escrito: “una sanidad que permite hasta 49 especialidades médicas, frente a 6 de las enfermeras, esconde un sistema asistencial donde, el paciente, es quien menos importa.
      Opino que perpetrada la tropelía administrativa, las listas de espera, las demoras asistenciales y el empeoramiento asistencial de las áreas de urgencias está plenamente asegurado.

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