• “Me vi muerto en un ataúd mientras mi familia me velaba”

    Iluminado López era un adulto sano que ni pisaba el centro de salud. Pero, de la noche a la mañana, se convirtió en un paciente de la UCI que se debatía entre la vida y la muerte. Pasó 50 días en Cuidados Intensivos. Cuando despertó, pensó que habían pasado 12 horas, pero llevaba 40 días inconsciente. Más de 200 profesionales sanitarios, asistentes a la I Jornada de Humanización de Albacete, han escuchado su testimonio. 

    Iluminado López

    Iluminado, ya recuperado, en una fotografía que ha cedido a Diario Sanitario en la que está con su familia y personal de la UCI de Albacete.

    “Observaba todo como si fuese un espectador invisible”

    “Me vi muerto en un ataúd mientras mi familia me velaba. Yo observaba todo como si fuese un espectador invisible. Estaba en el ataúd y no podía decir que aún vivía”. Iluminado recuerda un sinfín de pesadillas y la necesidad que tenía de estar con los suyos cuando despertó. Y es que abrió los ojos el día que cumplía 51 años convencido de que habían pasado 12 horas, pero en realidad llevaba 40 días en coma durante los cuales se temió por su vida.

    Iluminado López nació en Villaverde de Guadalimar, un pueblo de postal perteneciente a la provincia de Albacete. Vive en Tarragona desde hace treinta años, pero a principios de año tuvo que regresar a casa para asistir al entierro de su suegro. Llegó con mucha fiebre, así que acabó en Urgencias hasta en dos ocasiones, pero lo mandaron a casa pensando que tenía un resfriado. Cuando regresó con dificultades para respirar, ingresó en el Hospital General Universitario de Albacete. A las 24 horas, una combinación de neumonía con gripe A lo llevaba a la UCI.

    Iluminado López

    Después de 50 días en la UCI, Iluminado pasó más de un mes en planta. Salió del Hospital en mayo.

    La tristeza de la separación

    Iluminado recuerda al personal de la Unidad de Cuidados Intensivos de Albacete por su nombre, a Menchu, Joaquina, Estela, Antonia, Mamen o Isabel, así como el cariño con el que lo trataron, pero también se le ha quedado grabada la tristeza que sentía cuando terminaba la visita, cuando su mujer se tenía que separar de su lado. Es lo único que cambiaría de la UCI.

    Tal fue el trato que recibió del personal sanitario, que no le ha importado recorrer más de 450 kilómetros, los que separan Tarragona de Albacete, para participar en la I Jornada de Humanización, en la que ha sido uno de los pacientes que han contado su experiencia. Testimonios como el suyo han puesto sobre la mesa la necesidad de apoyo psicológico, debido al trauma por el que pasan los familiares y pacientes que ven la enfermedad y la muerte tan cercanas.